Álex Rovira, escritor y conferenciante: "La vida es un proceso de descarte. Antes de saber qué quiero, necesito saber que es lo que no quiero"

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Descubrir lo que uno quiere en la vida no siempre es un camino directo. Para Álex Rovira, escritor y conferenciante reconocido por su enfoque humanista y su capacidad de inspirar a través de la reflexión, el verdadero proceso de autoconocimiento comienza por el descarte. En una de sus recientes intervenciones, el autor de 'La buena suerte' explica que existen tres preguntas esenciales que toda persona debería hacerse, y que deben responderse en un orden muy concreto: “¿Qué es lo que no quiero? ¿Qué es lo que necesito? ¿Y qué es lo que quiero?”

El planteamiento puede parecer contraintuitivo, pero Rovira lo argumenta con claridad. Según explica, muchas personas comienzan por la última pregunta, intentando definir directamente sus deseos o metas. Sin embargo, ese enfoque suele conducir a la frustración. “Mucha gente piensa que debemos empezar sabiendo qué queremos. No, no, no”, advierte. Para él, el primer paso hacia la claridad es eliminar lo que no encaja. “Es más fácil saber qué no quieres en tus relaciones, en el tipo de ocupación que quieres desarrollar, en cómo quieres hacer las cosas y con quién las quieres hacer.”

Desde esa perspectiva, Rovira sostiene que “la vida es un proceso de descarte”. Aprender a decir “no” se convierte así en una herramienta fundamental para avanzar con autenticidad. “Tengo claro que no quiero fumar. Eso ya es mucho”, comenta, como ejemplo de una elección pequeña pero significativa. Al desprenderse de aquello que resta energía o causa malestar, la persona gana espacio interior para lo que verdaderamente importa.

Superada esa primera etapa, el autor invita a detenerse en la segunda gran pregunta: ¿Qué necesito? Esa búsqueda de necesidades realeses la base para cualquier cambio duradero. “Antes del qué quiero, a veces es necesario saber qué necesito. Qué es aquello imperativo que debo incorporar en mi vida para tener cierta paz, cierto sosiego, una buena creatividad”, explica.

Solo entonces, afirma, tiene sentido abordar la tercera pregunta: ¿Qué quiero? Cuando el ruido ha sido depurado, los deseos se vuelven más genuinos. Ya no se trata de perseguir metas impuestas o superficiales, sino de conectar con lo que verdaderamente aporta sentido. En ese punto, Rovira menciona placeres sencillos como nadar, caminar o escribir, actividades que expresan una forma más consciente y serena de estar en el mundo.

Su reflexión recuerda que el propósito no se encuentra añadiendo más cosas a la vida, sino eliminando las que sobran. Porque, como insiste el propio Rovira, “antes de saber qué quiero, necesito saber qué es lo que no quiero.”