Ana Obregón: duelo hecho carne
Ana ha vuelto a posar en ropa de baño y España me parece un poquito más estable desde este miércoles. Por favor, no me quiten la ilusión
Hay personas que, llegadas a una edad, pueden ser lo que les dé la gana. Ana García Obregón tiene el privilegio de haberlo conseguido desde bien mocita. Bióloga, actriz, presentadora, guionista, empresaria, dueña de sí misma, futura escritora a su pesar. Fantasiosa, divertida, empeñada en demostrarnos que lo suyo, que son muchas cosas, va en serio. Como si lo necesitáramos, Ana.
‘Influencer’ antes de inventarse el término. Mujer maravilla, de piernas y risa largas. Única en su especie. Ha ligado más que cualquiera de todos nosotros y que muchas jamonas oficiales. Se ha metido en el bolsillo a muchas generaciones. Ay, Obregona, lo que hemos reído y llorado contigo.
Inmersos en la incertidumbre económica y la política, en recesiones que aún no son, pantanos con las reservas en mínimos, el gas a precios máximos y las vacaciones pendiendo de un hilo, hay cosas a las que uno se aferra para no pensar que todo se hunde. “Esta mujer es única. Marca los tiempos en el calendario”, dice la revista ‘¡Hola!’ al llevarla a portada en el número de esta semana. Porque Ana ha vuelto a posar en ropa de baño y España me parece un poquito más estable desde este miércoles. Por favor, no me quiten la ilusión.
El verano empezaba cuando ella nos enseñaba su colección de bikinis, con ese cruce de piernas y esa leve pose de puntillas que solo a ella le sale bien. Una Obregón maqueada hasta el infinito y que siempre nos ha mostrado su perfil derecho en las fotos, porque sabe que es el bueno. Que jugaba con las olas del mar, salpicándose a sí misma y gritando a los cuatro vientos que todo en la vida le sonreía.
Una tradición que inauguró al nacer su hijo. El mismo que falleció por cáncer en 2020 cuando solo tenía 27 años. Fue entonces cuando rompió con los posados veraniegos. Hasta hoy.
En la entrevista cuenta que mientras sobrevive, intenta acabar el libro que él empezó a escribir. Una tarea que resume como “abrir el alma en canal”. Y una exclusiva cuyo dinero irá a parar a la fundación que lleva el nombre del fallecido, Aless Lecquio, centrada en la investigación del cáncer.
Por ese hijo ha vuelto a posar, mucho menos festiva, pero con la manicura perfecta y restos de brillo en los ojos. Con una flor enorme decorando su pelo, con unas botas de cowboy con pelo de cebra, un caftán negro imposible, una pulsera de plástico de Chanel que vende una web de segunda mano por 650 euros.
Ana ya ríe poco y, aunque se esfuerza, solo le sale tristeza al hablar. “Cuando me dicen que mi niño está en mi corazón, digo que se equivocan: mi corazón está con el suyo. No está aquí”, afirma. Y quiénes somos para decirle algo al respecto. Una mujer que perdió a su hijo y su madre en menos de dos años. Es duelo hecho carne y habita entre nosotros.
Obregona nos ha generado siempre un festival de emociones. La maldita envidia al saber que compartió catre y sudor con el Bosé más Bosé. También pelusa al intuir que no hubo trabajo o cometido al que se enfrentara con pereza, ese pecado capital. Las lágrimas de risa con Ramón García en '¿Qué apostamos?', la Ana de 'Ana y los siete', la paella para Steven Spielberg, ese pelo inenarrable en ‘El equipo A’, compañera de reparto en ‘Hostal Royal Manzanares’. Y qué reparto. La vida ha sido generosa con Ana, pero ella nos ha dado mucho a cambio, como aquellas fotos en Mónaco dando a entender su “especial complicidad” con el príncipe Alberto.
La conversación entre Ana Victoria García Obregón y la periodista es un ejercicio de paciencia y cariño entre ambas. Es una sucesión de preguntas en las que resulta imposible que la que responde muestre otra cosa que no sea dolor y desesperanza. Es una conversación cuya penúltima negrita dice: “Estás muy guapa, Ana, muy atractiva”. Como si una no supiera cómo remontar aquello y hacer que esa mujer sonría un poco. Y ella, la Obregona, volviendo a regalarnos la respuesta: “Pues ni voy al gimnasio, ni hago dieta, ni nada”.
Esta mujer es única. Y marca los tiempos en el calendario.
Hay personas que, llegadas a una edad, pueden ser lo que les dé la gana. Ana García Obregón tiene el privilegio de haberlo conseguido desde bien mocita. Bióloga, actriz, presentadora, guionista, empresaria, dueña de sí misma, futura escritora a su pesar. Fantasiosa, divertida, empeñada en demostrarnos que lo suyo, que son muchas cosas, va en serio. Como si lo necesitáramos, Ana.