Emotiva abdicación en Japón: empieza la vida de Akihito lejos del Palacio Imperial
Una jornada histórica que ha provocado cierta emoción entre los japoneses al poder ser testigos de la abdicación de su emperador en vida
La renuncia efectiva de Akihito marca el último día de la era Heisei, “culminación de la paz”, que se despide sintiéndose afortunado por la confianza recibida por parte del pueblo japonés. “Rezaré por la paz y la felicidad de la gente en Japón y en el mundo”, ha concluido. Llegó el día, para él y para el pueblo nipón. Con lluvia intermitente en Tokio y con un país paralizado por los diez días festivos que marca el calendario este año de manera excepcional, el emperador Akihito ha cumplido su deseo de renunciar al trono.
Una jornada histórica que ha provocado cierta emoción entre los japoneses al poder ser testigos de la abdicación de su emperador en vida, sabedores de que la Constitución marca el fin del trono hasta fallecer pero conscientes de las dificultades de Akihito para continuar, aquejado de un frágil estado de salud. “Recuerdo cuando accedió al trono”, afirma Akiko, japonesa que no supera los cincuenta años y que ha optado por quedarse en Tokio pese a que los actos previos y la ceremonia de abdicación no permitían el acceso del público y solo han podido ser seguidos por televisión.
“El emperador Akihito ha sido distinto, siempre ha querido acercarse a nosotros -reconoce a Vanitatis-. Nunca olvidaré su compasión y entrega en la atención a los damnificados por el terremoto y tsunami de 2011, mi familia vivió ese calor en primera persona”. El cariño del pueblo japonés al emperador es más que notable y evidente. Un sentimiento que no se mide únicamente por la cantidad de merchandising que se está vendiendo estos días –ofrecen manicuras semipermanentes con los caracteres de la era Heisei y hasta se puede comprar una lata con 'aire de la era saliente'–, sino por la comprensión demostrada por parte de los japoneses ante su decisión de renunciar pese a ser una de las sociedades más rígidas y conservadoras del mundo.
Su apuesta por la paz y sus esfuerzos por curar las heridas de guerras pasadas le han diferenciado de su padre y no han pasado inadvertidos. Abanderado de la reconciliación y sin ningún problema a la hora de mostrar arrepentimiento por capítulos pasados, creó una nueva figura como emperador. Y esa figura se ha despedido hoy con el cariño y reconocimiento de todos.
Último mensaje como cabeza de la institución
Su jornada de despedida como emperador ha comenzado con el último de los actos establecidos visitando el recinto más sagrado del Palacio Imperial, el de los tres santuarios o Kashikodokoro. En un histórico ritual sintoísta, vestido como manda la tradición y andando muy despacio, Akihito se ha dirigido a los dioses para explicarles su decisión de abdicar a favor de su hijo. Horas más tarde, comenzaba la ceremonia de renuncia en una de las salas del Palacio Imperial con la presencia de unas 300 personas, entre representantes de la familia real y de los tres poderes del Estado.
En su esperado y breve mensaje de despedida, Akihito ha reconocido sentirse “afortunado” por haber podido desarrollar sus funciones como emperador “con un profundo sentido de confianza y de respeto hacia el pueblo”. Acompañado por la emperatriz, los príncipes herederos y futuros emperadores, el que seguirá siendo emperador de Japón de manera oficial hasta esta noche ha concluido que rezará “por la paz y la felicidad de la gente en Japón y en el mundo”.
Nueva vida lejos del Palacio Imperial
Comienza para Akihito y su esposa, la emperatriz Michiko Shoda, una etapa desconocida. No hay una hoja de ruta establecida para ellos al no existir precedentes en democracia. Lo que está claro es que quedan desvinculados de la agenda oficial –aunque se espera alguna aparición esporádica en fechas señaladas– y que deberán salir del Palacio Imperial. Su nuevo hogar definitivo será el Palacio Oriental de Akasaka, pero no estará listo hasta 2020, por lo que ocuparán hasta entonces la Residencia Imperial de Takanawa, también en Tokio.
La pareja de emperadores se conoció jugando al tenis y, pese a su avanzada edad, todavía les gusta practicar algo de ejercicio juntos. Comparten además el amor por la música: Akihito toca el violonchelo y Michiko el piano. Él espera tener más tiempo para sus estudios sobre el diminuto pez gobio y ella cuenta con leer más novelas policiacas. Un retiro deseado y esperado para los octogenarios emperadores que marcan hoy el fin de una era japonesa.
La renuncia efectiva de Akihito marca el último día de la era Heisei, “culminación de la paz”, que se despide sintiéndose afortunado por la confianza recibida por parte del pueblo japonés. “Rezaré por la paz y la felicidad de la gente en Japón y en el mundo”, ha concluido. Llegó el día, para él y para el pueblo nipón. Con lluvia intermitente en Tokio y con un país paralizado por los diez días festivos que marca el calendario este año de manera excepcional, el emperador Akihito ha cumplido su deseo de renunciar al trono.