La técnica que debes usar con las personas que siempre culpan a los demás de sus errores, según la psicología
Diferenciar quiénes somos realmente de la versión que las personas que evitan asumir sus errores quieren que creamos
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Evitar asumir la responsabilidad de los propios errores puede convertirse en un hábito perjudicial que obstaculiza el desarrollo personal. Esta actitud suele estar vinculada a dos factores clave: la falta de autonomía y el exceso de narcisismo de esa persona. En muchas ocasiones, quienes recurren a este comportamiento tan poco ético lo hacen para proteger su ego o evitar afrontar las consecuencias de sus acciones.
Y es que, al evitar reconocer los propios fallos, la persona mantiene intacta su imagen personal, aunque esto se haga a costa de distorsionar la realidad y a las personas que le rodean. La falta de seguridad en uno mismo puede llevar a pensar que asumir errores equivale a debilidad, cuando en realidad es un signo de crecimiento y madurez.
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Cuando una persona culpa constantemente a los demás dificulta que se establezcan relaciones sinceras y funcionales. Además, esta actitud impide el desarrollo personal, ya que negarse a aceptar los fallos limita la evolución generando frustración y estrés.
Cuando alguien cercano nos señala o nos responsabiliza de algo, lo primero que debemos hacer es analizar nuestra propia conducta en primer lugar. Si vemos que no hemos tenido nada que ver y que nuestro comportamiento no es como la otra persona ha afirmado, lo mejor será hablarle de forma empática y asertiva para que asuma sus errores y, si no lo hace, podemos empezar a plantearnos que esa persona quizás no merece un espacio en nuestra vida.
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Uno de los mayores riesgos de esta dinámica de culpabilizar a los demás es que puede hacernos sentir que nosotros somos el problema. Cuando estas situaciones ocurren desde la infancia, es común que asumamos la idea de que somos responsables de los sentimientos ajenos, asumiendo esa culpa sin ni siquiera llegar a cuestionarla.
Para protegernos de este tipo de relaciones, es fundamental reafirmar nuestra propia verdad. La clave está en diferenciar quiénes somos realmente de la versión que los demás intentan hacernos creer.
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Construir un límite sólido entre nuestra identidad y la narrativa del otro nos permite mantener nuestra estabilidad emocional, autoestima y confianza en nosotros mismos para no dejarnos influenciar por las acusaciones injustas de las personas que no asumen sus errores..
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Evitar asumir la responsabilidad de los propios errores puede convertirse en un hábito perjudicial que obstaculiza el desarrollo personal. Esta actitud suele estar vinculada a dos factores clave: la falta de autonomía y el exceso de narcisismo de esa persona. En muchas ocasiones, quienes recurren a este comportamiento tan poco ético lo hacen para proteger su ego o evitar afrontar las consecuencias de sus acciones.