Carolina de Mónaco y Stefano Casiraghi: una boda llena de incógnitas
Contrajeron matrimonio el 29 de diciembre de 1983 en una ceremonia civil y solo diez días después de anunciar su compromiso
Carolina de Mónaco ha sido la más hermética de los tres hijos del príncipe Rainiero y Grace Kelly. Tanto es así que a día de hoy sigue sin divorciarse de Ernesto de Hannover y nunca han trascendido los detalles de una separación que jamás se comunicó oficialmente. Tal vez se deba esta actitud a ciertos 'errores' de juventud que la pusieron en el disparadero de la prensa internacional, especialmente su primera boda con Philippe Junot que, como es de sobra conocido, fue un fracaso, y cuya sombra alargada llegó a la de Stefano Casiraghi, de la que se cumplen 37 años este 29 de diciembre.
Fue una boda muy sorprendente por cómo se desarrollaron los acontecimientos, y eso es lo mismo que se planteó John Vinocur, cronista de este gran acontecimiento social que ocupó parte de la portada del 'New York Times' aquel día (recordemos que estamos hablando de la era preinternet). Dejó sobre la mesa varias preguntas, algunas de las cuales quedaron respondidas enseguida por la propia inercia de los acontecimientos.
Dos eran las dudas fundamentales, la primera el timing del enlace: "Si la mayor parte del Principado parece complacida con el enlace, dos aspectos relacionados con él no se han explicado completamente. Una, la aparente prisa, ya que la boda se anunció hace solo diez días". Y la segunda: "La familia principesca Grimaldi buscó la anulación del matrimonio anterior de la princesa Carolina, después de su divorcio en 1980. La princesa Grace habló personalmente con el Papa Juan Pablo II antes de su muerte el año pasado y la portavoz de Palacio, Nadia Lacoste, aún no había tomado una decisión sobre la solicitud que 'sigue plenamente activa".
No hizo falta esperar demasiado para resolver la primera cuestión, la princesa Carolina de Mónaco estaba embarazada de su primer hijo, Andrea Casiraghi, que nació el 8 de junio de 1984, apenas cinco meses y medio después de la boda. En cuanto al segundo asunto, Stefano Casiraghi, que falleció en un accidente náutico en la bahía de Montecarlo el 3 de octubre de 1990, no llegó a verlo resuelto.
En efecto, la Iglesia católica anuló el matrimonio de Carolina y Philippe Junot dos años más tarde, en 1992, y reconoció como legítimos a los tres hijos de Carolina y Casiraghi, el ya mencionado Andrea; Carlota, que vino al mundo el 3 de agosto de 1986, y Pierre, que nació el 5 de septiembre de 1987. Una noticia que llegaba tarde para una Carolina de Mónaco a la que le costó sobreponerse a la segunda tragedia de su vida, tras la muerte de su madre, Grace Kelly, en un accidente de tráfico el 14 de septiembre de 1982.
La boda de Carolina y Stefano tuvo unas connotaciones muy distintas de la de Philippe Junot, de quien, según parece, Rainiero y Grace no tenían una buena consideración, y el devenir de los acontecimientos confirmó el desafortunado paso de una princesa que se casaba muy enamorada de este atractivo italiano, hijo de un adinerado industrial, Giancarlo Casiraghi, que hizo una fortuna en la Italia de la posguerra, en una ceremonia civil a la que solo asistieron veinte invitados. Una celebración de características mucho más modestas, acordes a la situación.
Respecto al perfil y el rol que ocuparía Stefano en el Principado, en 'New York Times' lo tenían muy claro: "El novio ha sido etiquetado reiteradas veces en la prensa francesa e italiana como una persona dinámica con fuertes instintos comerciales, que juega un papel de responsabilidad en la participación de la familia Casiraghi en la industria de la confección, la construcción y el petróleo".
La ceremonia, oficiada por Noël Museux, presidente del Consejo Nacional de Estado, duró apenas veinte minutos y para la ocasión la princesa lució un vestido diseñado por Marc Bohan para Christian Dior. En lugar de en el Salón del Trono, que es donde se casó en primeras nupcias, la ceremonia se celebró en el Salón de los Espejos, y entre los invitados se encontraban la familia directa, algunos amigos, y en representación de Grace Kelly viajaron desde Filadelfia su hermana Lizanne LeVine, y su hija, Grace.
Nada que ver sin duda con la boda con Junot, a la que su madre había invitado a algunos de sus compañeros de la época dorada de Hollywood, como Cary Grant, Ava Gardner o Gregory Peck, aunque la gran estrella fue la propia Carolina, impresionante con un vestido también de Bohan para Dior. La tercera, con Ernesto de Hannover, de nuevo en el Salón de los Espejos, fue aún mucho más íntima y trascendió al día siguiente mediante un comunicado. El 23 de enero de 1999, Carolina volvía a casarse embarazada de su hija Alexandra, que nació seis meses más tarde. Las dimensiones fueron aún menores, ya que solo asistieron los tres hijos de Carolina, los dos de Hannover, Rainiero, Alberto, la princesa Antoinette y dos amigos que actuaron como testigos. La gran ausente fue Estefanía, con quien no mantenía entonces una buena relación.
Carolina de Mónaco ha sido la más hermética de los tres hijos del príncipe Rainiero y Grace Kelly. Tanto es así que a día de hoy sigue sin divorciarse de Ernesto de Hannover y nunca han trascendido los detalles de una separación que jamás se comunicó oficialmente. Tal vez se deba esta actitud a ciertos 'errores' de juventud que la pusieron en el disparadero de la prensa internacional, especialmente su primera boda con Philippe Junot que, como es de sobra conocido, fue un fracaso, y cuya sombra alargada llegó a la de Stefano Casiraghi, de la que se cumplen 37 años este 29 de diciembre.