10 años sin Amparo Muñoz: su hermano y amigos desvelan su cara más desconocida
Fue carne de cañón del dedo que señala. Frente a él, siempre se escondió una mujer que pocos llegaron a conocer de verdad. Los que sí lo hicieron han hablado con Vanitatis
Es poco probable que a cualquier persona que se sienta atraída por la belleza femenina se le mencione el nombre de Amparo Muñoz y no se le escape un pequeño suspiro. Esta es la reacción general que la actriz provocó siempre y sigue provocando hoy, diez años después de su fallecimiento.
“Yo estoy consternado con todo lo que se está hablando de ella después de 10 años. A la familia nos remueve, porque hace 10 años que murió y sentimos el dolor del aniversario. Estamos todos un poco tocados. Pero es normal. Es un ejercicio bastante difícil para nosotros, pero la verdad es que se la está tratando con mucha delicadeza y eso me alegra”, nos comenta Pedro, hermano de la actriz.
Mujeres hermosas hay muchas, pero pocas con el magnetismo, el carisma y el talento que a su poderoso físico se unían en Amparo Muñoz. Este último le sirvió para convertirse en la primera y única Miss Universo de nuestro país. Su fuerte personalidad fue la que le permitió tirar por la ventana la corona que la oficializaba como la más bella del mundo, echándose al público y a la organización del certamen encima con el atrevido gesto. Era el año 1974, una época en la que este tipo de concursos contaban con el respeto y la admiración generalizada y no estaban tan denostados como ahora.
Lo tuvo todo pero su camino no fue, ni mucho menos, de rosas. Una mujer deseada por todos que tuvo que demostrar constantemente que era algo más que una cara bonita. Consiguió ganarse el respeto como actriz. A sus espaldas dejó 40 películas que le permitieron mostrar sus dotes interpretativas. También en la mochila cargó relaciones sentimentales fallidas, la inmersión en el oscuro mundo de la droga, resurgimientos de ave fénix y enfermedad.
Mezcla de fragilidad y fuerza, de dulzura y carácter, de rebeldía y resignación, su vida fue una montaña rusa de subidas y bajadas que dieron siempre que hablar, en ocasiones de manera injusta. Fue carne de cañón del dedo que señala. Frente a él, siempre se escondió una mujer que pocos llegaron a conocer de verdad. Los que sí lo hicieron han hablado hoy con Vanitatis. Sus testimonios nos permiten encajar las piezas del puzle para descubrir cómo fue realmente la Amparo Muñoz de la que no hablaba la prensa.
“Amparo sigue viva. Yo creo que la gente tiene un buen recuerdo de ella. Yo la siento muy cercana. Pasaron muchas cosas en su vida, pero yo me quedo con que todo el mundo está ahora recordando a Amparo. Para mí es un orgullo aunque esto sea un ejercicio difícil para la familia, por todo el dolor que causó en su momento. Creo que en estos momentos, a Amparo hay que recordarla de otra manera, como la persona que era, en sus mejores momentos y en cómo era con nosotros, con la familia. Quiero que se la vea como era ella realmente, no sumergida en ese personaje y todo lo que ese personaje le causó”, nos dice su hermano Pedro.
“En términos populares, como se ha remarcado tanto todo lo que pasó en su vida, nunca se ha terminado de resaltar la carrera que ella hizo. Tiene muchísimas películas y además en el momento que ella empieza es un momento difícil en el cine. Estábamos en plena Transición. Las películas que había eran solo de desnudos y destape. Para ella no fue fácil. Pero después del destape siguió trabajando mucho y trabajó con los mejores directores. Ella adoraba su profesión. Sus ojos estaban puestos en el cine desde muy joven”, añade.
José Sacristán fue el protagonista de la película en la que Amparo Muñoz debutó como actriz, ‘Vida conyugal sana’. Su primer papel le fue concedido por su belleza. Poco importaban entonces sus dotes interpretativas: “En ‘vida conyugal sana’ (1974), Amparo era la modelo que salía en un póster anunciando unas parcelas. Mi personaje se obsesionaba con aquella publicidad. Coincidí poco con ella. Nos saludamos un par de veces y sí recuerdo que me pareció encantadora y bellísima. Ella acababa de recibir el título de Miss Universo”, nos cuenta Sacristán, quien a pesar del poco contacto que tuvieron trabajando, confiesa que “luego lamenté mucho el recorrido siniestro por el que pasó”.
Como actor consagrado, Sacristán alaba la carrera que después logró Amparo Muñoz en el mundo del cine: “Qué duda cabe que luego creció mucho como actriz. Hizo papeles estupendos, rodó con Saura… Logró una carrera de actriz muy estimable”.
