Conocemos a los nietos del fundador de Azulejos Peña y su nuevo proyecto: “Nuestro abuelo nos enseñó que la clave del negocio está en el detalle”
Conocemos la intrahistoria del gimnasio que ha revolucionado el barrio de Salamanca. Vanitatis conversa con Fernando, Carlos y Juan, tres hermanos menores de treinta años que han dado vida a Pomona Club.
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Fernando Peña fue un empresario que construyó un imperio partiendo de cero, desde su Alcora natal, un pequeño enclave en el corazón de Castellón. Han pasado apenas unos meses desde su fallecimiento y Fernando sigue siendo el punto de partida inevitable de cualquier conversación sobre la historia familiar. Sus nietos lo recuerdan con afecto y nitidez: los primeros años en la trastienda de una pequeña fábrica, moldeando las piezas con sus propias manos, y aquel momento en que decidió salir e ir cliente a cliente hasta construir desde cero lo que hoy es Azulejos Peña.
Desde niños los tres hemos sido muy curiosos
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Sus nietos —Fernando (27), Carlos y Juan, mellizos un año menores que él— han canalizado su espíritu hacia una nueva dirección. Desde hace algún tiempo, están plenamente volcados en su propio proyecto, guiados por la misma pulsión emprendedora que respiraron desde la infancia en un hogar donde crear, arriesgar y construir formaba parte esencial del día a día.
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“La empresa familiar tiene su idiosincrasia y una política que no te permite entrar recién salido de la universidad”, comenta Juan, a lo que su hermano Carlos añade: “Además, tanto nuestros padres como nuestros tíos lo están haciendo muy bien”.
La intrahistoria de su exitoso gimnasio
Así, antes de fundar Pomona Club —un gimnasio que hoy triunfa en pleno barrio de Salamanca —, cada uno de ellos se formó en el ámbito de las finanzas y desarrolló su carrera profesional en diferentes sectores. Fernando, que además del gimnasio sigue trabajando en el sector de las finanzas, y Juan se especializaron en fusiones y adquisiciones (M&A), mientras que Carlos se orientó hacia el capital de riesgo (venture capital). Aunque los números constituían el eje central de sus trayectorias, el deporte representaba una constante fuente de desconexión.
En Estados Unidos descubrimos otro concepto de gimnasio
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Desde muy jóvenes mostraron una inclinación natural por la actividad física, y con el paso del tiempo comenzaron a participar en maratones y pruebas de triatlón, como el Ironman, una exigente competición que combina natación, ciclismo y carrera a pie.
Los tres hermanos pasaron una temporada en Estados Unidos, donde ir al gimnasio se convirtió en parte de su rutina diaria: “Fue allí donde descubrimos otro concepto; vimos que la gente entrenaba mucho más en clases colectivas que de manera individual. Vamos todos a un ritmo frenético, y al tener poco tiempo, si vas a un open box —como se denomina al gimnasio de máquinas libres—, o tienes muy claro el tipo de ejercicios que vas a realizar, o resulta más difícil rendir que en una sesión guiada y estructurada. También nos llamó la atención la gran variedad de clases especializadas en aspectos muy concretos”, explica Carlos.
Queríamos que Pomona fuese un espacio único con un precio equilibrado
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No fueron únicamente los gimnasios lo que captó la atención de los hermanos, sino también la enorme oferta de establecimientos de comida saludable que permitían mantener un estilo de vida equilibrado sin renunciar al disfrute.
A su regreso, los tres hermanos se reunieron y comenzaron a esbozar las primeras ideas de lo que, con el tiempo, se transformaría en Pomona.
“Hicimos un estudio de mercado y recorrimos todos los gimnasios de Madrid que presentaran un concepto similar al que teníamos en mente. Construimos nuestra propuesta mejorando la oferta existente en la capital y diseñando un espacio único, pero también con un precio equilibrado”, relata Carlos.
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Así fueron dando forma al proyecto hasta que en septiembre del año pasado, Pomona Club abrió sus puertas en el número cien de la calle Serrano, una de las zonas de mayor prestigio de Madrid. Desde el inicio, tenían claro que, para destacar, debían ofrecer una experiencia diferenciadora y de la más alta calidad.
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Pomona es un gimnasio boutique que integra tres espacios separados pero, a su vez, armónicamente conectados: una cafetería en la que se puede desayunar, comer o cenar de manera saludable; una zona dedicada a clases dirigidas por profesionales de primer nivel del sector deportivo; y, por último, un área comercial donde se ofrece ropa técnica de alta calidad, pensada para diversas disciplinas.
Lo más bonito de Pomona es que ha creado una comunidad donde surgen nuevas amistades
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“Queremos diferenciar cada una de las áreas y permitir que una persona pueda venir simplemente a disfrutar de una comida saludable sin necesidad de ser socio, o adquirir un conjunto deportivo de calidad”, explica Carlos. “Pero es cierto que contar con un gimnasio integral ha favorecido la creación de una comunidad en la que, de forma natural, han surgido nuevas amistades. El deporte es un buen nexo de unión, porque cuando compartes un mismo estilo de vida, es más fácil entenderse”.
