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El auge del naked dress: por qué las famosas se gastan fortunas en ir (casi) desnudas
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El auge del naked dress: por qué las famosas se gastan fortunas en ir (casi) desnudas

Kim Kardashian, Kendall Jenner, Jennifer Lopez... La nómina de 'celebs' que han optado por lucir un vestido transparente resulta infinita. Pero ¿por qué se ha puesto tan de moda?

Foto: Kendall Jenner es una de las adeptas a estos tipos de diseño. En la foto, ¿vestida? de Cavalli para la 68 edición del Festival de Cannes. (Foto: Gtres)
Kendall Jenner es una de las adeptas a estos tipos de diseño. En la foto, ¿vestida? de Cavalli para la 68 edición del Festival de Cannes. (Foto: Gtres)

El 'naked dress' hizo un inesperado regreso en 2014 de la mano –y ante todo, del cuerpo– de Rihanna, que en los CFDA dejó al mundo boquiabierto con su vestido de Adam Selman. Desde entonces, la moda ha luchado por acercarse –con menor o mayor sutileza– al arte del desnudo con sugerentes aberturas –¿recuerdas el pelvage?–, escotes vertiginosos –¿acaso has olvidado el underboob?– y transparencias infinitas. Por mucho que Carolina Herrera, detractora de esta tendencia, quiera borrar del mapa el fenómeno de posar prácticamente desnuda sobre una alfombra roja, el naked dress (o vestido desnudo) ha vuelto con más fuerza que nunca. Como no podía ser de otra forma, la celebrity que se ha encargado de llevar el desnudo más allá en cualquier ceremonia es Kim Kardashian, que ha recorrido las calles enfundada en un vestido totalmente transparente de Helmut Lang. Kim lo acompaña de zapatos de plexiglás de Yeezy y trench de la colección primavera/verano 2001 de Raf Simons.

Jennifer Lopez ha celebrado su 48 cumpleaños con un vestido de Bao Tranchi y zapatos de Jimmy Choo, aunque dudamos que alguien se fijara en sus tacones. Su 'little black dress' no solo tenía aberturas imposibles y un largo no apto para cardíacos, sino que llevaba las transparencias a un nuevo nivel: el del desnudo.

Foto: Selfies de una Jennifer Lopez de 48 que no aparenta ni 31. (Instagram: @Jlo)

Las celebrities apuestan por grandes firmas para (des)vestirse y no es extraño preguntarse la razón por la que alguien se gasta miles de euros en un vestido con el que ir desnudo. ¿Estamos ante la versión glamurosa y 'mainstream' de 'El traje nuevo del emperador'? El término 'naked dress' lo acuñó el personaje de Charlotte, de 'Sexo en Nueva York', en el capítulo en el que Carrie se enfunda en un diseño de DKNY para acudir a su primera cita con Mr Big. Sus amigas señalaron que era impensable que no tuviera sexo esa noche con semejante atuendo y razón no les faltaba. Ni a Carrie valor, porque me pregunto a cuántas de nosotras se nos ocurriría presentarnos de semejante guisa en una primera, segunda, o tercera cita.

Bella Hadid, en la gala amfAR, vestida de Ralph and Russo. (Gtres)Fuera de la pantalla, el naked dress no busca sexo, sino que une la intención de presumir de silueta y la valentía y la maestría de hacer un arriesgado y maestro uso de la moda. Porque llevar un vestido de esta tipología con bragas color carne de tamaño XL, como hizo Bella Hadid con su diseño de Ralph and Russo, no es una llamada al sexo, sino un ejercicio de estilo. Y por supuesto, un alarde, porque las grandes defensoras de este atuendo son mujeres que viven por y de su cuerpo. No habíamos reparado con tanta atención en los abdominales de JLo, por mucho que estemos acostumbrados a verla con crop tops, hasta que no se enfundó en su vestido transparente, ese con el que presumía de oblicuos mediante su abertura infinita lateral y de tableta de chocolate frontal gracias a las transparencias. Porque estos diseños vienen a ser el marco que encuadra la obra magna de quien la lleva: su cuerpo.

La mayoría de los naked dresses que vemos sobre la alfombra roja son vestidos hechos a medida y esa es una de las razones por las que nos fascinan: jamás podremos tener uno. El vestido de Adam Selman de Rihanna contaba con 230.000 cristales de Swarovski cosidos a mano. Intenta llevar un modelo low cost y verás cómo los brillantes comienzan a desplomarse en el instante en el que te sientas y comprueba cómo terminas –ahora sí– desnuda.

Excepciones en el día a día

Las celebrities que se atreven con estos vestidos, por ende, tienen dinero, la ocasión perfecta para llevarlo y un cuerpo de infarto. ¿Te atreverías con uno de similares caracterísicas para ir al supermercado o a merendar con tu madre? Porque como dice Tina Fey en su libro 'Bossypants', tener el cuerpo perfecto que exige la sociedad no está al alcance de todas. Ella señala que se espera que las mujeres tengan ojos azules, labios carnosos, nariz pequeña, piel impoluta con un bronceado californiano, el trasero de una bailarina jamaicana, las interminables piernas de una sueca, los pies de una japonesa, abdominales definidos y pechos de muñeca. Y como Fey advierte, la persona más cercana a haber logrado esta estética es Kim Kardashian. Y por ello, suponemos, ella sí puede llevar el naked dress fuera de la alfombra roja.

placeholder Kim Kardashian con vestido de Helmut Lang y trench de Raf Simons. (Foto: Instagram)
Kim Kardashian con vestido de Helmut Lang y trench de Raf Simons. (Foto: Instagram)

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El 'naked dress' hizo un inesperado regreso en 2014 de la mano –y ante todo, del cuerpo– de Rihanna, que en los CFDA dejó al mundo boquiabierto con su vestido de Adam Selman. Desde entonces, la moda ha luchado por acercarse –con menor o mayor sutileza– al arte del desnudo con sugerentes aberturas –¿recuerdas el pelvage?–, escotes vertiginosos –¿acaso has olvidado el underboob?– y transparencias infinitas. Por mucho que Carolina Herrera, detractora de esta tendencia, quiera borrar del mapa el fenómeno de posar prácticamente desnuda sobre una alfombra roja, el naked dress (o vestido desnudo) ha vuelto con más fuerza que nunca. Como no podía ser de otra forma, la celebrity que se ha encargado de llevar el desnudo más allá en cualquier ceremonia es Kim Kardashian, que ha recorrido las calles enfundada en un vestido totalmente transparente de Helmut Lang. Kim lo acompaña de zapatos de plexiglás de Yeezy y trench de la colección primavera/verano 2001 de Raf Simons.

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