El caftán, el vestido que llevan las famosas que reinará con tus bikinis y bañadores
Llegó el momento de reivindicar esta prenda que funciona como look playero pero también para deslumbrar de noche
La memoria histórica en la moda es una fuente de inspiración inagotable. Aunque no es del todo cierto esa frase hecha que asegura que 'todo está inventado', es indudable que una de las formas más potentes de transformación de la moda contemporánea se produce a través de la actualización de prendas y tendencias propias del pasado. Lo hemos visto en los últimos años con el ‘revival’ noventero que nos ha llevado a muchos a vestir como nuestras madres, y lo seguimos viendo en la actualidad con la influencia del armario de los 70, plenamente vigente en la actualidad.
Dentro de las innumerables influencias de dicha época en las colecciones contemporáneas de ropa y accesorios, asoma el caftán, esa prenda “amplia y larga, sin cuello y con mangas anchas”, tal y como la define la RAE, vinculada culturalmente a los países musulmanes, especialmente a Marruecos.
A diferencia de lo que ocurre con otras tendencias de la segunda mitad del siglo pasado, como el pantalón de campana o la minifalda, se sigue viendo el caftán como una prenda exótica, pese a que llevamos casi seis décadas vistiéndola en Occidente —por no hablar de sus similitudes con túnicas propias de culturas más cercanas, como es el caso de la romana, referencia que cita Daniel Delis Hill en 'The History of World Costume and Fashion' (2011)—.
En realidad, diversas teorías históricas señalan que el caftán es propio de Mesopotamia, y lo más parecido a su versión contemporánea enlaza con el Imperio persa y el otomano. Así lo asegura, por ejemplo, el Met de Nueva York, que cuenta con diversos caftanes en su colección: “El tipo de prenda denominada caftán era conocida en Persia y el Imperio otomano antes de llegar a Marruecos, probablemente en el siglo XVI”, dice. En cualquier caso, hay abundantes evidencias históricas del vínculo cultural entre este y la sociedad marroquí, y también de su carácter lujoso. No en vano, se utilizaban históricamente para su confección tejidos como el brocado de seda o el terciopelo. Estos, añaden desde el Met, “estaban reservados para ocasiones especiales”.
Esta relación histórica entre lujo y el caftán se mantiene cuando la prenda da el salto, ya en el siglo XX, a la moda occidental. Si bien no es hasta los años 60 cuando esta prenda toma vuelo en el armario femenino, fue de la mano de diseñadores de comienzos de siglo como Paul Poiret o Mariano Fortuny —pintor de obras tan conocidas como Los ojos del pintor en el jardín japonés, visitante en el museo de El Prado de Madrid— cuando el caftán se introduce en el armario femenino.
En los años 50, la prenda conquista a celebrities de la talla de Elisabeth Taylor, que en los 60 se convierte en la gran embajadora del caftán, prenda de moda hasta mediados de los años 70. La actriz no fue la única estrella femenina de la época que lo llevó a menudo en dichas décadas —Diana Ross o Raffaella Carrà, por citar dos nombres muy conocidos, lo hicieron—, pero sí fue quien convirtió al caftán en seña de identidad de su imagen personal.
No en vano, existen numerosas portadas de revista y fotografías en las que posa con uno de los muchos caftanes que coleccionó a lo largo de su vida. Varios se subastaron años después en Christie's, y acabaron en manos de mujeres como Naomi Campbell o la diseñadora Anna Sui, entre otras personas.
Desde mediados de los 70 hasta bien entrada en la década pasada, el caftán quedó relegado a apariciones puntuales, como destellos de luz, en las colecciones de moda urbana. Quedó encasillado en todo ese tiempo como alternativa estilosa, elegante y sofisticada al vestido playero, hasta que lo recuperaron para sus colecciones diseñadores como Tom Ford o Stella McCartney. Parecía que el segundo lustro de la década del 2010 el caftán tomaría impulso, pero eso no ha ocurrido hasta que el año pasado se empezó a vitalizar su uso entre las mujeres que crean tendencia, ya sea en las redes o en las revistas. Es el caso de nombres tan diversos como Kate Moss, Nieves Álvarez o Jennifer Lopez. Todas tienen en común que o bien el año pasado o en lo que llevamos de 2022 han presumido de caftán.
La versatilidad y el confort que ofrece esta prenda actualizada sin renunciar al estilo es su gran virtud diferencial. Puedes optar por un diseño lujoso, fabricado en materiales nobles, como vestido de invitada o noche, o bien optar por caftanes más humildes y ligeros, incluso en versión corta, ideales para llevar en looks informales o como ropa de playa. Estos últimos se adaptan también a las mil maravillas a combinaciones con pantalones vaqueros o de lino debajo. Esto, unido a la cantidad de estampados y colores en los que se diseñan en firmas accesibles para todas, hace que sea realmente difícil que no encuentres este verano el caftán que encaja con tu estilo personal.
La memoria histórica en la moda es una fuente de inspiración inagotable. Aunque no es del todo cierto esa frase hecha que asegura que 'todo está inventado', es indudable que una de las formas más potentes de transformación de la moda contemporánea se produce a través de la actualización de prendas y tendencias propias del pasado. Lo hemos visto en los últimos años con el ‘revival’ noventero que nos ha llevado a muchos a vestir como nuestras madres, y lo seguimos viendo en la actualidad con la influencia del armario de los 70, plenamente vigente en la actualidad.