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Jorge Planas: "Una joven me pidió amputarle el pecho para mejorar su marca en maratón"
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El cirujano PUBLICA UN LIBRO

Jorge Planas: "Una joven me pidió amputarle el pecho para mejorar su marca en maratón"

Heredó la clínica, pionera en Europa, de su padre, Jaime; pero sobre todo heredó su pasión por la cirugía. Por eso 'Historias y vivencias de un cirujano plástico' (Editorial Arcopress) es, sobre todo, un homenaje a la figura de su progenitor

Foto: Jorge Planas posa para Vanitatis. (Foto: Pere Larrègula)
Jorge Planas posa para Vanitatis. (Foto: Pere Larrègula)

Su padre le dijo un día: “De lo único que me arrepiento en mi vida es de no haber apuntado todo lo que me ha pasado en mi sala de consulta”. El doctor Jorge Planas nos lo cuenta en su despacho de Barcelona, mientras abre el cajón en el que él sí, como buen discípulo, iba guardando las anécdotas más curiosas y divertidas de sus años de profesión. Heredó la clínica, pionera en Europa, de su padre, Jaime; pero sobre todo heredó su pasión por la cirugía. Por eso 'Historias y vivencias de un cirujano plástico' (Editorial Arcopress) es, sobre todo, un homenaje a la figura de su progenitor, el hombre para el que Sara Montiel pidió un aplauso en un teatro abarrotado tras un rejuvenecimiento facial. El propio Jorge pasó por las manos de su padre para operarse las orejas cuando apenas era un niño de 11 años. Y justo ahí comienza esta historia.

P: Supongo que su película favorita es 'Dumbo'…

R: Bueno (risas), es la que menos me gustaba. Ahora la puedo ver gracias a mi padre. Las orejas se operan siempre en junio. En la segunda quincena estamos llenos de niños con orejas en asa. Yo también me operé en junio y en septiembre, cuando volví al colegio, los que me llamaban Dumbo se quedaron con la palabra en la boca. Sentí una liberación cuando supe que no se iban a volver a meter conmigo por ese defecto. Entonces me di cuenta de que mi padre se dedicaba sobre todo a quitar complejos.

P: Hábleme de esta paradoja: cómo un complejo se acaba convirtiendo en el imperio de los complejos.

R: Esto no es un imperio ni una fábrica, yo me dedico a mejorar la autoestima de la gente; el carácter, en muchos casos. Los problemas están en la mente.

P: Pero la mente juega, a veces, muy malas pasadas…

Hay mucho exceso en este mundo. No te puedo dar nombres de gente bien operada porque la clave, precisamente, es que no se note

R: Sí, por eso valoramos sicológicamente a los pacientes. Sobre todo a los menores de 23, para saber si tienen el suficiente grado de madurez y si entienden bien los pros y contras de una cirugía.

P: Un paciente, sin ir más lejos, le pidió que le pusiera un pecho en la cabeza.

R: Algo así. Quería que le abriese el cuero cabelludo y le insertara una prótesis para pasar así las pruebas a mozo de escuadra, pues no daba la altura, le faltaban dos centímetros. Pretendía sacársela inmediatamente después de pasar el examen. Evidentemente, no se lo hice por razones éticas.

P: Supongo que esto es lo peor que le han pedido nunca.

R: Bueno, me marcó mucho la historia de una joven que quería amputarse los pechos, sanos y bonitos, para mejorar su marca en el maratón de Nueva York.

P: ¿Cómo?

R: Sí, esos casos te arruinan el día, porque tienes que dedicarle una hora entera a convencerla de que es una barbaridad y evitar que vaya a buscar a otro cirujano que sí se lo haga.

P: Debe ser usted bueno, porque uno de sus clientes se tatuó las iniciales de la clínica tras ver el resultado de la operación.

R: Sí, un señor italiano que se puso pelo. No ligaba nada y ahora no se las puede sacar de encima. Pero no es por tener pelo, es porque ha aflorado su don de gentes, pues los complejos a veces aprisionan el alma.