Una manera diferente de entrenar y la cultura del running
“El Running Club es algo que nos distingue notablemente; fuimos de los primeros en incorporarlo a nuestra propuesta de entrenamiento. Actualmente organizamos siete salidas semanales".
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"Aunque correr está muy de moda, mucha gente no disfruta haciéndolo en solitario. Por eso hemos creado diferentes grupos, donde los participantes pueden correr acompañados, y en muchos casos, terminan forjando amistades”, explica Juan mientras Carlos añade una anécdota: “El otro día fui al cumpleaños de un socio y me llamó mucho la atención que, además de su familia, casi todos los asistentes eran personas de Pomona. Me gustó mucho. Fue como ver materializada la realidad de lo que estamos construyendo: una comunidad que trasciende los límites del gimnasio”.
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El espíritu colectivo se refuerza también fuera del entorno habitual de entrenamiento. En octubre, un grupo de ochenta personas vinculadas a Pomona viajará a Formentera para participar en una maratón. “Organizamos viajes y experiencias que refuerzan esos lazos. Este fin de semana, por ejemplo, preparamos una jornada de senderismo en la Sierra de Madrid y pasamos allí todo el día. A la gente le encanta. Además, son actividades que nosotros mismos haríamos por gusto; creo que ahí radica también parte del éxito: nace de personas a las que les apasiona lo que ofrecen y que consumen lo que promueven”.
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Más allá del Running Club, Pomona cuenta con varias plantas especializadas. En el nivel inferior se encuentra la Sala Hades, donde se imparten sesiones de HIIT (High Intensity Interval Training) y Hyrox, con una orientación más enfocada al entrenamiento de fuerza y cardio. En la planta superior, se encuentra la Sala Apolo, donde se desarrollan clases de pilates y stretching y una clase de fuerza enfocada en grupos musculares, que resulta sustitutivo a ir al gimnasio.
Espacio multiactividad: de comida saludable a productos accesibles de Ecoalf
Siguiendo la filosofía de su abuelo, quien solía afirmar que “la clave del negocio está en el detalle”, sus nietos han concebido Pomona como un espacio donde cada componente ha sido cuidadosamente diseñado para formar un todo coherente y funcional.
Creemos que merece la pena esperar un minuto más y comerte algo recién hecho
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“En la cafetería todo es fresco, saludable y funcional. Cada plato se elabora en el momento. Creemos que merece la pena esperar un minuto más si eso garantiza calidad”, señala Carlos.
Para ellos, tanta es su relevancia que el nombre hace referencia al producto: Pomona, en la mitología romana, es la diosa de la fruta, los jardines y las huertas.
“Ofrecemos ensaladas, snacks, paninis, fruta de temporada, café de especialidad, matcha y zumos de frutas y vegetales hecho al momento… Todo está hecho por nosotros, incluidas las salsas de las ensaladas. El aliño antiinflamatorio, por ejemplo, lo preparamos con láminas de jengibre y cúrcuma que cortamos nosotros mismos. Somos muy meticulosos con ese tipo de detalles, porque también somos conscientes del entorno en el que nos encontramos”.
Nos hace ilusión cuando vemos a gente por la calle con las camisetas de Pomona y Ecoalf
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“Acabamos de lanzar una línea junto a Ecoalf y está teniendo una acogida increíble. Nos hace mucha ilusión ver a gente con camisetas de Ecoalf y Pomona por la calle”, dice Juan.
Su madre, un gran ejemplo
La familia ha sido, sin duda, una guía y un motor esencial en el desarrollo del espíritu emprendedor de los hermanos Pajares Peña. Pero en su hogar destaca una figura que, incluso hoy, sigue representando una excepción poco habitual: la de una mujer al frente de un legado empresarial de gran envergadura.
Es su madre, Ana Peña, quien dirige la compañía familiar. Para ellos, es un referente incuestionable. “Nuestros padres son un ejemplo, y mi madre, además, un apoyo constante. Siempre está pendiente de todo, preguntando por los números, atenta a cada detalle…”, relata Carlos.
Pomona no es solo un gimnasio: es la materialización de una visión compartida, un espacio que trasciende lo puramente deportivo para convertirse en punto de encuentro, comunidad y estilo de vida.
Fernando Peña fue un empresario que construyó un imperio partiendo de cero, desde su Alcora natal, un pequeño enclave en el corazón de Castellón. Han pasado apenas unos meses desde su fallecimiento y Fernando sigue siendo el punto de partida inevitable de cualquier conversación sobre la historia familiar. Sus nietos lo recuerdan con afecto y nitidez: los primeros años en la trastienda de una pequeña fábrica, moldeando las piezas con sus propias manos, y aquel momento en que decidió salir e ir cliente a cliente hasta construir desde cero lo que hoy es Azulejos Peña.