Madam C. J. Walker, de la calvicie a crear un imperio cosmético basado en el cabello
El hecho de que Netflix le dedicara una miniserie a Madam C. J. Walker y que Octavia Spencer fuera la encargada de darle vida logró desenterrar la historia de superación de la primera mujer millonaria de Estados Unidos
Palabras como ‘empoderamiento’, que ahora comprendemos con tanta facilidad, representaban hace apenas 100 años conceptos tan abstractos como inalcanzables. Así que cuando a Sarah Breedlove, siendo la primera persona nacida libre de su familia, se le pasó por la cabeza desarrollar su propia empresa de cosmética, nadie podría esperar que aquella mujer negra, hija de esclavos de plantaciones de algodón, terminaría entrando en el Libro Guinness como la primera mujer millonaria hecha a sí misma de los Estados Unidos.
Todo comenzó cuando Sarah reformuló un crecepelo que cayó en sus manos y comenzó a comercializarlo bajo el nombre de su marido, Charles Joseph Walker. En poco tiempo, su tenacidad y sus dotes innatas para el marketing lograron que el Wonderful Hair Grower de Madam C.J. Walker, un tratamiento especialmente formulado para tratar el cabello de las mujeres negras, fuera un éxito.
En 2020, Netflix estrenó una miniserie en la que arrojaba luz sobre la vida de la empresaria, desde sus difíciles comienzos hasta sus peleas con los inversores o sus cuantiosas donaciones a la YMCA (Asociación Cristiana de Hombres Jóvenes Afroamericanos) .
Resulta curioso que la historia de Sarah Breedlove en el mundo de la cosmética se iniciara cuando sus problemas de alopecia minaban su autoestima y se encontraba en un momento anímico muy bajo. “El pelo es poder, no os imagináis lo que es perderlo”, protesta Octavia Spencer al darle vida en la serie de Netflix. Tras años como lavandera, en los que, por su exigente entrega y falta de cuidados personales, su cuero cabelludo estaba repleto de calvas, la caspa obstruía los poros y el poco cabello que nacía crecía apenas unos centímetros.
Fue entonces cuando descubrió que cuidando su cuero cabelludo, retirando la descamación e hidratándolo se asentaba una base sobre la que el cabello podía crecer con fortaleza. ¿Suena de algo? La actual cosmética capilar ha reparado precisamente en lo mismo. 100 años después, scrubs capilares, sérums y champús son formulados para, justamente, exfoliar e hidratar el cuero cabelludo. El skinfication del cabello está en parte relacionado con este concepto.
Aunque existían fórmulas previas del denominado ‘maravilloso crecepelo’, Breedlove descubrió sus ingredientes, no exenta de polémica, y mejoró la fórmula, modificando aspectos tanto sensoriales como de textura, además de ampliar sus beneficios. “Aceite de coco y cera de abeja para la suavidad. Geranio y violetas para el olor”, detalla el libro 'Madam C.J. Walker crea una empresa’, de la colección ‘Vidas de niñas rebeldes’ de la editorial Destino.
Tras dar con su cóctel mágico, tomó una de las decisiones que, en parte, motivó su acción empresarial, en parte disparó su éxito. En el Estados Unidos de comienzos del siglo XIX, el claim que se utilizaba para dirigirse a las mujeres negras era el de animarlas a parecerse más a las mujeres blancas. Traducido al terreno capilar, la tendencia era querer alisarse el pelo. Sarah Breedlove lo cambió todo al apostar por embellecer el cabello rizado, sin pretender ser algo que no era.
Contando su propia historia de superación, Breedlove se acercaba a las mujeres reales y las ayudaba a cuidar su cabello. En poco tiempo, la popularidad de su crecepelo -una manteca aplicada minuciosamente en la raíz del cabello, sección a sección, como su madre hacía cuando ella era pequeña- aumentó tanto que Sarah decidió ampliar el negocio y no solo producir más unidades del producto o rebajar su precio, sino que lanzó una completa línea de cuidado del cabello.
Convirtió su propio hogar en una fábrica, trasladando su residencia allí donde hubiera un nuevo mercado, y llegaron los propios salones Madam C. J. Walker. Una de sus máximas fue emplear a mujeres negras y ayudarlas a hacerse autosuficientes económicamente. “Gana siempre tu dinero” es una de esas frases que la ficción de Netflix logra que se te grabe a fuego en la mente.
A su muerte, en 1919, su patrimonio neto superaba el millón de dólares, hito que le valió para entrar en el Libro Guinness de los Récords como la primera mujer en hacerse millonaria en Estados Unidos. Pero, además de levantar un imperio, con una marca cosmética que aun a día de hoy sigue vendiendo productos capilares, la labor filantrópica de Sarah Breedlove conllevó donaciones a colegios negros, organizaciones de servicios sociales y a instituciones culturales, además de unir fuerzas junto a Ida B Wells, W.E.B. Dubois y James Weldon Johnson para apoyar los movimientos antilinchamiento.
Palabras como ‘empoderamiento’, que ahora comprendemos con tanta facilidad, representaban hace apenas 100 años conceptos tan abstractos como inalcanzables. Así que cuando a Sarah Breedlove, siendo la primera persona nacida libre de su familia, se le pasó por la cabeza desarrollar su propia empresa de cosmética, nadie podría esperar que aquella mujer negra, hija de esclavos de plantaciones de algodón, terminaría entrando en el Libro Guinness como la primera mujer millonaria hecha a sí misma de los Estados Unidos.