P: Usted también da disgustos. Una señora se enteró en esta clínica de que portaba el VIH y su marido no le era fiel.

R: Sí, estaba indignada. Al hacerle los análisis descubrimos eso. Ella decía que era imposible. Pero su marido también lo tenía.

P: Si usted tuviese club de fans, ¿la presidenta sería Naty Abascal?

R: No, no lo creo. Es amiga mía, pero no ha pasado por mis manos.

P: He visto fotos en su libro de usted junto a un montón de famosas. No me mienta, ¿de qué conoce a Carmen Posadas, Vicky Martín Berrocal o Ivonne Reyes?

R: Son amigas. Las escojo guapas y así ya no hay que tocarlas. A los amigos se les opera sin cargo, así que mejor guapos.

P: Por esta clínica ha pasado hasta el Rey Juan Carlos, aunque no para retocarse.

R: Es un buen amigo, se sentía cómodo aquí y por eso nos eligió para algún posoperatorio.

Foto: Corinna aprovechó la estancia del Rey en la Clínica Planas para hacerse un lifting y operarse el pecho

P: ¿Qué le tocaría a la Reina Letizia? Quirúrgicamente hablando, claro está.

R: La imagen que tiene ahora es muy equilibrada y armónica. Yo no le haría nada.

P: Renée Zellweger y muchas otras se han pasado un pelín. Dígame el nombre de una famosa bien operada.

R: Hay mucho exceso en este mundo. No te puedo dar nombres de gente bien operada porque la clave, precisamente, es que no se note.

P: Buñuel sin duda le odiaría, porque opera usted el discreto encanto de la burguesía catalana.

R: Bueno, por aquí pasa gente de diferentes clases sociales, sinceramente. Y el 30% de nuestros clientes son extranjeros.

P: ¿Es usted consciente de que, teniendo en cuenta que ha retocado a multitud de personajes conocidos, su archivo del antes y después es su mayor tesoro?

R: Sí, puede que algunas revistas pagasen millones por él, pero me debo aferrar a una estricta ley de protección de datos.

P: Por su quirófano han desfilado, según cuenta en su libro, desde una pornostar a una top model internacional, pasando por una conejita Playboy… Supongo que su mujer no será celosa.

R: Mi mujer no es celosa, tenemos mucha confianza el uno con el otro.

Foto: cinco-retoques-esteticos-que-ya-no-te-obligan-a-pasar-por-el-quirofano

P: Puede que el sueño de muchos hombres sea diseñar el cuerpo de sus mujeres, ¿usted lo ha hecho alguna vez?

R: Los cirujanos suelen confiar en otros compañeros para operar a miembros de su familia, pero yo sí he operado a gente de la mía.

P: De hecho, entrar en el quirófano juntos es una especie de tradición familiar en los Planas.

R: Sí (risas), yo entré con mi padre cuando solo era un niño, y así lo cuento en el libro, y dos de mis tres hijos ya han visto una operación mía en directo. Además me lo han pedido ellos. El quirófano es nuestro punto de encuentro.

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Su padre le dijo un día: “De lo único que me arrepiento en mi vida es de no haber apuntado todo lo que me ha pasado en mi sala de consulta”. El doctor Jorge Planas nos lo cuenta en su despacho de Barcelona, mientras abre el cajón en el que él sí, como buen discípulo, iba guardando las anécdotas más curiosas y divertidas de sus años de profesión. Heredó la clínica, pionera en Europa, de su padre, Jaime; pero sobre todo heredó su pasión por la cirugía. Por eso 'Historias y vivencias de un cirujano plástico' (Editorial Arcopress) es, sobre todo, un homenaje a la figura de su progenitor, el hombre para el que Sara Montiel pidió un aplauso en un teatro abarrotado tras un rejuvenecimiento facial. El propio Jorge pasó por las manos de su padre para operarse las orejas cuando apenas era un niño de 11 años. Y justo ahí comienza esta historia.

Jorge Planas
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