Avellaneda nos descubre los secretos de la reforma integral de El Rincón: de palacio en ruinas a restaurante de lujo

“Para mi todos los esfuerzos que estoy haciendo por El Rincón son un acto de amor y de respeto hacia mi padre porque realmente podría estar dedicando mi tiempo posiblemente a oficios más lucrativos que estar reformando un castillo en mitad de Aldea del Fresno. Pero es verdad que es parte de mi historia con mi padre y entonces por eso lo hago. Gracias a él soy chef”. Con estas palabras, Tamara Falcó, protagonista de su propio reality en Netflix (‘La marquesa’), resume lo complicado que ha sido cumplir uno de los últimos grandes sueños de Carlos Falcó: abrir un restaurante en el que fuera su residencia durante tantos años.

Una transformación de un castillo en ruinas a restaurante de alto nivel que la marquesa de Griñón narra durante los seis capítulos que dura esta docuserie y en la que no estuvo sola. Chez Tami, nombre que finalmente recibe este restaurante efímero ubicado a una hora en coche de Madrid, no habría sido posible sin su ‘partner in crime’, Juan Avellaneda.

Un tandem indisoluble que en dos meses de obras, viajes a París y a Castellón, muchas horas sin dormir y grandes quebraderos de cabeza consiguieron la proeza de cumplir a tiempo con el encargo y servir una cena para 14 comensales en el que será uno de los grandes reclamos gastronómicos de la temporada que viene.

Aunque aún no hay fecha para su gran apertura, está previsto que el nuevo El Rincón abra sus puertas al público a partir del otoño que viene. Una experiencia inmersiva avalada por Martín Berasategui en las cocinas y por Isabel Preysler en cuanto a la decoración, de la que tenemos todos los detalles de la mano de uno de sus dos protagonistas.

De dónde es el papel de las paredes, las telas de las cortinas, las vajillas y hasta los grifos del aseo. No hay secretos para Vanitatis en este aspecto. Así, nos hemos “colado” en el ‘extreme makeover’ de este imponente palacio castellano convertido en el ‘place to be’ de 2023.

Una lucha contra los elementos

“El Rincón está siendo una lucha contrarreloj, una lucha contra los elementos”, confesaba Tamara a cámara nada más terminar una de las visitas a la que fue durante toda su vida la residencia de su padre. Y es que a pesar de que vivió allí hasta el último día de su vida (falleció hace dos años a consecuencia de las complicaciones derivadas del coronavirus), el palacio estaba en un estado deplorable. Desconchones en las paredes, humedades, mala electricidad, peor fontanería… Y unos techos que se caían.

Tras contar con al menos media docena de proveedores (de pintores a fontaneros, pasando por expertos en iluminación y floristas), la versión de la hija de Preysler cambiaba totalmente a apenas 24 horas de la gran inauguración que hizo para su familia y amigos. “El Rincón está burbujeante”.

Una transformación radical que, en palabras de su hija, habría emocionado mucho al marqués de Griñón, presente en este proceso del que tenemos todos los detalles. “Mi padre es la razón por la que estamos haciendo todos esto: está presente en el aceite, en el menú, en los vinos y hasta en la elección de los colores”.

El salón verde

Una de las grandes obsesiones de Tamara durante la transformación de El Rincón era que fuera radical sin que se notara. Tal y como nos ha confesado el propio Avellaneda en conversación con Vanitatis, “la idea era recuperar el esplendor del palacio, aportando un toque de modernidad pero sin que quedase como un pegote”. Por ello, recuperaron algunos de los muebles que ya existían en esas y otras zonas de la casa, los restauraron y tapizaron en función de las necesidades de cada objeto, reubicaron otros y hasta encontraron la tonalidad de verde original de una de las salas, una de las más importantes de esta experiencia inmersiva.

