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Ana Obregón: de Antoñita la Fantástica a madre coraje
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protagonizó 'lazos de sangre'

Ana Obregón: de Antoñita la Fantástica a madre coraje

Es uno de los personajes más divertidos, trabajadores y queridos de la crónica social. Repasamos desde la paella que le hizo a Spielberg hasta su faceta como madre luchadora

Foto: Obregón, vista por Jate.
Obregón, vista por Jate.

Ana Obregón se ha reinventado tantas veces que es difícil hacer un histórico de su vida. La bautizaron en su casa y después en la profesión como Anita la Fantástica. Años después, la llaman “madre coraje”. Unas veces por su capacidad para recrear historias sin ningún interés y otras por imaginarlas antes de que sucedan. Durante años, nadie se creía que hubiese sido capaz de hacer una paella a Spielberg cuando no sabía ni hacer un huevo frito con puntilla. Esto último dicho por su madre. Y resulta que muchos años después, cuando escribió sus memorias, lo volvió a contar.

Y así quedó para la posteridad su foto junto al padre de 'ET': ambos frente a una barbacoa con Ana cocinando algo parecido a un arroz. ¡¡¡La aparente fabulación era real!!! Igual que las buenísimas notas que sacaba cuando estaba en la universidad. Hubo quienes tampoco creían que hubiese sacado la mejor calificación de su clase con un trabajo de fin de curso que hablaba de la mosca del vinagre.

placeholder Uno de los tradicionales posados de Ana García Obregón al empezar el verano. (Getty)
Uno de los tradicionales posados de Ana García Obregón al empezar el verano. (Getty)

De esa época hay una anécdota que reflejaba el carácter abierto y comunicativo de la que ha sido la presentadora estrella de TVE. Sus apuntes eran los mejores, ya que incluían gráficos, resúmenes a final de cada exposición del profesor de turno y experimentos marcados con rotuladores de diferentes colores. Eran los mejores del curso y ella los dejaba para que los fotocopiaran sin recibir nada a cambio, solo las gracias. Nunca se enteró que un compañero los vendía a precio de caviar iraní.

Cuando en casa dijo que quería ser artista su madre no se opuso, pero sí don Antonio, empresario hecho a si mismo. “Acaba la carrera y luego haz lo que quieras”. Y es lo que hizo. A pesar de mantener una estudiada imagen frívola, las personas que han trabajado con ella nunca han tenido queja. Ramón García lo dejó bien claro en el documental 'Lazos de sangre' que se emite semanalmente en TVE. “Llegaba al rodaje perfecta y antes que nadie. Podíamos estar rodando horas y horas y nunca le he visto un mal gesto cuando todos estábamos ya cansados y con ganas de irnos a casa. Ana es una de las grandes profesionales de esta profesión y no siempre ha estado valorada”.

placeholder Obregón en los Premios Yo Dona de este año. (Cordon Press)
Obregón en los Premios Yo Dona de este año. (Cordon Press)

Ana dinamita, Ana multitareas, Ana enamorada, Ana solitaria, Ana familiar y Ana zen, como dice encontrarse en esta última etapa. “La enfermedad de un hijo te trastoca todo. Han sido meses terribles donde me he encontrado muy sola. Las sesiones de quimioterapia eran larguísimas y Álex nunca se ha quejado. Tiene un carácter muy parecido al mío y es capaz de utilizar el humor en las circunstancias más terribles. He aprendido mucho con él y de él. Ha sido una experiencia durísima que me ha enseñado a priorizar lo que de verdad importa”.

Nunca se planteó tener otro hijo. Decía que con su profesión era imposible. “Aunque la gente no se lo crea, he trabajado muchísimo. Cuando nació Alex, al mes ya estaba en 'Qué apostamos' y luego vino 'Hostal Royal Manzanares'. Salía de casa a las siete de la mañana y volvía muerta. Lo único que me apetecía era bañar a mi bebe y estar con él hasta que se dormía”.

Y cuando llegó la separación de Lequio, Ana, que había nacido en una familia estructurada, lo tuvo muy claro. Desde el primer momento facilitó la relación padre-hijo y económicamente se encargó de todo lo que tenía que ver con la manutención familiar. “Yo tenía muy claro que había que gastar las energías en que mi hijo fuera feliz y no en guerras que no llevaban a nada”.

placeholder Lequio, Ana Obregón y su hijo Álex. (Cordon Press)
Lequio, Ana Obregón y su hijo Álex. (Cordon Press)

Con el tiempo, por ejemplo, solucionó el contencioso con Antonia Dell'Atte. Contaba que cuando se enamoró de Lequio, “yo era una mujer libre. No tenía novio. Entiendo que, en un primer momento, se lanzara contra mí, pero la realidad era otra. No rompí su matrimonio. Ya ha pasado tanto tiempo que es absurdo buscar culpables y abrir heridas porque lo que yo siempre intenté fue buscar la armonía. Me alegro que sea ahora y no dentro de otros veinte años”.

Y lo que nunca le ha faltado ha sido el sentido del humor. Sobre todo con los hombres. Tuvo dos grandes amores: Fernando Martín y Suker. Con los dos estaba de igual a igual. “Gracias a Dios, Davor no me costó dinero. Tengo una manía... Cuando voy a cenar, saco enseguida la tarjeta para pagar. ¡Ya no me puedo creer que me invite un hombre!!. Me habría ganado muy bien la vida como agencia de colocación”.

Está claro que para Ana ha empezado otro capítulo en su vida donde volverá a reinventarse.

Ana Obregón se ha reinventado tantas veces que es difícil hacer un histórico de su vida. La bautizaron en su casa y después en la profesión como Anita la Fantástica. Años después, la llaman “madre coraje”. Unas veces por su capacidad para recrear historias sin ningún interés y otras por imaginarlas antes de que sucedan. Durante años, nadie se creía que hubiese sido capaz de hacer una paella a Spielberg cuando no sabía ni hacer un huevo frito con puntilla. Esto último dicho por su madre. Y resulta que muchos años después, cuando escribió sus memorias, lo volvió a contar.

Ana Obregón
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