Este es el restaurante de Madrid que mejor define la esencia del ocio nocturno prémium
En el vibrante panorama gastronómico madrileño, hay espacios que no solo destacan por lo que ofrecen, sino por lo que provocan. Jimmy's Restaurant no es simplemente un lugar donde comer o cenar bien, es el 'place to be' definitivo
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En el vibrante y siempre cambiante panorama gastronómico madrileño, hay espacios que no solo destacan por lo que ofrecen, sino por lo que provocan. Jimmy's Restaurant no es simplemente un lugar donde cenar bien. Es un espacio de encuentro de atmósfera cálida y noches perfectas que se prolongan entre charlas, risas y buena música. Ubicado en la intersección de las calles María de Molina y Príncipe de Vergara, este restaurante y club privado logra lo que muchos intentan: crear una experiencia completa, sin artificios, sin exageraciones, donde todo está donde tiene que estar.
En un primer contacto, Jimmy's atrapa por su interiorismo. La decoración no es ostentosa, pero sí sofisticada. Todo un ‘Moulin Rouge’ en el que a uno no le extrañaría encontrarse a Satine (Nicole Kidman) y Christian (Ewan McGregor) embriagados de amor. ¡Todo al rojo! Jimmy's combina elementos clásicos con otros contemporáneos en un equilibrio sutil. La iluminación suave, los colores oscuros bien medidos, los tejidos agradables al tacto, la distribución del espacio… Todo está pensado para generar un ambiente perfecto, sin caer en lo frío ni en lo elitista. Aquí, uno se siente bienvenido al instante.
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El equipo humano que da vida al restaurante es, posiblemente, uno de sus mayores activos. En Jimmy's priman las sonrisas y la profesionalidad. El personal de sala es atento, formado y cercano. No hay rigidez ni excesiva informalidad: hay oficio. Saben recomendar un vino, explicar un plato. Saben cómo y cuándo intervenir con la eficacia de una orquesta sinfónica. El equipo de cocina, liderado por el chef Eduardo Maine, mantiene el mismo nivel de exigencia: cada plato que sale a sala está pensado, trabajado, y eso se nota.
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La carta de Jimmy's tiene personalidad, y eso ya es decir mucho. No se trata de una acumulación de platos de moda ni de una selección caprichosa de referencias internacionales. Hay un hilo conductor claro: producto de calidad, ejecución técnica y respeto por el sabor. Por ejemplo, el brioche de steak tartar con yema curada y caviar es una forma delicada y eficaz de empezar una comida: intenso, cremoso, con un toque salino que prepara al paladar para lo que viene. O el taco de carabinero con guacamole y huacatay, que mezcla mar y tierra con un punto exótico bien medido.
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Entre los productos estrella que sirven en Jimmy's destaca el jamón Joselito, considerado por muchos el mejor del mundo. Elaborado desde hace más de 150 años con métodos artesanales, el Joselito Gran Reserva representa la excelencia del ibérico español. Su inclusión en la carta es también una declaración de intenciones: Jimmy's apuesta por lo mejor sin caer en la pretensión. Servido con mimo, el jamón funciona como arranque de una experiencia perfecta.
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Los principales también sorprenden por su equilibrio. La lubina al vapor estilo nikkei respeta el producto y se eleva con la más depurada técnica japonesa. El solomillo a baja temperatura con demi-glace de whisky Macallan, por su parte, demuestra que Jimmy's no teme a los sabores intensos ni a las elaboraciones más clásicas perfectamente ejecutadas.
Los postres cierran la experiencia con altura. No son un mero trámite azucarado, sino una extensión del estilo de la casa: sabores reconocibles, bien ensamblados, con presentaciones elegantes. ¿La estrella? Un soufflé tradicional de chocolate à la minute con brillo de cacao y helado de avellana. No se precisan fuegos de artificio, solo que te entregues al placer.
Pero Jimmy's no se entiende del todo si se limita a su cocina. Su propuesta se amplía cada noche con música en directo y buenos cantantes que se entregan y animan el ambiente. Espectáculo, más conversación, más cena, igual a perfección.
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La coctelería juega un papel destacado. Aquí los clásicos conviven con creaciones propias. Hay precisión técnica, pero también creatividad. El resultado: cócteles que no saturan, que acompañan, que refrescan y acarician. Como el de la casa, el Jimmy’s, compendio perfecto de vodka Belvedere, zumo de lima, puré de maracuyá, tónica Royal Bliss, ginger beer, pepino y miel de jengibre.
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Jimmy's también se ha convertido en sede de eventos de todo tipo. Desde cenas privadas a celebraciones corporativas, pasando por galas o entregas de premios —como los Premios Vanitatis de 2024—. La flexibilidad del espacio, la profesionalidad de su equipo y la solvencia de su cocina lo convierten en un lugar especialmente apreciado por quienes necesitan que todo resulte perfecto.
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Todo esto no sería posible sin la visión de su propietario, Tito Pajares, figura clave del ocio madrileño. Hijo de un barman y una cocinera, creció entre barras y fogones, y ha sabido traducir esa herencia en un modelo de negocio que privilegia el detalle, el ambiente y la excelencia. Además de empresario, Tito defiende los intereses del sector desde la Federación Nacional de Ocio Nocturno.
Y es que, quien entra en Jimmy’s, se enamora para siempre de Jimmy's.
En el vibrante y siempre cambiante panorama gastronómico madrileño, hay espacios que no solo destacan por lo que ofrecen, sino por lo que provocan. Jimmy's Restaurant no es simplemente un lugar donde cenar bien. Es un espacio de encuentro de atmósfera cálida y noches perfectas que se prolongan entre charlas, risas y buena música. Ubicado en la intersección de las calles María de Molina y Príncipe de Vergara, este restaurante y club privado logra lo que muchos intentan: crear una experiencia completa, sin artificios, sin exageraciones, donde todo está donde tiene que estar.