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La muerte silenciosa de la abogada Concha Sierra, el 'azote' de los maridos
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La muerte silenciosa de la abogada Concha Sierra, el 'azote' de los maridos

Concha Sierra fue una de las abogadas matrimonialistas más temidas por los maridos poderosos en sus rupturas conyugales. Entre otros muchos divorcios llevó los de Esther y

Foto: La muerte silenciosa de la abogada Concha Sierra, el 'azote' de los maridos
La muerte silenciosa de la abogada Concha Sierra, el 'azote' de los maridos

Concha Sierra fue una de las abogadas matrimonialistas más temidas por los maridos poderosos en sus rupturas conyugales. Entre otros muchos divorcios llevó los de Esther y Alicia Koplowitz  de los primos  Cortina; el de Juana García-Courel, segunda mujer  de Fernández-Tapias;  separó a Carmen Martínez Bordiú de Alfonso de Borbón; a Paloma Giménez Altolaguirre, casada con el síndico de la Bolsa de Madrid... A esta última le consiguió nueve millones de euros, la vivienda familiar y una pensión de 3.000 euros al mes cuando Manuel de la Concha decidió finiquitar un matrimonio de más de treinta años.

Conseguir su defensa era una garantía de éxito en las pretensiones económicas y por eso los más ricos o las futuras ex la contrataban. Decía que, salvo excepciones, la mayoría de los divorcios se resumía en una discusión económica y que su trabajo era conseguir la situación más ventajosa  para su cliente. "Las parejas son capaces de descuartizare por un cuchillo de pan o un CD como si fueran Picassos. Lo triste -decía- es que en ese viaje a la libertad de uno de ellos los daños colaterales son terribles".

Lo llamativo era que nunca predicó con el ejemplo. Ella, que divorció a centenares de parejas, creía  totalmente en el matrimonio, que definía como "una institución admirable que existirá siempre" . De hecho, estuvo casada toda la vida con la misma persona. Un ingeniero de Caminos al que definía "como una gran persona que me aguanta, me entiende, me comprende, me sujeta cuando estoy a punto de caer y me apoya en los momentos más vulnerables. Es mi amigo, mi marido, mi compañero. El verdadero hombre es de una sola mujer. Después de tantos años casados cuando vamos al cine aún nos cogemos de la mano", me dijo mostrando una faceta privada tierna que chocaba con la imagen dura e implacable que mantenía en los contenciosos legales.

Vivió situaciones muy complicadas que procuró que no le afectaran cuando algunos ex de ambos sexos la amenazaban de muerte. Definía el divorcio como  "cambiar de tumbona en el Titanic cuando se esta hundiendo". Era capaz se contar miles de anécdotas relacionadas con sus defensas cuando compartía mesas redondas, pero se volvía muda cuando los periodistas le preguntábamos por un caso concreto. Uno de los mas mediáticos fue precisamente el divorcio de los duques de Lugo. Concha era la abogada de Jaime de Marichalar y esta elección sentó muy mal a la Casa Real, que veía en ella al enemigo número uno.  Este divorcio fue el último en el que intervino y lo hizo por amistad con el exyerno real. Ya estaba muy enferma y quería pasar el tiempo que le quedara de vida tranquila y sin mayores complicaciones. Tampoco quiso que su entierro y funeral fuera un desfile de clientela famosa y poderosa y por eso su familia no quiso dar ninguna publicidad.

Concha Sierra fue una de las abogadas matrimonialistas más temidas por los maridos poderosos en sus rupturas conyugales. Entre otros muchos divorcios llevó los de Esther y Alicia Koplowitz  de los primos  Cortina; el de Juana García-Courel, segunda mujer  de Fernández-Tapias;  separó a Carmen Martínez Bordiú de Alfonso de Borbón; a Paloma Giménez Altolaguirre, casada con el síndico de la Bolsa de Madrid... A esta última le consiguió nueve millones de euros, la vivienda familiar y una pensión de 3.000 euros al mes cuando Manuel de la Concha decidió finiquitar un matrimonio de más de treinta años.