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Rosa Maria Sardà y la carta a su madre: "Me he convertido en un ser duro e inexpugnable"
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FALLECIMIENTO

Rosa Maria Sardà y la carta a su madre: "Me he convertido en un ser duro e inexpugnable"

La actriz, directora y escritora publicó 'Un incident sense importància', libro en el que habla de su intimidad, lo que contravenía todas sus reglas, y aparece una carta a su madre muerta

Foto: Sardà, en una imagen de archivo. (CP)
Sardà, en una imagen de archivo. (CP)

Rosa Maria Sardà, fallecida este miércoles a los 78 años, era una mujer hacia adentro, pese a las apariencias. Muy unida a los suyos, marcada por la muerte de su madre y de su hermano pequeño, Joan, víctima de sida, la actriz se saltó sus propias normas vitales cuando en 2019 publicó ‘Un incident sense importància’ (Edicions 62, 2019), un libro en el que accedió a mostrar al público su intimidad. Una intimidad dolida y dolorosa que la Sardà había escrito con una sensibilidad extrema a lo largo de su vida. Y uno de los capítulos es una carta a la madre, una misiva llena de amor que reproducimos aquí en parte.

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“Querida:

Hace mucho tiempo que te debo una carta, pero he estado muy atareada. Ya te puedes imaginar qué liado quedó todo, después de tu marcha, involuntaria ya lo sé, no te exaltes, te veo alzando la ceja izquierda, pensando: ¡¡¡QUÉ DICE ESTA AHORA!!! Ya sé que era inevitable y que no podías hacer nada”.

placeholder Xavier y Rosa Maria Sardà, juntos en Madrid. (EFE)
Xavier y Rosa Maria Sardà, juntos en Madrid. (EFE)

El tono de la carta es serio y sentimental, aunque la actriz no pudo evitar intercalar bromas hacia su madre y hasta hacia sí misma, demostrando eso de que solo las personas inteligentes son capaces de reírse de sí mismas. Con todo, recorre las tragedias de su vida, desde la propia muerte de la destinataria de la carta hasta la muerte del hermano pequeño, una tragedia que marcó a toda la familia. “Yo he hecho lo que he podido y el tiempo, el resto. Ahora está todo en sospechosa calma -no me fío nada- y aprovecho esta tregua para hacer todo aquello que más me gusta y que siempre queda incomprensiblemente arrinconado por las obligaciones familiares, el trabajo, etc. 'Prioridades' lo llaman”.

"Echo de menos todo aquello"

“Deja que te diga que echo de menos todo aquello: aquel enjambre de criaturas, de tu casa, de la pequeña habitación que me destinaste, y que durante mucho tiempo compartí con los más pequeños…, de nuestras veladas planchando y zurciendo calcetines, donde, quizás consciente de que me dejarais demasiado pronto, me instruías para la vida de una manera inocente, romántica y equivocada. No te lo tomes mal, es un cumplido porque ahora me parece la mejor manera de preparar a alguien ante todo lo que le puede llegar a pasar de áspero, duro, grosero y todos los ascos habidos y por haber que llenan el camino de la vida”.

Rosa Maria Sardà escribió esta carta a los 50 años, como ella escribe, “50 años después de nuestro feliz encuentro”. Y aprovechó su aniversario para rendir tributo a su madre, a quien agradeció sus enseñanzas, sencillas e inocentes, y siempre con la cabeza pensando en sus hermanos. “Gracias, querida, por la inocencia, la generosidad y el romanticismo. Este legado lo guardo dentro de mi corazón, juntamente con el más vívido recuerdo para ti. ¡Los chicos han crecido mucho! Sanos de cuerpo, de cerebro. Puedes estar orgullosa, señora mía. Todo un éxito. Siempre fuiste una mujer brillante en todo lo que emprendías, pero tus hijos, tus 'chicos', ¡son tu triunfo más sonado! ¡ENHORABUENA!”.

placeholder Rosa Maria Sardà recibe el Max de Honor 2015. (EFE)
Rosa Maria Sardà recibe el Max de Honor 2015. (EFE)

La muerte de Joan, en 1988, marcó el destino de la familia para siempre, como lo había hecho la muerte de la madre años atrás. A los 24 años, víctima de sida en un momento duro para esta enfermedad, estigmatizada y señalada, Joan murió dando una lección de vida a quienes le querían. “La prueba más evidente de lo que te digo se la llevó Joan, tu hijo pequeño, cuando nos dejó, en el fardo que le llenamos entre todos. Un fardo llenísimo de amor, rebosante de amistad y comprensión. El alimento imprescindible para hacer más ligero cualquier camino, aunque sea el más solitario y cruel. No se fue solo, no te preocupes, LO ACOMPAÑA UN PEDACITO DE LOS OTROS”.

"La amistad me alimenta"

Quienes conocieron a Rosa Maria Sardà saben que tenía un carácter duro y fuerte, algo de lo que ella era consciente y de lo que habla en su libro sin cortapisas, con un profundo conocimiento de sí misma. “Yo también he crecido, pero en el grosor de la piel. Desde aquel día que suavemente -según me explicabas siempre- salía de tus adentros, como un manojito de de trigo, tan rubia y escuálida. [...] Quizás hace más tiempo del que me pienso que arrastro esta dura coraza que me aísla de todo, que me ha convertido en un ser duro e inexpugnable por quien no saben o no pueden encontrar esa grieta por donde dejo que me acaricien el alma, la amistad, el amor fraterno, las únicas cosas que sin proponérmelo me encuentro. La amistad, querida mía, que no me ha traicionado, que me alimenta y me da alegría”.

placeholder Rosa Maria Sardà, ante un monolito en su honor. (EFE)
Rosa Maria Sardà, ante un monolito en su honor. (EFE)

Durante la presentación del libro, a finales de 2019, consciente ya de su enfermedad, la Sardà se mostró triste y cansada ante la prensa. No tenía ganas ya no de seguir con sus tratamientos y llegó a poner en duda su felicidad, la felicidad de cualquiera. No había sido así cuando le escribió a su madre muerta: “Que no te asusten estas palabras, que quizás dan una sensación de infelicidad. No es así, soy ciertamente feliz, quizás de una manera diferente de la que había soñado, pero quizás más sólida, más lúcida. Siempre, pero, queda la tristeza del no saber. Me habría gustado tanto aquella otra felicidad. A ti también te habría gustado, ya lo sé. Quizás la falta nos ha hecho tan cojonudas, ¡qué caray!”.

La despedida es como fue la actriz en vida: una mezcla de dureza y ternura, de inteligencia salvaje y gamberrada: “PS: Perdona el tuteo, pero ahora soy mayor que tú, ¡qué quieres! Te ha tocado ser joven para toda la eternidad, ¡¡¡no te quejes!!!”.

Rosa Maria Sardà, fallecida este miércoles a los 78 años, era una mujer hacia adentro, pese a las apariencias. Muy unida a los suyos, marcada por la muerte de su madre y de su hermano pequeño, Joan, víctima de sida, la actriz se saltó sus propias normas vitales cuando en 2019 publicó ‘Un incident sense importància’ (Edicions 62, 2019), un libro en el que accedió a mostrar al público su intimidad. Una intimidad dolida y dolorosa que la Sardà había escrito con una sensibilidad extrema a lo largo de su vida. Y uno de los capítulos es una carta a la madre, una misiva llena de amor que reproducimos aquí en parte.