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Adiós a Ryan O'Neal: dolor, adicciones y polémicas del rey del Hollywood de los 70
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82 AÑOS

Adiós a Ryan O'Neal: dolor, adicciones y polémicas del rey del Hollywood de los 70

El protagonista de 'Barry Lyndon' o 'Love Story' llevaba años alejado de los escándalos que lo acabaron apartando de la industria cinematográfica

Foto: Ryan O'Neal, en 1978. (CP)
Ryan O'Neal, en 1978. (CP)

Que gente como Kubrick o Bogdanovich confíe en tu talento debe ser reconfortante. Que tu vida personal acabe arruinando, en cierto modo, la profesional debe ser horrible. En la década de los 70, cuando los directores eran los dueños del cotarro en Hollywood, un chico de cuerpo esculpido y facciones atractivas llamado Ryan O'Neal se convirtió en algo así como un actor fetiche. Iba para boxeador, profesión en la que hizo sus primeros pinitos, pero los focos y las cámaras le acabaron seduciendo desde sus primeras apariciones en televisión.

Desde el éxito taquillero de 'Love Story', la película que convirtió a Paramount en el estudio señero de la década, a 'Barry Lyndon', el cine mimó a Ryan O'Neal y lo colocó en la estratosfera, en un lugar privilegiado desde el cual solo se podía caer. El actor, que ha fallecido este domingo 9 de diciembre a los 82 años, según ha anunciado su propio hijo, Patrick O'Neal, podía presumir de haber protagonizado algunos de los títulos más importantes de llamado 'Nuevo Hollywood'.

placeholder Fotograma de 'Barry Lyndon'. (Warner)
Fotograma de 'Barry Lyndon'. (Warner)

El caso de Ryan O'Neal es el de un carácter personal que acabó dando al traste con su suerte en la gran pantalla. En el cénit de su carrera, algunos directores lo tachaban de "difícil". Sus neuras y su incapacidad para amoldarse a las exigencias de la industria provocaron su caída en picado durante la década de los 80. Su vida personal tampoco ayudó a mantenerlo en el olimpo cinematográfico.

Se casó a los 20 años con la actriz Joanna Cook Moore. No fue el amor, sino el embarazo de ella el que lo llevó a pasar por el altar. La vida le tenía preparadas no pocas sorpresas a aquel chico rubio y atlético. Sobre todo tras su matrimonio con Farrah Fawcett, a la que conoció en las condiciones más peculiares. Su amigo Lee Majors, marido de la actriz de 'Los ángeles de Charlie' en los 70, le encomendó llevarla a cenar. No quería que se aburriese en su ausencia. Majors no esperaba que su amigo Ryan y la que era su esposa iniciasen un romance esa misma noche. El amor terminó en boda en 1979 y ambos estuvieron juntos desde 1979 hasta 1997.

Tuvieron un hijo, Redmond, y parecían un matrimonio modélico hasta que ella lo descubrió en la cama con Leslie Stefanson. Esta última, varios años menor que él, se convirtió en su última mujer y en la madre de su hijo menor, Patrick. Sin embargo, en la cabeza del protagonista de '¿Qué me pasa, doctor?' siempre estuvo Fawcett, con la que se reconcilió y vivió feliz hasta la muerte de ella, a causa del cáncer, en 2009.

placeholder Farrah Fawcett y Ryan O'Neal.(Cordon Press)
Farrah Fawcett y Ryan O'Neal.(Cordon Press)

