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La herencia de Llongueras: una fortuna inmobiliaria millonaria que heredarán sus hijos
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La herencia de Llongueras: una fortuna inmobiliaria millonaria que heredarán sus hijos

El famoso peluquero vendió parte de su imperio hace cinco años a una multinacional francesa, pero conservaba varias sociedades de alquiler de locales y pisos que conforman su herencia

Foto: Lluís Llongueras, en una imagen de archivo. (EFE)
Lluís Llongueras, en una imagen de archivo. (EFE)

"¿Cuál ha sido su mayor lujo?", le preguntaba la periodista en 2020 a Lluís Llongueras. "Vivir. Haber honrado y aguantado a la profesión, crear un futuro para mi familia y la de miles de compañeros y colegas. Y haber sido invitado en muchos países para impartir mi método". El conocido peluquero había superado un cáncer de glotis y recapitulaba su vida en 'El País'. La voz al borde del quebranto y el impulso espídico. "La peluquería era casi una manualidad. Yo defendí que se mejoraba con técnica". Con el fallecimiento de Lluís Llongueras desaparece no solo un genio de la peluquería, sino también de la empresa, un artista que supo aplicar con inteligencia los criterios del marketing al oficio y que nunca dejó de inventar y buscar nuevas líneas de negocio. Y así, con técnica, montó un imperio de la nada que llegó a facturar más de 40 millones de euros.

Lluís Llongueras fue el primer español en inaugurar un salón en París, mientras enseñaba su método y estilo en academias fundadas por él mismo. Nació en Esparraguera (Barcelona) en 1936 y empezó a desarrollar su carrera a los 14 años como ayudante de peluquería en la reconocida Can Dalmau. A mediados de los años 50 abrió su primer local en la Ciudad Condal junto a su hermano. Aunque no le gustaba hablar de sus clientas famosas, tuvo el privilegio de cortarle el pelo a actrices de Hollywood, a la duquesa de Alba o a la reina Sofía. Cher lució sus cardados en la película ‘Hechizo de luna’. A lo largo de su carrera, abrió 120 locales repartidos por todo el mundo, 50 de ellos en España. Su imperio, que también incluía la venta de los múltiples productos que llevan su nombre, abarcó desde Tokio a Nueva York, pasando por Buenos Aires, Ginebra, Barcelona o Montevideo.

placeholder Jocelyne Novella y Lluís Llongueras, en un homenaje al peluquero. (EFE)
Jocelyne Novella y Lluís Llongueras, en un homenaje al peluquero. (EFE)

En 2018 vendió parte del negocio al francés Franck Provost, dueño de Provalliance, líder europeo en peluquerías. Entonces facturaba 45 millones de euros, tenía 20 salones propios y 52 franquiciados en España, más 28 en el resto del mundo. En 2019 el grupo francés completó la compra de todo el grupo al hacerse con la cadena Twenty One, propiedad de una de sus hijas, Esther Llongueras. Hoy, Provalliance cuenta con las marcas Llongueras, Jean Louis David, Franck Provost y The Barber Company, más de 300 salones de peluquería y estética que tienen previsto seguir sumando. El último, por cierto, lo abrieron en pleno centro de Barcelona hace apenas una semana.

Lluís Llongueras era un hombre muy organizado para los asuntos económicos y no dejó nada al azar. En el momento de su muerte, su patrimonio estaba en orden y rentando, a pesar de las desavenencias del pasado con su exmujer Lolita Poveda y sus dos hijos mayores (la tercera, Cristina, falleció en un accidente de tráfico en 1991). En 2010, tras casarse con su segunda mujer y madre de sus tres hijos pequeños, su 'primera familia' le envió un burofax para despedirle de su propia empresa. El problema se zanjó un par de años después cuando firmaron un acuerdo económico, aunque no se sabe si la conciliación llegó también al terreno íntimo. "Fue una decisión equivocada que tomaron mis hijos, y el tiempo lo ha demostrado. Me sabe mal por ellos, porque si uno no sabe llevar una empresa no debe tomar las riendas. Pero, bueno, yo tenía otras sociedades que han funcionado muy bien y mi vida sigue igual. No hay problema", explicó en otra entrevista.

Y tan bien. En el momento de su fallecimiento, el señor Llongueras era administrador único de varias empresas que suman activos millonarios y estaban dedicadas sobre todo al sector inmobiliario.

A través de Inmobiliaria Cabale, de la que era administrador único, alquilaba locales. Esta entidad creada en 1977 facturó en el último año del que hay registro 415.000 euros. Según su balance de cuentas, cuenta con activos que superan los 2.370.000 euros. Desde 2018 eran apoderados de esta empresa su hijo Adrià Llongueras y su segunda esposa, Jocelyne Novella.

El peluquero era también administrador único de Inmobiliaria Llonlluis, creada en 1998 y que sigue el mismo esquema que la anterior, con Adrià Llongueras y la señora Novella como apoderados. Esta inmobiliaria se dedica al alquiler de bienes inmobiliarios por cuenta propia y maneja unos activos que superan los diez millones de euros. En 2021 facturó 350.000 euros, aunque su resultado fue negativo por el aumento de los gastos de explotación.

placeholder Lluís Llongueras, en una imagen de archivo. (EFE)
Lluís Llongueras, en una imagen de archivo. (EFE)

Llujo & Llono es otra de las sociedades que administraba Lluís Llongueras en el momento de su muerte. Se dedica al alquiler de maquinaria y otros bienes no inmobiliarios y tiene como apoderada a la señora Novella. Sus números son buenos: en 2021 consiguió unos beneficios limpios de 190.000 euros y cuenta con unos activos de más de dos millones de euros.

Llongueras era también apoderado de otra sociedad dedicada al alquiler de locales, Inmobiliaria Lluria, administrada desde febrero de 2023 por su primera mujer, Dolores Poveda. También aparece como apoderado uno de sus hijos mayores, Adam Llongueras Poveda. Esta entidad declaró en 2021 unos activos por valor de 1.600.000 euros, aunque en los últimos ejercicios ha cerrado en negativo. El conocido peluquero era también el accionista principal de Ediciones Prensa y Vídeo.

“Empecé trabajando de botones en la peluquería Can Dalmau, uno de los salones más prestigiosos de Barcelona en los años 50”, contaba él. Ese universo de “elegancia, lujo y sensualidad” convenció al joven Llongueras de que su misión vital sería embellecer a las mujeres. Y desde entonces se dedicó a ello en cuerpo y alma, siempre combinando la expansión entre centros propios y franquiciados sin perder la exclusividad. Un negocio redondo más allá de la simple peluquería.

"¿Cuál ha sido su mayor lujo?", le preguntaba la periodista en 2020 a Lluís Llongueras. "Vivir. Haber honrado y aguantado a la profesión, crear un futuro para mi familia y la de miles de compañeros y colegas. Y haber sido invitado en muchos países para impartir mi método". El conocido peluquero había superado un cáncer de glotis y recapitulaba su vida en 'El País'. La voz al borde del quebranto y el impulso espídico. "La peluquería era casi una manualidad. Yo defendí que se mejoraba con técnica". Con el fallecimiento de Lluís Llongueras desaparece no solo un genio de la peluquería, sino también de la empresa, un artista que supo aplicar con inteligencia los criterios del marketing al oficio y que nunca dejó de inventar y buscar nuevas líneas de negocio. Y así, con técnica, montó un imperio de la nada que llegó a facturar más de 40 millones de euros.

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