La 'hermandad' del rey Juan Carlos I y Hassan de Marruecos que no han heredado sus hijos
Felipe VI, de 53 años, y Mohamed VI, de 57, son de la misma generación, pero apenas se han tratado. Tienen poco en común
Don Juan Carlos y el rey Hassan II de Marruecos se llamaban a veces 'hermanos', una palabra a la que los árabes recurren para describir la amistad, un gran afecto mutuo. Felipe VI nunca llamará 'hermano' a Mohamed VI por mucho que su relación sea cordial, ni desempeñará un papel amortiguador aunque surjan crisis entre los dos países vecinos como lo pudo hacer su padre.
Las autoridades de Marruecos empezaron a tensar la cuerda con España el pasado mes de diciembre y desataron la crisis bilateral a finales de abril cuando se enteraron de que el Gobierno español había decidido acoger, en un hospital de Logroño, a Brahim Ghali, el líder del Frente Polisario que reivindica la autodeterminación del Sáhara Occidental controlado por Rabat. Ghali padecía covid-19 y por eso fue hospitalizado en La Rioja.
El presidente Pedro Sánchez informó el martes pasado, desde las escalinatas del palacio de la Moncloa, que había mantenido una conversación con Felipe VI sobre la crisis con Marruecos, pero el monarca español no recibió ningún encargo de intentar tender puentes con Mohamed VI. Sánchez sabe muy bien que su relación no es tan estrecha como la de su padre con Hassan II.
Mohamed VI sí contactó al menos en una ocasión por teléfono con el palacio de la Zarzuela. Fue el 7 de agosto de 2014 y lo hizo para quejarse de que su lancha de recreo había sido interceptada por la Guardia Civil cuando cruzó las aguas de Ceuta al navegar de Mdiq (Rincón) a Tánger, a lo largo de la costa mediterránea marroquí.
Felipe VI “(…) tiene una mentalidad algo germánica y le cuesta mucho sintonizar con mentalidades orientales como la de nuestros vecinos”, explicaba años atrás Josep Piqué, el ministro de Asuntos Exteriores del Partido Popular que más viajó a Marruecos.
Felipe VI, de 53 años, y Mohamed VI, de 57, son de la misma generación, pero se han tratado poco. Nunca han compartido ocio. Los sucesivos Gobiernos españoles han intentado convencer al monarca alauí de que pasara vacaciones en España como lo hace en Turquía, Cuba, Florida o las islas Seychelles y, sobre todo, en Francia, donde posee un castillo en Betz, al noreste de París. Nunca ha querido. Si lo hubiese hecho, don Felipe se habría acercado probablemente a visitarle, como lo hizo su padre con Hassan II en Canarias o con el rey Fahd de Arabia Saudí en Marbella.
Desde que fue proclamado Rey, en 2014, Felipe VI ha viajado solo en dos ocasiones a Marruecos y Mohamed VI nunca ha pisado España. Tras su coronación, en julio de ese año, efectuó, acompañado por doña Letizia, un viaje relámpago para saludar al monarca alauí. Después fue necesario esperar cinco años más hasta que, por fin, tuvo lugar su primera visita de Estado a Marruecos.
Anunciada para el 9 de enero de 2018, la visita fue cancelada por el Palacio Real marroquí con menos de una semana de antelación. Rabat alegó entonces “motivos de agenda”, pero, en realidad, Mohamed VI quiso prolongar su estancia en París, donde pasaba las vacaciones de fin de año.
Hubo que esperar más de un año, hasta febrero de 2019, para que, por fin, la visita de los Reyes de España cupiera en la agenda del soberano alauí, que mientras tanto se había divorciado. Por eso, cuando Mohamed VI les acogió en Rabat el 13 de febrero de 2019, a su lado ya no estaba su exesposa, la princesa Lalla Salma, que fue sustituida por las hermanas del rey. A ojos de muchos marroquíes fue la constatación de que la pareja real se había disuelto.
Aquella visita de Estado fue la más corta de cuantas ha efectuado al extranjero un jefe de Estado español. Duró solo 24 horas. Se limitó a una breve estancia en Rabat con su correspondiente cena de gala. No incluyó ningún desplazamiento a Casablanca o a Tánger como se barajó en algunos de los programas preparatorios. Su carácter efímero quizás sea una indicación más de que entre ambos reyes no hay mucha sintonía.
