Carmen Lomana recibe a la princesa en su casa

Desde que se convirtió en bailarina televisiva, Lomana no tiene tiempo ni para pasearse por sus tiendas preferidas de la Milla de Oro madrileña. Dos días por semana ensaya el ritmo que le toque y el miércoles se prepara para no defraudar a ese público que la quiere y ya la considera su portavoz.

Sus declaraciones en 'La Noria', donde no se cortaba un pelo al dar su opinión sobre la situación política y económica de España, han impactado. Desde ese día hay mucha gente que la para por la calle y la felicita por sus opiniones. Sobre todo, por no esconder su opción política y reivindicar la imagen del ex presidente Aznar, al que niegan el pan y la sal muchos de sus antiguos compañeros de partido.

Lomana, en cambio, dice y hace lo que le viene en gana. Cuenta que su vida social se ha resentido por el baile, pero no otros aspectos de su vida, como son sus visitas una vez por semana como voluntaria de la ONG Aladina al hospital del Niño Jesús, donde los padres de los niños hospitalizados disfrutan de su charla y apoyo. Ese compromiso es sagrado. En cambio, Carmen se queda este año sin vacaciones de Semana Santa porque tiene programa: “Soy muy responsable y, por lo tanto, si he firmado un contrato lo cumplo y me quedo sin viajar a México con unos amigos que me habían invitado”.

Dice Lomana que sólo rompería el acuerdo mercantil “si me obligasen a ponerme un chandal porque es la única exigencia que pedí”. Todo esto lo cuenta Carmen sin levantar la voz. Tiene muy buen carácter y de las pocas veces que se ha mosqueado fue cuando dijeron que su encuentro con el marajá en su palacio de Udaipur no era real. Que el caballero era de atrezzo y su presencia igual que la de otros miembros de la familia -princesa y príncipe heredero- formaban parte del paquete del viaje.

Algo así como hacen algunos títulos venidos a menos en España, que enseñan la casa solariega o la bodega como asalariados de la multinacional de turno. Nada que ver con la realidad. Padmaya de Udaipur existe. Viajó a Madrid procedente de Londres y Carmen le organizó una velada social en su casa para un círculo muy reducido entre los que se encontraban Carlos Mundi y la diseñadora de joyas Sara Beltrán. Un tea time a la española que se alargó hasta la noche y donde el té sólo lo bebió la princesa.

El resto dio buena cuenta de gintonics, champagne y vino blanco además de virutas de jamón, canapés de todo tipo y sandwichitos de pepino y lechuga, los preferidos de la Reina de Inglaterra. Padmaya, que resultó ser una chica muy agradable y educada, quedó encantada con la velada organizada por su anfitriona y prometió volver.