Máximo Valverde fue pareja de Amparo Muñoz. Aunque su relación terminó, fueron amigos toda la vida. “Amparo fue la mujer más guapa que yo he conocido en mi vida. Recuerdo lo bella que era pero también recuerdo su doble personalidad. Amparo era géminis y como todas las géminis, tenía una doble personalidad. Por un lado era una mujer dulce, cariñosa, simpática. Pero por otro lado tenía un ramalazo de rebeldía. Cuando lo sacaba era tremendo. Bastaba que le prohibieran una cosa para que ella hiciera todo lo contrario. Afortunadamente, esos eran los momentos menos frecuentes”, nos comenta.
“Amparo era una mujer muy sencilla, muy hogareña. Le gustaba estar en casa, ver películas, hacer reuniones, jugar al parchís y juegos de este tipo…. Era una mujer muy casera. No le gustaba salir mucho, precisamente porque cuando salía estaban las cámaras y eso le ponía un poco nerviosa. No le gustaba salir retratada en la prensa. Sobre todo porque ella con la prensa no tenía muy buena relación. Tenía esa rebeldía porque cuando ella dejó el título de Miss, se encontró con que una gran parte de la prensa se puso en su contra, diciendo que dejaba a su país en muy mal lugar renunciando a un título de belleza tan importante. Eso le trajo a ella muchas consecuencias. Yo era su pareja en aquella época y tuve que ponerme de su lado y defenderla porque la gente no sabía las razones por las que había dejado el título. Yo sí las sabía y estaba muy de acuerdo con ella. Ese año nos dieron a los dos el Premio Limón por la acritud que mostramos hacia la prensa. Pero ellos nunca supieron los motivos por los que dejó el título. Los responsables del certamen de Miss Universo llegaron a demandarla, pero ella, a través de un primo hermano mío, José Ignacio Artillo, ganó el pleito en el Tribunal de La Haya, porque su contrato era leonino”.
Máximo Valverde hace referencia a lo que ella confesaría años más tarde en sus memorias, ‘La vida es el precio’ (Ediciones B). "Después de treinta años, todavía recuerdo con terror mi experiencia como Miss Universo. Tanto que aprendí a dormir sentada: tumbada en la cama daba una cabezada durante una o dos horas y enseguida volvía el pánico a todo lo que me estaba ocurriendo, a todo lo que veía. Recuerdo una noche en la que Miss Filipinas me invitó a una fiesta en el ático del hotel y me encontré que la fiesta era especial: hombres y mujeres en grupos de dos, tres y hasta más personas se abrazaban y besaban. Era una auténtica bacanal. Por no hablar de las propuestas de entrar en el mundo de la prostitución", relató la actriz.
Miguel Fernández es periodista y quizás es una de las personas que, sin ser de su familia, conoce más en profundidad a Amparo Muñoz. Él fue la persona que Amparo escogió para que escribiera esas memorias. Además, ahora está preparando otro libro que verá la luz en junio, una biografía titulada ‘La vida rota. La biografía definitiva de Amparo Muñoz’ (Roca Editorial), para la que el autor ha investigado todo el entorno de la actriz y contactado con muchas personas que la conocieron.
“La recuerdo cercana y cálida. Nos conocimos cuando empezamos a trabajar en el libro y desde el primer momento se estableció entre nosotros una corriente de complicidad y afecto. Amparo era de esas personas a las que te parece haber conocido desde siempre. Más que por su belleza, que la tenía, creo que cautivaba con su cercanía, con aquel tono de voz suyo tan melódico o con sus gestos. Nunca olvidaré la elegancia con la que se llevaba el cigarrillo a los labios. Tenías la sensación de estar ante una diva, como Greta Garbo o Marlene Dietrich, y al mismo tiempo, era tan cercana como una vieja amiga”, comenta Fernández a este medio.
“Como en la canción, lo nuestro fue casualidad. La enfermedad que había padecido en 2004 la había obligado a volver a vivir en la casa de su familia, en Málaga. Desde hacía tiempo tenía firmado un contrato con una editorial para publicar sus memorias. Incluso se había entrevistado con dos autores. Sin demasiada fe, la editorial me envió a verla, concertó una cita en una cafetería cerca de su casa. Hablamos de varias cosas pero no del libro. Al despedirnos, me dijo que se sentía cómoda conmigo y que sí, que empezábamos al día siguiente”, añade.
Miguel conoció a Amparo en la última etapa de la vida de la actriz. Ya había salido del mundo de las drogas, una difícil época que Máximo Valverde recuerda con cierta tristeza: “Su mayor error fue meterse en el mundo de la droga. Tuvo muy mala suerte con la gente que se encontró y con su marido, Flavio Labarca, que fue el que la indujo a las drogas más duras. Sí es verdad que antes ella ya había coqueteado con otro tipo de drogas como el hachís o la cocaína. Pero cuando estuvo con Flavio, ya pasó a drogas más duras. Su mayor acierto fue conseguir salir de las drogas. A través de un mánager que ella tenía, Gustavo Casado, y a través mía, conseguimos que entrara en un centro de desintoxicación. Yo entonces ya no estaba con ella. Ella ya se había casado con Patxi Andión, pero yo siempre le tuve mucho cariño. Consiguió recuperarse y pudo cambiar su vida a partir de entonces, porque logró salir de ese mundo. Luego tuvo muy mala suerte con el ictus que le dio y con las enfermedades. Pero eso fue ya en la última época de su vida”.
