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El auténtico chiringuito de Ibiza es el de María
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El auténtico chiringuito de Ibiza es el de María

El local lleva alegrando la mesa de sus clientes desde 1979, aunque hasta hace no mucho era una pequeña joya escondida

Foto: Imagen del chiringuito de María al atardecer. (R.P.)
Imagen del chiringuito de María al atardecer. (R.P.)

En la isla escaparate o pasarela, que en tantos sentidos es Ibiza, abundan los restaurantes, muchas veces efímeros, en los que dejarse ver importa más que comer bien. O aquellos otros tan prohibitivos por su precio y/o aforo que se convierten en el paradigma de la exclusividad. En el paraíso de los buscadores de experiencias singulares y excluyentes. En los lugares ideales para esos a los que les importa tanto estar ellos como que no puedan hacerlo los demás.

El epítome de esta clase de establecimientos es, sin duda, Sublimotion, el restaurante más caro del planeta (1.500€ menú) que, además, únicamente está accesible para 12 comensales cada noche y solo durante unos meses al año. La antítesis de esto es el clásico chiringuito playero. Ese modesto quiosquillo tan pegadito al agua que salpica. Con las mesas en la misma arena, la carta cantada por el camarero, las clásicas sombrillas de siempre… Ese lugar que lleva toda la vida en el mismo sitio, sirviendo siempre lo mismo y, probablemente, regentado a lo largo de generaciones por la misma familia que lo montó en su día. Esta descripción que seguro retrotrae a los más talluditos a aquellos pretéritos estíos sesenteros o setenteros de la infancia o adolescencia en los que se llegaba en el 600 familiar al verano de la populosa costa levantina: playa de San Juan, Gandía, Cullera… Aquel tipo de chiringuito todavía es posible disfrutarlo hoy en el corazón mismo de la isla más cool, más chic y más deseada por la jet internacional. Ese chiringuito es el de María, al final de la playa de Talamanca, en Sa Punta.

placeholder El chiringuito de María, al atardecer. (R.P.)
El chiringuito de María, al atardecer. (R.P.)

En Ibiza, hace mucho tiempo que el concepto de chiringuito no responde ya a definiciones tan elementales y básicas como las descritas anteriormente. Establecimientos como Can Pujol, Sa Caleta, Es Torrent, Port Balansat o Can Salvador, que en sus inicios arrancaron como modestos quioscos o localitos de playa, hoy día son estupendos restaurantes al borde del mar, que ofrecen interesantes propuestas de la mejor cocina ibicenca y que, en muchos casos, se mantienen abiertos todo el año.

Podríamos decir que el último chiringuito genuino que sobrevive en Ibiza está situado en la punta de Sa Punta, o lo que es lo mismo, en el extremo más oriental de la bahía de Talamanca, justo donde termina cualquier atisbo de asfalto o área urbanizada. Al chiringuito de María, de María y Paco o de Sa Punta, que de estas diferentes maneras es conocido, se llega después de atravesar el polvoriento y pedregoso tramo que separa nuestro chiringuito del embarcadero de Sa Punta.

Este emblemático establecimiento lo fundaron hace 43 años María y su marido Paco. Aunque actualmente María ya no cocina, no deja de ir ni un solo día a su querido chiringuito. La dirección del veterano local corre ahora a cargo de su sobrino Samar, quien se encarga de dinamizar a cocineros y camareros para que la breve carta del local fluya con agilidad en las mesas de su diversa parroquia multinacional.

placeholder María, el alma del chiringuito. (R.P.)
María, el alma del chiringuito. (R.P.)

El chiringuito de María está encaramado sobre un extenso y abrupto roquedal entre sabinas y lentiscos. La configuración del quiosco no puede ser más básica: un par de estructuras con aire de barracones provisionales, una minúscula barra que, más que para tomar algo el que espera, funciona como mostrador para que Paco y el resto de los camareros realicen y retiren los pedidos. Cuatro o cinco mesas corridas de madera y luego, sembradas entre los huecos que dejan las rocas, una veintena de pequeñas mesas con sillas y sombrillas playeras.

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En este auténtico chiringuito, las opciones gastronómicas son pocas pero buenas. Atento a Samar porque él será el que, de viva voz y en cualquiera de los 5 o 6 idiomas que domina, te cuente lo que hay, distinguiendo siempre entre el pescado fresco local y lo que viene de fuera. De la zona: gambas, sepia, sirvia, mero, sepia, doradas, lubinas… De otras costas, por ejemplo, unas sabrosísimas sardinas y un riquísimo atún.

placeholder Algunos de los platos servidos en el local. (R.P.)
Algunos de los platos servidos en el local. (R.P.)

La preparación no puede ser más sencilla y sabrosa. Todo a la plancha y siempre en su justo punto: ni pasado, ni crudo. Los pescados se presentan en pequeñas fuentes individuales, acompañados de una ensalada, mitad verde y mitad campera. Para los menos ictiófagos, siempre habrá unas sabrosas chuletillas de cordero o un buen entrecot que llevarse a la boca. Aunque existen varias opciones de postre, no hay que irse sin probar el flaó (la clásica tarta de queso ibicenca aromatizada con hierbabuena) y el café caleta, típico de la isla y que se prepara añadiendo brandy o ron y canela.

placeholder En los fogones del chiringuito. (R.P.)
En los fogones del chiringuito. (R.P.)

Como en los clásicos chiringuitos de antaño, en el de María tampoco se reserva, ni se aceptan tarjetas, o sea que hay que armarse de paciencia y metálico, y procurar dejarse caer por allí, o antes de las dos, para comer, o hacia las ocho y media, para cenar. Aparte de unos platos y un servicio estupendos, disfrutarás de unas privilegiadas vistas de Dalt Vila, y si vas por la tarde, también de unas magníficas puestas de sol.

placeholder Vistas sobre Dalt Vila al atardecer. (R.P.)
Vistas sobre Dalt Vila al atardecer. (R.P.)

Hasta no hace mucho, el chiringuito de María era cosa de despistados que llegaban al modesto establecimiento por casualidad, o de iniciados que sabían apreciar la excelencia de su materia prima y de su sencillo hacer culinario. Después de que la Guía Repsol le haya dado este año una distinción, es posible que este delicioso lugar sea futuro objetivo de la legión de influencers y destino obligado, como ineludible 'place to be', para los más esnobs. Algunos lo sentiremos de verdad.

En Ibiza, cada año aparecen multitud de nuevas iniciativas en el mundo de la restauración. Muchas duran escasamente lo que dura el verano. Bastantes aguantan un par de temporadas y únicamente unas pocas se consolidan y permanecen fieles a su esencia a lo largo del tiempo. El chiringuito de María lleva alegrando la mesa de sus clientes desde 1979, y que sea por muchos, muchos años más… Y yo que lo vea, y lo disfrute.

En la isla escaparate o pasarela, que en tantos sentidos es Ibiza, abundan los restaurantes, muchas veces efímeros, en los que dejarse ver importa más que comer bien. O aquellos otros tan prohibitivos por su precio y/o aforo que se convierten en el paradigma de la exclusividad. En el paraíso de los buscadores de experiencias singulares y excluyentes. En los lugares ideales para esos a los que les importa tanto estar ellos como que no puedan hacerlo los demás.

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