Tener el colesterol alto no solo depende de la genética o del sedentarismo, sino también de lo que se come a diario. Los expertos coinciden en que ciertos alimentos son los principales responsables de elevar el colesterol LDL —conocido como “colesterol malo”—, el cual se acumula en las arterias y aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Según el doctor Bhattacharya, especialista del sistema de salud Mass General Brigham, y diversas instituciones médicas como la Harvard Health School y la American Heart Association, hay tres grupos de alimentos que conviene evitar o eliminar si se busca mantener a raya el colesterol: las carnes rojas y procesadas, los lácteos enteros y los alimentos fritos o ultraprocesados.
Una razón puede ser carne demasiado fría (Pexels)
El primero de ellos, las carnes rojas y procesadas, encabeza la lista de los alimentos más perjudiciales. Cortes grasos de vacuno, cordero o cerdo, así como embutidos, salchichas o jamones curados, contienen grandes cantidades de grasas saturadas y sodio. Estas grasas contribuyen a aumentar los niveles de colesterol LDL y a reducir el colesterol HDL (el “bueno”), mientras que el exceso de sodio eleva la presión arterial. Estudios de la British Heart Foundation confirman que un consumo elevado de carnes procesadas está directamente relacionado con un mayor riesgo de enfermedades del corazón y accidentes cerebrovasculares.
El segundo grupo lo conforman los lácteos enteros y productos con grasa completa, como la leche entera, la mantequilla, la nata o los quesos curados. Aunque los lácteos son fuente importante de calcio y proteínas, sus versiones más grasientas aportan una cantidad significativa de grasa saturada. Según el Hospital de la Universidad de California (UCSF Health), sustituirlos por opciones desnatadas o semidesnatadas es clave para mantener un perfil lipídico saludable sin perder nutrientes esenciales. Este simple cambio puede reducir en pocas semanas los niveles de colesterol total y LDL en sangre.
Es importante elegir bien los lácteos que incluimos en nuestra dieta. (Pexels / Anastasia Shuraeva)
Por último, los alimentos fritos y ultraprocesados —como la comida rápida, los snacks industriales, la bollería o los rebozados— son una auténtica trampa para el corazón. No solo contienen grandes dosis de grasas saturadas, sino también grasas trans, las más dañinas para el organismo. Estas se forman durante la fritura o el refinamiento de aceites vegetales, y tienen la capacidad de elevar el colesterol LDL mientras reducen el HDL. De acuerdo con la Harvard Health Publishing, este tipo de grasas debería eliminarse por completo de la dieta, ya que incluso pequeñas cantidades pueden aumentar el riesgo cardiovascular.
Afortunadamente, existen alternativas saludables para reemplazar estos alimentos. Los expertos recomiendan priorizar las grasas insaturadas presentes en el aceite de oliva, los frutos secos, el aguacate y el pescado azul, así como aumentar el consumo de fibra soluble proveniente de frutas, verduras, avena y legumbres, que ayuda a reducir la absorción de colesterol en el intestino. La American Heart Association también sugiere adoptar un patrón alimentario similar al de la dieta mediterránea, rica en vegetales frescos, cereales integrales y proteínas magras como el pollo sin piel o las legumbres.
Tener el colesterol alto no solo depende de la genética o del sedentarismo, sino también de lo que se come a diario. Los expertos coinciden en que ciertos alimentos son los principales responsables de elevar el colesterol LDL —conocido como “colesterol malo”—, el cual se acumula en las arterias y aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares.