Harry y el síndrome del hermano menor del rey: sus memorias avivan el drama en Reino Unido

Si hay algo en claro que puede sacarse de todo el asunto del príncipe Harry es que a los miembros de la Casa de Windsor no se les da nada bien las entrevistas. La que el entonces príncipe Carlos concedió a Jonathan Dimbleby con motivo del 25 aniversario de su investidura como príncipe de Gales acabó centrándose en su reconocimiento de infidelidades en su matrimonio. La de Lady Di con Martin Bashir acabó precipitando el divorcio que siempre quiso evitar. La del príncipe Andrés con Emily Maitlis para lavar su imagen tras el escándalo de supuestos abusos a menores acabó empeorando aún más la situación retirándole sus títulos y funciones públicas.

Las que está concediendo ahora el príncipe Harry van por el mismo camino de volverse cual boomerang. El objetivo es promocionar su biografía -que este martes sale a la venta en todo el mundo-. Pero en realidad están dejando la imagen de un hombre de 38 años inmaduro, lleno de contradicciones y con cada vez menos interés para el público.

Quedan aún por delante varias citas con las cámaras. Se comenta incluso que podría haber otro encuentro con Oprah. Pero las entrevistas concedidas hasta ahora no han sido el boom esperado. La que emitió la cadena británica ITV el domingo por la noche no fue líder de audiencia. Harry además se topó con algo que no esperaba. El príncipe -porque se fue de Palacio, pero aún retiene algunos títulos- eligió a Tom Bradby pensando que se lo iba a poner todo fácil. Fue al fin y al cabo con el periodista que empezó el psicodrama con aquella pregunta a Meghan de “¿estás bien?” y la famosa respuesta de la que fuera actriz de “gracias por preguntarlo”.

Pero en lugar de un guion pactado, Harry se encontró a un interlocutor que desafiaba su narrativa y llegaba a asegurar incluso que Guillermo podría tener otra versión respecto a la actual relación inexistente entre los dos hermanos.

Por su parte, el programa estadounidense de '60 Minutes' tan solo le dedicó la mitad de su espacio, lo que evidencia que el de Montecito ya no está tan de actualidad. El venerado periodista Anderson Cooper planteó a Harry que por qué no renunciaba a su título de duque, algo que se plantea cada vez más gente viendo cómo reniega de Palacio. Aunque el momento más glorioso fue cuando le preguntó qué le diría a su hermano si este estuviese viendo la entrevista y Harry respondió que lo que tuviera que decirle lo haría “en la intimidad”.

En la biografía, Harry acusa a Guillermo de agredirle físicamente, de criticar a su mujer, incluso de alentarle a llevar el controvertido disfraz nazi de la polémica fiesta que acaparó las portadas de los tabloides en 2005. Pero, oye, las cosas las quiere hablar luego en la intimidad. Porque ante todo es ecuánime.

Harry y Meghan defienden en todo momento que están tratando de tomar el control de la narrativa sobre ellos mismos después de la cobertura negativa de la prensa que trajo la misoginia y el racismo a una dinámica familiar ya tóxica. Bueno, racismo no. Porque Harry dice ahora que nunca acusaron a la familia real de racismo en su entrevista con Oprah cuando revelaron que algunos habían mostrado preocupación sobre el color de la piel del bebé que esperaban.

De nuevo, todo es culpa de un tercero. El problema es que el público parece estar perdiendo interés en el juego. Y lo preocupante para los Sussex es que si, como Harry asegura, ya no tienen contacto con la familia real, van a quedarse sin material para su particular docudrama. ¿No es irónico que sepamos ahora mucho más sobre Harry y Meghan, la pareja que renunció a la vida real porque deseaban permanecer en privado, que la pareja que optó por quedarse?

Harry está vendiendo toda su intimidad. Sabemos incluso que fue circuncidado y que acudió a la boda de su hermano con Kate con el pene congelado por un viaje previo al Polo Norte. ¿Había necesidad? El que en su día fuera el miembro más querido de Palacio ha caído ahora en desgracia para los británicos convirtiéndose, según el último sondeo de YouGov, en uno de los más impopulares. Pero no parece que, de momento, vaya a terminar su particular batalla porque es cada día más evidente que sufre del síndrome del 'hermano menor del rey'.

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Sara Castellanos

En todas las generaciones se repite el mismo patrón. Pasó con la princesa Margarita (hermana de Isabel II) y el príncipe Andrés (hermano de Carlos III). Harry simplemente no soporta la ira que le genera ser "el de repuesto" -el título de su biografía en su versión inglesa-.

La competencia entre niños es común, y la rivalidad entre hermanos aún más, especialmente cuando son solo dos. Ciertamente, la mayoría no nace en familias con jerarquías establecidas que sirvan para recordarles su lugar exacto. Pero la discordia fraternal ha existido a lo largo de los tiempos, inspirando innumerables obras de arte en todos los ámbitos (la mayoría de ellas tragedias). Por lo que Harry no es especial: el suyo es uno de los dramas más comunes de la naturaleza humana. Aunque no todos tienen el privilegio de cobrar millonadas por contarlo en entrevistas y libros.

Los Sussex renunciaron a la familia real en medio de quejas de que preferían una vida privada como “personas normales”, ya que no querían la atención de los medios de comunicación. “Quiero una familia. No una institución”, alega el hijo menor de Lady Di. Y, sin embargo, aquí están, total y voluntariamente creando portadas ellos mismos. El Palacio de Buckingham sigue guardando silencio fiel a su particular mantra de “no quejarse, no dar explicaciones”. Aunque, según 'The Times', Harry no tendrá ningún protagonismo en la ceremonia de coronación de su padre el próximo 6 de mayo.

Carlos III ha decidido eliminar el papel que tradicionalmente desempeñaban en las ceremonias de coronación de los monarcas británicos aquellos hombres de su familia con el título de duque. “El príncipe Harry ha sido eliminado del guion y no tendrá un rol oficial si asiste”, adelanta el rotativo. Solamente William desempeñará ese papel. El cambio podría obedecer al deseo del actual monarca de simplificar la ceremonia de su coronación, como hace años se dice que desea hacer. Aunque también podría trasladar el mensaje a su hijo menor de que todo tiene un límite. Seguro que Harry sabrá hacer la correcta interpretación.