Al drama de la muerte de la actriz, que en sus últimos días de hospital ni siquiera era capaz de reconocerle, se suman las disputas que tuvo durante años con su hija Tatum, con la que protagonizó la inolvidable 'Luna de papel'. Desde finales de los años 80, padre e hija no se hablaban. Su disputa se acrecentó cuando ella publicó 'Paper Life', un libro en el que relataba la nefasta experiencia con su progenitor, en 2004. La muerte de Farrah, sin embargo, les sirvió para acercar posturas. "Cuando se murió Farrah me paré a reflexionar y pensé en mi padre. Me pregunté qué haría si de repente lo perdiera mañana, y la respuesta fue que nunca me perdonaría si le pasara algo y nosotros siguiéramos enfadados. Había tantas cosas que decirnos…, así que decidí reconciliarme", contó ella. En 2020, Sean, nieto del actor, publicó una fotografía de la familia reunida; una imagen significativa y especial en la que aparecía la estrella junto a esa hija con la que había tenido tantos enfrentamientos; esa actriz que, en su momento, fue la actriz más joven en llevarse el Oscar.

placeholder La familia O'Neal, en 2020. (Instagram)
La familia O'Neal, en 2020. (Instagram)

En la imagen de armonía familiar, muchos se fijaron en la fragilidad del actor, muy alejada de aquellos años de esplendor en los que medio Hollywood suspiraba por sus huesos. Lo cierto es que la salud siempre fue su gran talón de Aquiles. Empezando por la adicción al speed que, en los tiempos de 'Love Story', ya amenazaba con llevarle al otro mundo a una edad precoz. En los últimos años, Ryan O'Neal también tuvo que pelear cara a cara con un cáncer de próstata. Cuando era más joven, el abuso de alcohol también contribuyó a multiplicar las escenas dantescas en su hogar. En 2007, por ejemplo, O'Neal llegó a amenazar a su hijo Griffin con dispararle y fue detenido por ello. Su fotografía policial acabó dando la vuelta al mundo.

La adicción fue la maldición de su familia y otro de los problemas de Redmond, el único hijo que tuvo con Farrah Fawcett. En 2018, el entonces treintañero fue detenido por robar en una farmacia y amenazar al dependiente con un cuchillo. No es de extrañar que Tatum O'Neal siempre haya sido escéptica acerca de cómo la adicción a las drogas ha sellado el destino de su familia. "Resbalé en la oscuridad de la depresión y la adicción, el destino maldito de mi familia", narraba en su famoso 'bestseller'.

placeholder Ryan y Tatum O'Neal, en 'Luna de papel'.(Cordon Press)
Ryan y Tatum O'Neal, en 'Luna de papel'.(Cordon Press)

Lo cierto es que las detenciones, la violencia y la enfermedad siempre estuvieron muy presentes en el clan O'Neal, que durante varias décadas supuso, para la prensa rosa norteamericana, lo que los Pantoja o los Mohedano han supuesto para la española.

Una vez calmadas las aguas, fue la carrera de Ryan O'Neal la que se puso en valor. Hijo del guionista Charles O'Neal y la actriz Patricia Callaghan, O'Neal fue nominado al Oscar por 'Love Story', su primer gran éxito. A su carácter ingobernable se unió la envidia que otros colegas de profesión tenían hacia él. No todos podían trabajar con Stanley Kubrick, por ejemplo. Sin embargo, medio Hollywood achacó su mala suerte a haber triunfado de manera tan precoz en una industria que no tuvo piedad con él. El tiempo, sin embargo, lo acabó poniendo en su lugar. Pese a millones de portadas, varios escándalos y una multitud de anécdotas dignas de un folletín, nadie niega al actor haber sido el talismán de varios títulos que ya son historia del cine.

Que gente como Kubrick o Bogdanovich confíe en tu talento debe ser reconfortante. Que tu vida personal acabe arruinando, en cierto modo, la profesional debe ser horrible. En la década de los 70, cuando los directores eran los dueños del cotarro en Hollywood, un chico de cuerpo esculpido y facciones atractivas llamado Ryan O'Neal se convirtió en algo así como un actor fetiche. Iba para boxeador, profesión en la que hizo sus primeros pinitos, pero los focos y las cámaras le acabaron seduciendo desde sus primeras apariciones en televisión.

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