Máxima, más Orange que nunca con un vestido repetido en hasta 7 ocasiones

Tras las críticas en su país por su vestuario y hacerse público que gran parte del presupuesto lo destinaba a adquirir prendas de diseñadores y marcas extranjeras, Máxima de Holanda parece que por fin está acertando con sus looks. Y lo ha hecho aplicando una fórmula sencilla que, aunque ha abanderado Kate Middleton en el confinamiento, también está poniendo en práctica la reina Letizia. Es esa que establece que en tiempos de crisis mejor tirar de fondo de armario a protagonizar un estreno tras otro y, por consiguiente, un derroche público que hoy no está nada bien visto.

Máxima ha visitado la empresa de instalación técnica Hamer en Apeldoorn y el centro de educación TechnoHUB en Woerden, y no ha dudado en desempolvar uno de los vestidos más legendarios de su armario y que ha llegado a lucir hasta en 7 ocasiones más antes.

Se trata de un vestido sin mangas, con el cuello redondo, cuerpo ajustado y falda voluminosa con un largo justo por la rodilla. Confeccionado en un tejido rústico y con un bonito relieve geométrico teñido de un color naranja muy intenso, de ahí que hoy Máxima se muestre al mundo más Orange (que así se llama la Casa Real a la que pertenece) que nunca.

Es una creación de Edouard Vermeulen, el diseñador detrás de su marca de cabecera, Natan, a la que Máxima suele recurrir para las grandes ocasiones. Para actualizar este vestido en 2020, la reina de Holanda lo ha unido a complementos en marrón chocolate: una cartera de mano de ante, un maxibrazalete de piel con efecto coco, unas sandalias con pulsera al tobillo y unos pendientes en forma de aro de madera.

La primera vez que Máxima lució este vestido naranja de Natan en público fue en 2013 y justo ese mismo año repitió look dos veces más. Los años sucesivos, 2014, 2015, 2016 y 2018, lo mismo, la mujer del rey Guillermo Alejandro no dudó en reciclar el vestido modificando los complementos para intentar darle un aire renovado en cada una de las ocasiones que lo ha llevado.

Y esto ha podido hacerlo y ponerlo en práctica año tras año valiéndose de dos aspectos fundamentalmente. Uno, que el diseño que presenta el vestido es un clásico atemporal y no entiende de tendencias. Y dos, que Máxima de Holanda ha conservado intacta su figura casi 10 años después de su estreno.

Un guiño de estilo a la moda holandesa que seguro los críticos y expertos de su país esta vez verán con buenos ojos.