Las diferencias de Miguel Bosé en sus entrevistas con Évole y 'El hormiguero', según su lenguaje corporal

Ha pasado bastante tiempo desde que Miguel Bosé compartió unos minutos con Jordi Évole hasta que hemos podido volver a verle en televisión. Mucho ha cambiado desde entonces. Por ejemplo, las cosas con su expareja parecen estar más tranquilas y, aunque continúan su batalla legal en los tribunales, han acercado posturas.

Muchas polémicas han quedado atrás, aunque no evitara volver a hablar de ellas, y también sus problemas en la voz parecen estar en camino de solucionarse, algo que confesó en su última entrevista en ‘El hormiguero’, confirmando que, tras mucha búsqueda, por fin habían encontrado la causa.

Dos entrevistas y dos escenarios

Ambas entrevistas fueron muy diferentes, no solo por los momentos en los que se han producido, como hemos señalado. Durante la entrevista de Évole, la controversia por las declaraciones de Miguel sobre el covid era muy reciente e incluso el propio cantante le decía al entrevistador que le veía preocupado por el daño que esto pudiera causar en su imagen.

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Las puestas en escena son también distintas. En ‘El hormiguero’, todos los invitados se sientan junto al presentador, creando una suerte de cercanía emocional entre ellos, y en este caso ambos estaban bastante cerca. Un contraste simbólico con la entrevista de Jordi, donde a ambos les separaba una mesa. Como decimos, eran otros tiempos y el miedo al contagio en aquella época era mayor, por lo que puede haber motivos extra.

En ambas ocasiones, Miguel se ha mostrado tranquilo y seguro; tablas no le faltan, pues ha estado frente a los medios desde que era un crío. Eso sí, durante su entrevista con Évole mostraba cierto nerviosismo, sutil, que delataba el movimiento de sus manos, tirando de sus mangas y cubriendo con ellas los puños en ocasiones. En otras era todo lo contrario, y su actitud era abierta.

En los dos casos, el artista optaba por mirar a los ojos de su interlocutor, buscando su mirada y creando ese vínculo. En el caso de su entrevista con Pablo Motos, no dudaba en mirar también al público, haciéndoles partícipes de sus palabras. De hecho, al hablar sobre sus problemas de salud, vemos cómo en ocasiones su mirada se desvía hacia abajo y hacia la derecha.

“Esta zona es donde se localiza en el cerebro la experimentación de los sentimientos y emociones”, explica la psicóloga Marta Alonso. “Si la persona que tienes en frente dirige su mirada hacia esa posición, pueden darse dos razones: o bien esa persona está sintiendo en ese momento alguna emoción intensa, o bien pretende ponerse en lugar de otro”. No hay duda de que esta historia era importante para Bosé.

A lo largo de ambas entrevistas vemos cómo hay cosas que no cambian en él. Por ejemplo, tiende a mover las manos mientras habla. “Con las manos marcamos tamaños, indicamos direcciones, mostramos nuestras emociones y hacemos toda una serie de mímicas que, inconscientemente, enriquecen aquello que decimos con las palabras”, comenta Sebastián Lora, especialista en comunicación. “Las manos dicen mucho de nuestra personalidad, de nuestro estado de ánimo y de lo que sentimos en ese momento. En algunos casos indican seguridad, honestidad y cercanía. En otros, revelan una actitud nerviosa, negativa o defensiva”, añade.

Muchos gestos forman parte de su manera de contar historias, como el elevar las cejas para enfatizar sus palabras. Esto lo hemos podido ver en ambas entrevistas, porque, aunque muy diferentes, el Miguel que está en ambas es el mismo. Seguro de sus palabras, de su opinión y de su manera de pensar.