Los Preysler, más allá de Isabel: tres tragedias, un cotizado modelo y una influencer
La socialite tiene a su familia dispersa entre Manila, España y Estados Unidos. Joanna Preysler-Francisco, una de sus sobrinas, es una galerista muy conocida en Filipinas. Su sobrino Micael es cineasta
Si hay una cosa que ha sabido cuidar Isabel Preysler es su propia imagen. Ha sabido administrar un poco de sí misma a lo largo de los años para cultivar el interés sin caer en el exceso. Lo que vendía era maravilloso: una casa idílica, un amante esposo, la vida perfecta de un mito aspiracional experimentada a través de las revistas. Pero en la vida real la señora Preysler ha vivido muy malos momentos -como todos- que ha preferido pasar en la intimidad. Solo en contadas ocasiones ha querido abrir esa parcela a los medios de comunicación, como cuando en 2014 habló con Vanitatis sobre dos de las grandes tragedias de su vida: las muertes de sus hermanos Ricky y Carlos. Una tercera hermana, Beatriz, también falleció por un cáncer de pulmón.
Carlos Preysler y Beatriz Arrastia Reinares formaban un matrimonio de la alta sociedad filipina. Él era gerente de las Líneas Aéreas Filipinas y delegado del Banco Español de Crédito en Manila. Beatriz, procedente de un linaje riojano establecido en Filipinas con extensas plantaciones de arroz y azúcar, se dedicaba a negocios inmobiliarios, aunque su ocupación fundamental eran los seis hijos que tuvo el matrimonio: Victoria, Enrique, Isabel, Carlos y los mellizos Joaquín y Beatriz.
Hay una ley no escrita que la naturaleza se empeña en romper una y otra vez: los padres no deberían sobrevivir a sus hijos. Betty Arrastia (Beba para la familia) llevó el primer luto por su hijo Enrique, fallecido a los 25 años. Ricky, como era conocido en familia, fue encontrado muerto en un hotel de Hong Kong al inhalar monóxido de carbono accidentalmente por la mala combustión de una estufa. Aquello fue muy doloroso para toda la familia, porque se trataba del miembro más carismático del clan. Isabel Preysler le puso Enrique a su segundo hijo en honor a su hermano.
"Jamás bebió alcohol. De hecho, sus amigos le conocían como Tomato porque era esta su bebida favorita. Y, por supuesto, jamás consumió drogas. Además, esto ocurrió hace 40 años. ¿Por qué sacarlo ahora? ¿Para hacerme daño? Me llevaba estupendamente con él, por eso sé que no se drogaba. Y me llevo maravillosamente bien con su hija Joanna, a la que llamo casi a diario, aunque algunos aseguren lo contrario". En 2014, a raíz de una información publicada en la prensa, Isabel Preysler habló con Vanitatis sobre esta tragedia. Acababa de fallecer otro de sus hermanos, Carlos, que durante años estuvo en la cárcel por estafa.
"Mi hermano estaba enganchado a las drogas. Algunos desalmados vendían drogas a las puertas de los colegios", explicó la propia Isabel sobre cómo empezó su hermano en este mundo siendo apenas un adolescente. Cuando este contaba con 16 años, los padres de Isabel se percataron de que Carlos era un adicto, "pero ya era demasiado tarde". Carlos Preysler llevó una vida muy diferente de la de su hermana Isabel. Estuvo en una cárcel de Manila cinco años por un delito de estafa y murió también prematuramente en abril de 2013. Su madre no pudo despedirse de él. Le descubrieron un tumor en el hígado para el que le dieron tres meses de vida. Murió apenas cinco días después.
"Mi hermano murió en su casa, rodeado de los suyos, de su mujer e hijas, que le querían a pesar del daño que les había hecho. Estaba enganchado a las drogas. Hay una generación perdida en aquel país por esta cuestión. Yo por suerte me libré, porque me casé a los 20 años y me fui. Mi hermano Carlos, sin embargo, que era menor, cayó", relató Preysler sobre el periplo de su hermano.
Alertados por el peligro que podían suponer las drogas para sus hijos y por un playboy que andaba rondando a Isabel, Betty y Carlos decidieron enviar a España a Isabel y a su hermana Beatriz. La pequeña de los Preysler Arrastia hizo también parte de su vida en España. Se casó con el jugador de polo Luis Castillejo, con el que tuvo dos hijos, y se convirtió en un apoyo incondicional para su hermana Isabel. Por eso cuando le fue diagnosticado un cáncer de pulmón, toda la familia hizo piña en torno a ella. Falleció víctima de esta enfermedad en 2011 y fue velada en el mismo tanatorio donde lo fue tres años después Miguel Boyer.
Los dos hijos de Beatriz, Álvaro y Diego Castillejo, son como hermanos para los hijos de Isabel. A pesar de la fama de sus primos y de su tía, han logrado llevar una existencia relativamente anónima en Madrid. Diego fue protagonista de la prensa rosa cuando se casó el año pasado con Carolina Ávila. Álvaro, que administra una empresa de comercio al por mayor de maquinaria y bienes de equipo, vivió su momento de 'gloria' cuando apareció con Tamara en 'MasterChef'. El parecido físico de ambos con Julio José Iglesias es notorio.
Quizá la alumna más aventajada de Isabel (salvando las distancias con Tamara) sea su sobrina Joanna Preysler-Francisco, la hija de Ricky. Diseñadora de moda, galerista, emprendedora e influencer en redes (tiene 11.000 seguidores en Instagram), es protagonista habitual del 'Tatler' asiático y otro mito aspiracional, como Isabel. Reside en Manila con sus tres hijos y su marido.
Joaquín Preysler Arrastia, el mellizo de Beatriz, se marchó a vivir a Estados Unidos. Es allí donde sus hijos, Emilio y Miguel, están desarrollando sus carreras profesionales. El primero, 'Heel' Preysler, es modelo y actor, y ha trabajado para varias marcas internacionales. Tiene su base en Nueva York, como su hermano, con el que se le ve a menudo en sus redes sociales. Micael Preysler es guionista y director de cine. En 2019 estrenó su última película, 'Diamond Soles', que no se ha podido ver aún en España.
Desde el fallecimiento de su marido Carlos en 1992, Betty Arrastia vivió a caballo entre Madrid y Manila hasta que la edad le impidió viajar tan a menudo. Estuvo muy implicada en las actividades de la comunidad filipina en Madrid. A sus 98 años, vive con Isabel y Mario Vargas Llosa en la residencia familiar de la avenida de Miraflores. Y hoy soplará las velas con su hija Isabel, quizá acordándose de los que no están y de que celebrar la vida es el mejor homenaje.
Si hay una cosa que ha sabido cuidar Isabel Preysler es su propia imagen. Ha sabido administrar un poco de sí misma a lo largo de los años para cultivar el interés sin caer en el exceso. Lo que vendía era maravilloso: una casa idílica, un amante esposo, la vida perfecta de un mito aspiracional experimentada a través de las revistas. Pero en la vida real la señora Preysler ha vivido muy malos momentos -como todos- que ha preferido pasar en la intimidad. Solo en contadas ocasiones ha querido abrir esa parcela a los medios de comunicación, como cuando en 2014 habló con Vanitatis sobre dos de las grandes tragedias de su vida: las muertes de sus hermanos Ricky y Carlos. Una tercera hermana, Beatriz, también falleció por un cáncer de pulmón.