El día que Lucía Bosé encañonó con una escopeta a Luis Miguel Dominguín
Han pasado ya muchos años, pero aquel capítulo en la vida marital de la pareja escenifica el fuerte carácter de la italiana, una mujer con arrojo
Lucía Bosé fue durante muchos años la matriarca del clan Bosé Dominguín. Una mujer de carácter que se impuso desde siempre a las normas sociales que imperaban en aquellos tiempos en los que el torero era la figura estelar y Lucía la colateral. En algunos ambientes el hecho de haber sido Miss Italia, y encima actriz, no era lo más recomendable para las mentes bien pensantes de la década de los 60 y 70.
Daba igual que el torero (que así se refirió siempre a su marido) le fuera infiel hasta con el servicio. A ella se la consideraba la extranjera, la 'italiana'. Al que había que celebrar y defender era al macho alfa, Luis Miguel Dominguín.
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Como añadido a este perfil, era guapo, seductor y cazaba con Franco, al que entretenía contándole chistes sobre él cuando compartían puesto en las monterías. Decía su hija, Carmen Franco, en sus memorias escrita por Nieves Herrero que “era el único que se atrevía y a mi padre le hacía mucha gracia”.
Seguramente por eso no importaba que se casaran primero en Las Vegas y 'vivieran en pecado', como se definía ese estado civil, y más tarde lo hicieran por la iglesia por recomendación de la autoridad. Contaba Lucía Bosé que no fue una exigencia suya sino del torero.
"Me cansé de los cuernos"
“Era conservador de espíritu. A él le daban igual los votos religiosos. La fidelidad no formaba parte de su lenguaje”, contaba hace unos años la 'mamma' cuando le preguntaban por qué se separó si en aquellos tiempos era habitual la doble vida: “Me cansé de los cuernos, porque era la mujer más cornuda de España”.
El punto de inflexión no fue el lío con Ava Gardner, sino el romance con su prima Mariví Dominguín. Lucía ya no pasó por eso y planteó la separación porque no existía el divorcio. El matrimonio había durado trece años.
Y fue entonces cuando Dominguín quiso utilizar su poder y amenazó a su mujer con quedarse con la casa de Somosaguas y con la custodia de los tres hijos, Miguel, Lucía y Paola. La matriarca no se asustó y ante la insistencia del torero de mantener sus pretensiones y no salir del domicilio conyugal, tomó una de las escopetas de caza y se fue a por él. Ahí se acabaron las amenazas por parte del torero.
Ahora Lucía Bosé vuelve a ser protagonista. Y no lo es por los líos que tiene su hijo, Miguel, con el que ha sido su pareja durante estos últimos 26 años según el comunicado enviado a los medios por el abogado de Nacho Palau. La 'mamma' (o la 'nonna', como la llaman los nietos) ha tenido que acudir a la Audiencia Provincial de Madrid acusada de un supuesto delito de apropiación indebida. Su imagen azul (de la cabeza a los pies) testificando ante el juez recuerda esa imagen de mujer fuerte que encañonó al que fue una gran figura del toreo.
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Lucía Bosé fue durante muchos años la matriarca del clan Bosé Dominguín. Una mujer de carácter que se impuso desde siempre a las normas sociales que imperaban en aquellos tiempos en los que el torero era la figura estelar y Lucía la colateral. En algunos ambientes el hecho de haber sido Miss Italia, y encima actriz, no era lo más recomendable para las mentes bien pensantes de la década de los 60 y 70.