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Pilar Eyre: “La madre del Rey se refugió en el alcohol”
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Pilar Eyre: “La madre del Rey se refugió en el alcohol”

“Era una mujer valiente, moderna, muy estricta en el protocolo y una reina de los pies a la cabeza, aunque no llegara a serlo, pero sobre

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Pilar Eyre: “La madre del Rey se refugió en el alcohol”

“Era una mujer valiente, moderna, muy estricta en el protocolo y una reina de los pies a la cabeza, aunque no llegara a serlo, pero sobre todo era bondadosa”. Así define Pilar Eyre a María de las Mercedes de Borbón y Orleans, la madre del Rey Juan Carlos, después de un año de intensa documentación, para retratarla en María La Brava (La esfera de los libros), una obra que pretende hacer, en el centenario de su nacimiento, un semblante de una mujer que pudo ceñirse la corona española.

“Creo que hubiera sido una buena reina -opina Pilar Eyre-, porque tenía sentido de la dignidad y de la dinastía”. Sin embargo, la vida y, como decía su marido don Juan, la política, apartaron al matrimonio de la sucesión dinástica para conceder los honores a su hijo, el actual Rey.

“Cuando escribes sobre su vida te das cuenta de que tuvo momentos difíciles”, comenta Eyre. Entre esos momentos complicados destaca uno con más fuerza: la muerte de su hijo Alfonso. “Me emocionó y me costó muchísimo escribir ese capítulo”, reconoce la autora, que asegura: “En aquel momento se hundió”. De hecho, la autora intenta tocar con delicadeza ese suceso y el hecho de que, según asegura, de algún modo, "se refugió en el alcohol”.

“Pensé pasar por alto esos pasajes, pero decidí finalmente que para eso se hace una biografía”, asegura Eyre. Por eso en el libro plasma la historia en frases como: “Estaba prohibido comprar alcohol en Villa Giralda (…) Pero al final era inevitable. Se descubrió: las botellas entraban camufladas dentro de los libros”. Finalmente, un grupo de ‘consejeros’ ayudó a don Juan a tomar cartas en el asunto. “Se oyeron voces: Este problema hay que atajarlo. No es vicio sino enfermedad”, recoge el libro en sus páginas. Entre los consejeros se encontraba el doctor López Ibor, que hizo su diagnóstico: “Hay que ingresarla. Será difícil”.

Eyre asegura: “Casi no he logrado conocer más detalles. Y no porque la situación fuera un secreto, pero los que la vivieron se cierran en banda, en un pacto de silencio hermético e inexpugnable. Nadie ha hablado. Fueron unos meses, años incluso, que quizá todos prefirieron olvidar”.

Las infidelidades de Don Juan

Pese a esos pasajes de su existencia, también hubo años felices. Dice la escritora que “los primeros diez años en Estoril fueron una etapa muy alegre” en la vida de Doña María. Donde las infidelidades de su marido eran el contrapunto. Asegura Eyre que a la madre del rey “las infidelidades contingentes no le preocupaban, pero sí las dos historias de amor que tuvo Don Juan”, dos amores que la suegra de la Reina Sofía lloró en brazos de su amiga Angelita Rocamora.

Aquello pasó como pasa todo con el tiempo y, finalmente, las aguas volvieron a su cauce, como lo hicieron cuando, según cuenta la autora, “don Juan tuvo una historia con Zsa Zsa Gabor que se rompió porque ella le reclamaba dinero”. Quedó el apoyo que se daban mutuamente, incluso en el momento que llegó el mazazo de quedarse sin trono y no poder asistir a la coronación del Rey Juan Carlos, cuando “el matrimonio tuvo una sensación de fracaso”.

Entonces la reina consorte fue otra: Sofía. Cuando se le pregunta a Pilar Eyre por cómo se llevaba Doña María con su nuera, afirma: “La relación entre ellas nunca fue muy fluida e incluso tuvieron varios desencuentros”. Entre esas diferencias, la autora recuerda un momento en el que “Doña María decidió rapar el pelo a las infantas (Cristina y Elena), que entonces eran pequeñas, para que les creciera más fuerte y la Reina Sofía se alteró al ver a sus hijas así y le dijo que eso no podía suceder nunca más”.

Estos y otros momentos configuran la vida de una mujer que pudo llegar a ser reina y, sin embargo, se tuvo que conformar con el título de Condesa de Barcelona y madre de Rey. Y es que como dice Eyre parafraseando a otro autor: “Doña María lloró lágrimas amargas en la España en la que su hijo reinaba” y que nunca la sentó en su trono, pero que la despidió como si lo hubiera hecho.

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