Rita Hayworth y el príncipe Alí Khan: 75 años de la boda, jamás igualada, entre cine y realeza

En 1948, la Riviera francesa era el lugar paradisíaco donde numerosas personalidades pertenecientes a la jet set encontraban su atmósfera ideal. Miembros de la realeza, actrices, artistas o multimillonarios hombres de negocios acudían a este enclave perfecto que reunía el glamour y la diversión en los que deseaban zambullirse.

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Patricia Izquierdo

Aquel año, el hijo del sultán Aga Khan III, el príncipe Alí Khan, era un playboy empedernido que había comprado el lujoso Château de l'Horizon, en Vallauris, En esta villa de ensueño pasaba horas ensimismado, viendo películas de la actriz de moda del momento: Rita Hayworth. Aquella pelirroja exuberante, recién divorciada de Orson Welles, era la joya ansiada por todos y Alí Khan sabía que se encontraba en la Riviera.

El encuentro entre ambos no tardó en producirse. Ocurrió gracias a la intermediación de la columnista del corazón más afamada entonces, Elsa Maxwell, conocida de todos aquellos personajes de la alta sociedad, que organizó una fiesta en el Palm Beach Casino de Cannes. Seguramente a petición del propio Alí Kahn, Maxwell invitó a ambos y sentó al príncipe junto a Rita Hayworth.

La actriz, desencantada con los hombres, le había hecho ascos al mismísimo Aristóteles Onassis, pero no renunciaba a la idea romántica del amor. Alí Khan se la supo vender como nadie.

El flechazo fue instantáneo y el 27 de mayo de 1949, hace 75 años, contrajeron matrimonio en una boda histórica por muchos motivos.

Era la primera vez que una gran estrella de Hollywood contraía matrimonio con un miembro de la realeza. El enlace se produjo siete años antes que la sonada boda de Grace Kelly con el príncipe Rainiero de Mónaco.

La grandeza del evento superó las expectativas. La pareja selló su amor en el mismo lugar donde habían dado rienda suelta a su pasión por primera vez, el grandioso Château de l'Horizon.

La boda, que ocupó todas las portadas, contó con más de 500 invitados entre los que no faltaron un gran número de príncipes y princesas.

Para la ocasión, Hayworth se decantó por un look nupcial que pasó a la historia: no solo por ser el primero con el que una afamada actriz pasaba a formar parte de la realeza, sino porque se alejó del clásico vestido blanco de novia repleto de tul y tafetán.

La actriz rompió moldes eligiendo un vestido camisero, de color celeste, ceñido a la cintura con un fajín, que contaba con una falda plisada y que complementó con una vistosa una pamela del mismo color. La prenda fue creada por el francés Jacques Fath, su diseñador de cabecera y artífice del vestuario de ‘Gilda’. Esta elección se alejaba de la pomposidad de los voluminosos vestidos de novia clásicos, aportando una sobria sofisticación que no dejó indiferente a nadie.

Radiante de felicidad, Hayworth realizó su entrada triunfal caminando sobre una alfombra formada por más de 30.000 rosas.

Cerca de la misma, el actor y cantante Yves Montand amenizaba la velada junto a una piscina que había sido llenada con 1.000 litros de la colonia favorita de la intérprete y que había sido traída, por orden de Alí Khan, desde Grasse.

Sobre el exquisito líquido flotaban más flores componiendo las iniciales de los novios.

Todos los asistentes pudieron degustar 25 kilos del mejor caviar iraní, 600 botellas de champán y 250 kilos de filetes mignon, entre otros manjares.

Hayworth había protagonizado una boda de cuento de hadas y junto a Alí Khan planeaba otra ceremonia, esta vez en la India. Sin embargo, estos preparativos tuvieron que ser cancelados, ya que la actriz se encontraba embarazada. Siete meses después del enlace en la Riviera francesa, nació la única hija del matrimonio, la princesa Yasmin, pero la felicidad junto al príncipe no duró mucho tiempo.

Las infidelidades del príncipe llegaron muy pronto y el matrimonio solo duró dos años. Se separaron en 1951, formalizando un polémico divorcio en 1953. Los términos del mismo incluían una cuantiosa cifra que Alí Kahn debía pagar anualmente para la manutención de su hija y a la que su padre, el Aga Khan III, se opuso de manera radical.

Rita Hayworth abandonó el mundo de los palacios para regresar al de Hollywood, pero logró hacerlo, tras un sonado juicio, con un fondo de un millón y medio de dólares debajo del brazo para ella y su hija, pagado por su exmarido.