Cuca Solana: la madrugada que llamó al rey Juan Carlos

Leonor Pérez-Pita siempre fue Cuca Solana. Ahora la habrían criticado por utilizar el apellido de su marido en vez del suyo, aunque determinadas críticas le importaban cero.

Su imagen tampoco varió con los años: el pelo oscuro, la coleta sujeta con un lazo negro, los perlones y un pitillo, siempre en la mano, mientras se pudo fumar en lugares cerrados. Después cambió de táctica y lo hacía en las escaleras de incendio o en la salidas de emergencia de Ifema. Algunas veces sola y otra en compañía de quien se terciara mientras hablaba por el móvil, que era su tercer brazo. Se sabía cuándo hablaba con sus hijos y nietos porque le cambiaba la cara.

Fue una mujer con carácter, muy política y con las ideas muy claras con respecto a sus querencias ideológicas, que no escondía. Y lo mismo que defendía al PSOE en las tertulias de amigos que mantenían otras posturas que reivindicaba la monarquía como imagen de democracia. La relación de su marido, Luis, y de su cuñado, Javier, con el rey don Juan Carlos fue siempre muy potente y duradera. De los tiempos previos a las primeras elecciones tras la desaparición de la dictadura.

Hay una anécdota de Cuca Solana que vivió en primera persona precisamente con don Juan Carlos. La contaba el periodista José Apezarena en su libro 'Todos los hombres del Rey'. Luis Solana participaba en una pegada de carteles de la agrupación socialista de Majadahonda, donde vivía el matrimonio en aquellos años.

Eran los tiempos de Manuel Fraga como ministro del Interior y su memorable frase “La calle es mía”. Detuvieron a Luis Solana junto con otros militantes. Les llevaron a comisaría y fue entonces cuando Cuca empezó a mover sus contactos. Uno de ellos, Manuel Prado y Colón de Carvajal, el gran amigo del Rey. Pasada la medianoche suena el teléfono en el domicilio familiar de los Solana García-Pita y recibe una llamada que no identifica: “Cuca, soy el Rey”.

La respuesta no se hizo esperar: “Déjate de coñas que no estamos para bromas. Hay que sacar a Luis y a los otros de donde estén”. El monarca se vuelve a identificar y es entonces cuando la mujer se da cuenta de su error y le dice que con los nervios no lo ha reconocido.

Esta es una de las muchas historias que formaban parte del anecdotario de la que fuera la creadora de la pasarela Cibeles y mujer influyente en el mundo de la moda. Empezó como socia de la boutique Blanco en la calle Velázquez de Madrid para pasar después a Galerías Preciados y más tarde hacer realidad su proyecto de lo importante que era dar visibilidad a los creadores españoles.

Los cubos de la memoria

El diseñador Miguel Marinero cuenta cómo le dio cancha ante una propuesta calificada hace quince años de inusual, novedosa y hasta de impracticable. “Quedé con ella en Ifema. Comimos juntos y le dije que quería trasladar 'Los cubos de la memoria' de Ibarrola (bloques de hormigón pintados que protegen el puerto de Llanes) a mis diseños en Cibeles. La propuesta que me hizo fue mucho mejor. Me dijo: '¿Y si en vez de Cibeles lo haces en el Círculo de Bellas Artes?”. Y me dio todo tipo de facilidades e incluso se fue a Llanes para hablar con el alcalde. Resultó espectacular. Y fue una de mis colecciones más llamativas. Así era Cuca. Te decía que no a una cosa y la alternativa era mucho más interesante”.

Marinero igual que muchos de los profesionales que la trataron y a los que impulsó cuando comenzaban coincide en que tuvo una visión de la industria de la moda absolutamente global, cuando esa palabra no existía en el vocabulario de ninguno de los que formaban parte del colectivo textil.