Otra persona a la que le invade la tristeza cuando recuerda el final de Amparo es el director de cine Antonio del Real, quien trabajó como actor junto a ella en la película de 1976 ‘La otra alcoba’. “Conocí a Amparo Muñoz porque yo viví todo su romance y su ruptura con Patxi Andión (su primer marido), con el que tenía más amistad y había trabajado con él en un par de películas como actor. La recuerdo como una persona muy entrañable, muy elegante, muy frágil, muy bella y muy cordial. Era una persona que con Patxi se comportaba muy en segundo plano, no tenía protagonismo y estaba siempre en segunda fila”.
La propia Amparo habló años más tarde en sus memorias sobre su matrimonio con Andión: “Patxi convirtió la convivencia en un infierno. Es mi experiencia con él. No trato de insultarle ni de fastidiarle, pero no puedo hablar bien de él, no sería sincera. Creo que mi matrimonio con él y la posterior ruptura son la clave de muchos errores que he cometido después”. “Lo pisoteó todo y me anuló”, añade la actriz en el libro.
Antonio del Real trae a la memoria a Amparo “con mucho cariño”. “Destacaría su fragilidad y su belleza. Como actriz poco a poco fue evolucionando y cumplió un papel bastante destacado. Cuando fue decayendo, me entró mucha tristeza y mucha nostalgia por ver su paso hacia al abismo. La veía dejada, frágil, como si la vida la hubiera abandonado. Seguí su final con bastante tristeza, pero tengo un magnífico recuerdo de ella”, confiesa a Vanitatis.
Miguel Fernández quiere, a pesar de todo, destacar la gran fortaleza que Amparo demostró en numerosas ocasiones: “Amparo demostró una gran capacidad de resiliencia. De cada golpe supo sacar conclusiones y levantarse y volver a empezar. Plantó cara a todo, incluso a la enfermedad”, afirma.
Pedro, el hermano de Amparo, también destaca esa fortaleza: “Amparo era fuerte con todo. Cada vez que caía, renacía. Tenía una fuerza de voluntad increíble”.
Quizás, sus errores fueron más resaltados que sus muchos aciertos. En cualquier caso, nada ha impedido que hoy solo reciba palabras de cariño de quienes la recuerdan: “Amparo dejó el legado de lo que es una mujer bella. No ha habido en España una Miss más guapa y más impresionante físicamente como era Amparo. Era la perfección, y eso que no era una mujer muy alta. Medía 1’70. Tenía una forma de sonreír, de mirarte… La dulzura que transmitía… Era una mujer muy especial, no solo por su belleza, sino también por la forma en que te miraba y te sonreía. Tenía mucho encanto. También están sus películas. Están ahí y es un recuerdo que no se va a borrar nunca”, nos cuenta Máximo Valverde.
“La acompañé a platós de televisión, hicimos juntos la promoción del libro, presencié muchas entrevistas y nunca me pareció otra persona distinta a la que era en la intimidad. No se transformaba, el personaje no vampirizaba a la persona. Era una mujer muy auténtica”, afirma Miguel Fernández, quien además asegura que Amparo nunca sintió deseos de revancha contra nadie: “Cuando empezamos a trabajar en el libro solo me puso una condición: que no fuera un ajuste de cuentas. Ella quería que la gente supiera que en su vida había habido de todo, que su vida no había sido "una mierda". La frase es textual. La carrera profesional de Amparo coincidió con unos años vertiginosos para la sociedad española. Todo cambiaba en muy poco tiempo. Vivíamos muy deprisa. Quizás con perspectiva, analizando con serenidad el contexto, obtengamos otra imagen de Amparo, más aproximada a lo que de verdad fue y representó. Es lo que he hecho en el libro ‘La vida rota’, que publicará en junio Roca Editorial. Desmontando los tópicos, apartando los prejuicios, aclarando las confusiones, nos encontramos con la auténtica Amparo Muñoz. Lástima que ella no viva para verlo”.
Ella no. Pero los suyos sí pueden hoy comprobar el buen recuerdo que a todos los que la conocieron les ha quedado de ella. Ese recuerdo es el que su hermano Pedro quiere que perdure: “Recuerdo muchísimas cosas de ella: cuando tomábamos café, las conversaciones de por la mañana, cuando salíamos… Son bellos recuerdos. Una cosa era la imagen, el personaje, y otra cosa era la persona. Amparo era una persona muy cariñosa y cercana, tremendamente generosa. Era muy hermana mayor. Cuando ocurrían cosas, ella acudía rápidamente. Era muy buena persona. Esa era Amparo”.
Es poco probable que a cualquier persona que se sienta atraída por la belleza femenina se le mencione el nombre de Amparo Muñoz y no se le escape un pequeño suspiro. Esta es la reacción general que la actriz provocó siempre y sigue provocando hoy, diez años después de su fallecimiento.