Tamara quería seguir sintiéndose en 'su palacio' y lo ha conseguido. Para el salón en el que se sirven los cócteles y los aperitivos, Falcó y Avellaneda rescataron los sofás tipo chester originales retapizándolos en un tono verde salido de las increibles telas del grupo Güell Lamadrid.

Partiendo del estampado Queensland (floral de corte romántico, flores, pájaros, mariposas sobre lino 100% en color natural) fueron eligiendo el resto de tejidos engamados con este, elegido para las cortinas que se ven nada más entrar en la sala.

Los cojines del sofá, parte diseñados por Avellaneda y parte de la casa reubicados allí, combinaban a la perfección con otros comprados en Kelly Deco, hechos con telas antiguas de casullas de sacerdotes. Un claro guiño a la identidad de Tamara y a su fe, tan presente durante este proceso.

La chimenea

La zona de la chimenea que preside el fondo de esta sala también ha experimentado una transformación bastante radical. Sobre todo en cuanto a la decoración, de nuevo poniendo el foco en los tejidos.

En esta ocasión, se decantaron por la colección Palawan, que recibe su nombre de una de las islas más bonitas del mundo ubicada casualmente en Filipinas. Confeccionadas también en lino 100% natural, engamaban a la perfección con el salón verde creando una estancia totalmente nueva gracias, en gran parte, a los espectaculares arreglos florales creados por una de las floristerías de cabecera de Isabel Preysler y sus hijas.

Hablamos de Floreale, una de las empresas favoritas de la jet y las marcas de lujo, presentes en bodas y grandes fiestas de rostros tan conocidos como los de esta familia y también a partir de ahora en el que será el primer paso de Tamara en el mundo de la gastronomía.

El comedor de época

En cuanto al comedor, la aristócrata y el diseñador quisieron de nuevo alterar al mínimo posible la esencia de esta estancia tan solo sustituyendo las piezas indispensables. La mesa, capaz de albergar hasta 14 comensales, se restauró y se mantuvo mientras las sillas que hacían juego fueron sustituidas por otras que modernizaran la estancia y la descargaran ligeramente del cargado estilo castellano propio de la decoración del palacio.

Para ello, recurrieron a piezas antiguas renovadas que encontraron en Dnuevo Art, una tienda de antigüedades muy famosa en la plataforma de muebles de segunda mano Wallapop.

Allí adquirieron dos juegos de sillas: unos sillones en madera natural de mouton francesa con un tapizado de Arequipa y tachuelas y unas sillas Luis XV de rejilla que combinaban a la perfección.

Para servir la mesa, “Tamara rescató una de las vajillas originales de El Rincón”, continúa el diseñador. “Sabía que había una que le gustaba mucho, la encontró y fue la que utilizó para ese primer servicio”.

La combinó con unos platos de pan diseñados por ella misma con ayuda de Bárbara Pan de Soraluce (‘Los platos de pan’), íntima amiga de su madre. La vajilla perfecta para servir la interpretación que hizo la aristócrata del menú de boda de su tía abuela Paloma y su marido, el tío Pepito, inspiración de todo este proyecto.

El baño con sello Avellaneda

No obstante, una de las estancias renovadas que más ha llamado la atención a los espectadores (y que además fue muy alabado por Preysler durante el rodaje) fue el aseo que reformaron para dar servicio a la sala.

Un pequeño habitáculo para el que eligieron uno de los papeles pintados más llamativos del catálogo de Güell Lamadrid, el diseñado por Juan Avellaneda y que la propia Tamara tiene, a su vez, en su vestidor en Madrid.

Este diseño, de estilo chinoisserie en un potente tono rojo (que también ha servido para una de las colecciones de blazers y complementos de Avellaneda) combinaba a la perfección con la grifería de inspiración antigua de Porcelanosa, marca de la que Tamara es embajadora y que también diseñó las modernas cocinas del palacio para convertirlas en un espacio de alta cocina.

Una auténtica transformación radical que nos abre el apetito de más. ¿Protagonizarán Tamara y Avellaneda un reality de decoración de palacios en ruinas?