Las noches de Bocaccio y los daiquiris en Cuba de Carlos Ferrando

Carlos Ferrando ha fallecido este miércoles en Madrid a los 76 años. Fue su amiga Alejandra Grepi quien acudió a su domicilio al no recibir respuesta a mensajes y llamadas. La actriz, al igual que otros íntimos como la periodista Karmele Izaguirre y Cesar Henrich, tenían llaves de su piso y gracias a este detalle pudo entrar en el piso.

A partir de ese momento, todo fue una cuenta atrás, como informó Carlos Pérez Gimeno en la 'Crónica Rosa' de Federico Jimenez Losantos. A pesar de que aún estaba con vida, los servicios de emergencia no pudieron hacer nada por recuperar sus constantes vitales. Fue trasladado al instituto anatómico forense para tramitar las causas de la muerte. No tenía relación con sus familiares directos y han sido y serán sus amigos los que se encarguen de dichos trámites.

Carlos Ferrando no quería que le colocaran el título de periodista. Como él decía: “yo soy un contador de historias, no pasé por la facultad de periodismo y por lo tanto no quiero que se me atribuya ningún título universitario que no tengo”.

Le pasó igual que otros grandes como su Jesús Mariñas. A ninguno les hacía falta título. Los dos demostraron mucho más en su trabajo que algunos titulados. Ferrando era una enciclopedia andante de todo lo que tuviera que ver con el cine, el teatro o la música. Sus inicios tuvieron lugar haciendo cine en ‘Siete Días’ y ‘Sábado Gráfico’, cuyo dueño, Eugenio Suárez, siempre vio su capacidad para relacionarse con actores nacionales e internacionales. Fue una de las figuras estrella en ‘Diario 16’.

Alternaba entrevistas tanto en las páginas de cultura como en las de sociedad, donde contaba lo que otros no veían. Nunca fue palmero de ningún personaje famoso, pero sí cuidadoso con las vivencias privadas que compartía con muchos de ellos. Incluidos políticos en ejercicio que acudían a la discoteca Bocaccio. En ese local, que fue centro de conspiraciones y diversión alternaban las vedettes, actrices de la talla de Ana Belén, Carmen Maura, María Asquerino, Monica Randall y jóvenes promesas como Maribel Verdu, Victoria Abril, Emma Suárez y Angela Molina, que fueron sus protegidas. No faltaban editores de prensa, directores de cine y de periódicos, escritores y hasta figuras internacionales.

Ferrando tenía la capacidad de organizar unas cenas en Bocaccio en las que mezclaba todos los perfiles sociales, incluidos espías como Francisco Paesa, que se encontraba con sus contactos (eso decía Ferrando) de madrugada en una de las mesas del interior. Los políticos de los 80 también frecuentaban el ambiente que creaba el profesional. Las cenas tenían como excusa unos premios que organizaba y pactaba con los protagonistas. Ferrando fue una especie de Pigmalión que encumbró, a través de sus entrevistas, a algunas figuras emergentes que con el tiempo olvidaron que fue él quien las colocó en las páginas de los diarios importantes como ‘Fotogramas’, ‘Diario 16’ o en la revista ‘Tiempo’, en la que también llegó a colaborar.

Tenía el don de caer simpático a pesar de su acidez a la hora de escribir. Fue buen compañero, divertido en los viajes de prensa, que amenizaba con sus millones de anécdotas. Antes de que llegaran Google y Wikipedia a las redacciones, Ferrando tenía en su cabeza, fechas, datos, sinopsis de películas y obras de teatro que facilitaba al resto de colegas.

Cuba fue uno de sus paraísos perdidos y, durante años, su cuartel general. Viajaba a menudo a La Habana. Como los extranjeros no podían comprar casa apañó un acuerdo y prestaba su vivienda a los amigos, además de ofrecer el circuito de ocio. Y aprendió directamente de un barman de Floridita a servir daiquiris.

Durante los últimos años, se retiró del ajetreo del día a día pero sí acudía a programas como ‘Lazos de Sangre’ o ‘Fiesta’, donde sus conocimientos sobre personajes eran oro puro. Con él se ha ido parte una memoria importante de la historia del cine, del teatro y de la crónica social.