La 'hermandad' entre el Rey emérito y Hassan II, que falleció en 1999, sí hizo que compartieran a veces su ocio -cazaron juntos en los setenta en España- y abarcaba incluso al príncipe Mulay Abdalá, el hermano del monarca alauí que falleció en 1983 con tan solo 48 años. A él se dirigió don Juan Carlos cuando, el 28 de enero de 1978, iniciaba junto a Hassan II una visita privada a Canarias. “Parece que los franceses van a detener a Madame Claude”, le comentó al pie de la escalerilla del avión. “¿Qué va a ser de nosotros?”, se preguntó preocupado el Rey de España.
Fernande Grudet, cuyo apodo era Madame Claude, dirigía en los años sesenta y setenta una red de prostitución de lujo cuyos clientes eran políticos y aristócratas residentes en buena parte de Europa. El juez instructor francés Jean-Louis Bruguière consiguió, a finales de la década de los setenta, que fuera condenada primero por fraude fiscal y después por proxenetismo. La anécdota del aeropuerto de Las Palmas ha sido narrada por el príncipe Mulay Hicham, hijo de Mulay Abdalá, en su libro 'Diario de un príncipe desterrado' (Planeta, 2015).
Pese a que compartía con él ratos de ocio, Hassan II no tenía un alto concepto del monarca español. Consideraba que no había tenido que luchar por su Corona. Quizás también se creía más listo que él porque en el otoño de 1975, cuando el príncipe Juan Carlos asumió temporalmente la jefatura del Estado al estar Franco gravemente enfermo, le arrancó hábilmente el Sáhara Occidental, según revelan documentos confidenciales de la CIA desclasificados en enero de 2017.
“Juanito”, como le llamaba Hassan II, se convirtió en “don Juan Carlos” a partir del 23-F. Ahí, al parar la intentona golpista, el Rey de España se ganó el respeto y el aprecio de su vecino del sur, según recordaban personajes que formaron parte de su entorno más inmediato.
El aprecio, que era mutuo, quedó puesto de manifiesto cuando el 25 de julio de 1999 a don Juan Carlos se le saltaron las lágrimas durante el funeral de Hassan II. “Le he dicho al rey Mohamed VI que lo mismo que era mi hermano mayor el rey Hassan II, ahora soy yo su hermano mayor”, declaró don Juan Carlos a la prensa con los ojos enrojecidos. El séquito diplomático del monarca español vaticinó entonces que su relación con el hijo sería tan intensa como la mantenida con el padre, pero las vicisitudes políticas y los deseos de emancipación del joven rey marroquí les impidieron alcanzar ese nivel de entendimiento.
El presidente Felipe González echó mano de don Juan Carlos para que se pusiera en contacto con Hassan II para allanar algunos problemas bilaterales, pero su sucesor, José María Aznar, se resistió a hacer otro tanto con Mohamed VI excepto en un par de ocasiones. “En una monarquía constitucional y en una democracia consolidada, las relaciones no las mantienen individualmente los jefes de Estado, las mantienen los Gobiernos de las naciones”, argumentaba.
Cuando a finales de 2000 se empezó a crispar la relación hispano-marroquí -el enfrentamiento por el islote de Perejil se produjo en julio de 2002- fue el propio Mohamed VI el que dejó de responder a las llamadas del Rey de España. Por eso, para animarle a mantener el contacto, este le regaló un móvil de última generación con su firma y la de doña Sofía grabadas en su tapa. El obsequio iba acompañado de una carta con su número de móvil en España, dejando así caer que sus llamadas serían bienvenidas.
Mohamed VI decidió celebrar su boda con Lalla Salma, de la que se divorció hace más de tres años, el 12 de julio de 2002, durante la crisis del islote de Perejil, y el Gobierno de Aznar prohibió a don Juan Carlos, e incluso a cualquier miembro de la familia real, acudir a la boda. No se le hizo ni un regalo porque el cuadro del pintor valenciano Manolo Valdés que se le iba a regalar no llegó a entrar en la bodega del avión de Iberia que lo trasladaría a Casablanca. Hubo que esperar tres años, hasta enero de 2005, para que con la visita de Estado de los Reyes de España a Marruecos la relación quedase plenamente normalizada.
Don Juan Carlos y el rey Hassan II de Marruecos se llamaban a veces 'hermanos', una palabra a la que los árabes recurren para describir la amistad, un gran afecto mutuo. Felipe VI nunca llamará 'hermano' a Mohamed VI por mucho que su relación sea cordial, ni desempeñará un papel amortiguador aunque surjan crisis entre los dos países vecinos como lo pudo hacer su padre.
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