Royal Mansour: así se come en el hotel del rey de Marruecos
Una medina dentro de la medina de Marrakech, un oasis palaciego levantado por 1.500 artesanos donde disfrutar del lujo en sus 53 riads y del sabor de estos reconocidos chefs Michelin
Desde su apertura en 2010, Royal Mansour Marrakech ha sido reflejo como pocos de la magia y el exotismo marroquí, un escenario en el que sentirse parte de la privilegiada realeza, parte de una leyenda. Propiedad del rey, este auténtico palacio en una finca de cinco hectáreas junto a la plaza Yamaa el Fna ofrece 53 riads privados por habitaciones que son palacetes de ensueño (por supuesto todos con esmerado servicio de mayordomía). Se esconden en espectaculares jardines en los que también se levantan 2.500 metros cuadrados de spa y varios restaurantes que hacen de este hotel, sin duda, uno de los más especiales del mundo. Su apuesta culinaria no lo es menos.
Sesamo es el nuevo concepto gastronómico aquí. Creado por Massimiliano Alajmo, cabeza visible del grupo de restauración homónimo con reputados negocios en Italia o Francia y cuyo restaurante Le Calandre, en su Padua natal, ostenta tres estrellas Michelin, es el primer proyecto de este cocinero asociado a un hotel internacional de este calibre. Junto a su hermano Raffaele, asegura que se enamoró, sobre todo, de la artesanía del Royal Mansour y de su gran lujo discreto, no obstante, coincidente con los mismos valores de sus innovadores fogones, con la atención al detalle como pilar. Respetar y condimentar los productos locales sin alejarse demasiado de la cocina tradicional italiana ha sido su objetivo a la hora de crear Sesamo con unos menús trabajados, pero de apariencia sencilla y familiar en un entorno que combina 'Las mil y una noches' y la Venecia más elitista y romántica.
Platos clásicos y otros diseñados especialmente para Royal Mansour componen carta y degustaciones como la Pasta Mardi, centrada en la pasta y más económica (70 euros, solo los martes) o la principal Apriti Sesamo (125 euros), que sintetiza bien unos y otros. El cappuccino majorelle, hecho con puré de patata y tinta de calamar, es el arranque contemporáneo. El carpaccio de carne de res ahumada con setas y una sabrosa salsa de ventresca de atún prosigue como un imaginativo vitello tonnato.
Con protagonismo del mar llega también la pizzeta ahumada con atún crudo, salsa de algas y calamar al sésamo. Un guiño al centro del país transalpino, para contentar a todos los paladares de la variedad de huéspedes y de clientes que vienen solo a comer o cenar, es la receta de gnocchi con la tradicional salsa amatriciana. Lo marino y lo terrestre vuelven a unirse en los ravioli de burrata con buen fondo de salsa guazzetto de pescado y tomate fileteado. El rodaballo braseado con alcachofas y bergamota es el punto y final antes del postre estrella: la esfera de turrón con sésamo, sorbete de almendra, mandarina y azafrán (las notas de especias, vegetales, frutas y aromáticas plantadas en los propios jardines de Royal Mansour ya se ve que son constantes).
Italia inspira también el fastuoso interiorismo y diseño exterior de Sesamo. Fabrice Bourg y Nicolas Papamiltiadès, los fundadores de la agencia 3BIS, han creado un restaurante con influencias venecianas manteniéndose a la par con el conjunto marroquí a base de grandes y espaciosas habitaciones y marquetería de mármol y ónix en los techos y suelos. Lo antiguo y lo nuevo se mezcla una vez más mostrando el talento de los artesanos locales, jugando con el color y la luz, las piezas vintage y actuales… Es imponente a la vez que íntimo y encantador. Como todo aquí.
Además de Sesamo, el hotel cuenta con otros dos restaurantes comandados, en este caso, por otro cocinero que ha alcanzado la gloria de las tres estrellas: Yannick Alléno (Alléno Paris). En Le Jardin, junto a la monumental piscina, se paladea una cocina de influencia asiática inspirada en las historias del gran viajero Ibn Battuta. Su menú incluye platos ligeros a la parrilla y sushi de la más alta calidad. En estos exteriores, ideados por cierto por el paisajista español Luis Vallejo, se puede además gozar de una exclusiva experiencia gastronómica privada elevada sobre los árboles para un máximo de ocho huéspedes. Y merece la pena igual que la merece encargar una cena a la luz de las velas en la azotea o salones de cualquier riad.
Royal Mansour acaba de reabrir también pospandemia, con un nuevo menú, de la mano de este mismo chef, su enseña La Grande Table Marocaine, el 'fine dining' miembro del prestigioso sello Les Grandes Tables du Monde. Jérôme Videau, cocinero ejecutivo del hotel y viejo conocido de Alléno desde sus inicios en París, es el encargado de plasmar día a día la creatividad de los estrellados profesionales que asesoran las cartas, combinándola con su bagaje y buena mano. Él define lo que brota de este espacio como “cocina marroquí evolucionada, tradicional pero elevada con innovación de hoy”. Es muy interesante la aproximación a la culinaria del país que nos adelanta Jean-Paul Unzueta, director de alimentación y bebidas: “Queremos representar las diferentes regiones y vamos cambiando los menús para que la gente conozca otros estilos y elaboraciones que son menos habituales”.
Un bistró francés es otro de los próximos proyectos a nivel restauración de este fantástico destino en sí mismo que salvaguarda la esencia más sofisticada de Marrakech, junto a la ciudad antigua y sin necesidad de salir de sus muros.
SESAMO, ROYAL MANSOUR MARRAKECH
Abou Abbas El Sebti، 40000, Marruecos
Horario: lunes a domingo de 12 a 16 horas y de 19 a 23 horas.
Precio medio: a partir de 70 euros
Teléfono: +212 5248-08282
Desde su apertura en 2010, Royal Mansour Marrakech ha sido reflejo como pocos de la magia y el exotismo marroquí, un escenario en el que sentirse parte de la privilegiada realeza, parte de una leyenda. Propiedad del rey, este auténtico palacio en una finca de cinco hectáreas junto a la plaza Yamaa el Fna ofrece 53 riads privados por habitaciones que son palacetes de ensueño (por supuesto todos con esmerado servicio de mayordomía). Se esconden en espectaculares jardines en los que también se levantan 2.500 metros cuadrados de spa y varios restaurantes que hacen de este hotel, sin duda, uno de los más especiales del mundo. Su apuesta culinaria no lo es menos.