Carlos Fitz-James, otro defensor de la figura de su padre: “Organizó la biblioteca de Liria”

Eugenia Martínez de Irujo ha querido reivindicar el papel de su padre en el desarrollo cultural de la Casa de Alba a través de su cuenta de Instagram. En este espacio ha explicado la labor que desarrolló durante años Luis Martínez de Irujo y que con el tiempo se adjudicó a Jesús Aguirre. Y no solo por parte de las amistades intelectuales del sacerdote secularizado, sino también por la propia duquesa de Alba. De esta manera, le asignaba un papel protagonista que servía para atajar suspicacias relacionadas con la cuestionada personalidad de Jesús Aguirre.

Efectivamente, el marido de Cayetana era un hombre culto, preparado intelectualmente y con unas amistades influyentes en el mundo editorial y periodístico, pero con menos responsabilidad a la hora de gestionar el patrimonio cultural y ponerlo en orden como se ha dicho. Una función que ya estaba organizada por el anterior duque de Alba, tal y como relataban las personas que lo trataron en su momento. Por ejemplo, los responsables del archivo del palacio de Liria.

[LEER MÁS: Eugenia Martínez de Irujo reaviva la polémica y reivindica la figura de su padre]

“Muchas noches se quedaba hasta el amanecer escribiendo fichas como el mejor amanuense. No fue Aguirre, fue don Luis”, contaban los que después trabajaron esa documentación para digitalizarla.

Esta información, que ahora ha actualizado la duquesa de Montoro ya la adelantó su hermano Carlos tiempo después de fallecer su madre. En conversación con Vanitatis hace unos años explicaba que a su padre no se le había reivindicado “en ese aspecto. Él fue el responsable de organizar la biblioteca”. También contaba sus recuerdos escribiendo a mano las famosas fichas con todos los datos de los documentos, libros y legajos que se encuentran en los palacios de Liria y Dueñas.

Esa fue la realidad que durante mucho tiempo rodeó la biografía alternativa de Jesús Aguirre, asegurando que el segundo marido de Cayetana había puesto orden en los incunables y las primeras ediciones que formaban parte de ese ingente archivo cultural. Una verdad a medias ya que, como confirmaban los que en aquellos años eran testigos presenciales de ese trabajo, quien fue el iniciador de la clasificación de los tesoros bibliográficos fue Luis Martínez de Irujo. Y esa organización fue la pauta que ha servido para que los estudiosos nacionales e internacionales puedan utilizar la documentación precisa para sus estudios.

Carlos Fitz-James y sus hermanos no quisieron desdecir a su madre y fue tras su muerte cuando la realidad se hizo efectiva. Y así lo comentaban cuando se les preguntaba por la figura de su padre en detrimento de ese trabajo que nunca fue reivindicado por la duquesa Cayetana. Carlos y Fernando lo comentaron en su día y ahora ha sido Eugenia la que ha querido poner nombre y apellido al trabajo invisible de Luis Martínez de Irujo.