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Teresa Viejo: "Ahora mismo, la televisión me da mucha pereza"
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publica su segunda novela

Teresa Viejo: "Ahora mismo, la televisión me da mucha pereza"

Teresa Viejo, que antaño fuese un rostro habitual de la pequeña pantalla, se esconde ahora tras la radio y tras los libros escribiendo novelas que le apasionan

Foto: Teresa Viejo, retratada en la sede de Planeta (Dani Oceans)
Teresa Viejo, retratada en la sede de Planeta (Dani Oceans)

Televisión versus literatura. Medios de comunicación versus editoriales. Teresa Viejo, que antaño fuese un rostro habitual de la pequeña pantalla, se esconde ahora tras la radio y tras los libros. Si hay mujeres con cierto renombre mediático en España, está claro que ella es una de ellas. Tiene su propio programa de radio, ha sido directora de la revista Interviú y no es fácil saber quién es, ya que no comulga demasiado con el periodismo rosa. Solo se sabe que cuando estaba en Antena 3 lo pasó muy mal y que en Interviú tuvo acceso a información confidencial a la que nunca volverá a tener acceso en su vida. Hoy día, prefiere evitar las declaraciones polémicas y las preguntas excesivamente personales. “Nunca me han preguntado preguntas relacionadas con el mundo del corazón. De hecho, en mis programas trato de evitarlo porque no me siento cómoda con esos contenidos”. Las satisfacciones a ella le llegan por la vía literaria y no por la televisiva o la de los medios de comunicación. Tras el éxito de La memoria del agua, vuelve a su faceta de novelista al publicar Hasta que el tiempo nos encuentre, donde pone escenario a los españoles que se fueron a México para participar en la Edad de Oro de su cinematografía. Su lengua es afilada a la hora de opinar sobre los engranajes del periodismo actual, del que ella sabe bastante después de una carrera que ha tocado todos los palos (radio, prensa y televisión) desde hace más de veinte años. “En este momento de mi vida, la televisión me da mucha pereza”, confiesa a Vanitatis.

Prefiere hablar de literatura pero está claro que no puede evitar hablar de su paso por la tele y delo claro que tiene que ese medio o algún otro no le interesan tanto como ser una autora. Mi ambición la digo sin ambages: lo que más me gusta es contar historias”. Para Viejo, que ha pasado años trabajando con programas como 7 días, 7 noches o el magazín de Castilla La Mancha Tal como somos, es obvio que los medios de comunicación no pasan por su mejor momento: “Ser obrero de la información me parece muy digno pero no nos dejan serlo. Ahora mismo, somos cautivos de las cuentas de beneficios y eso es desolador. También de otra serie de intereses más abyectos. El periodismo se ha utilizado en un momento determinado y ahora que es más prescindible se infravalora y se mal paga”

Viejo también es consciente de que los beneficios de un medio son complicados y que, hoy por hoy, hacen falta más periodistas que empresarios dirigiéndolos. “Quienes están manejando los medios de comunicación no proceden del periodismo sino que llegan desde la gestión pura y dura de la empresa. Una empresa de comunicación siempre va a ser deficitaria. Si uno quiere ganar dinero con el periodismo se ha equivocado de profesión, de país y de todo. Yo he echado las cuentas y es muy caro”. Pese a las críticas, en la radio se siente como en casa: “Para mí, en este momento, la radio es comodísima porque hago un programa que me encanta y que habla de emociones y sentimientos, que es de lo que me gusta hablar. Me siento querida y apoyada en Radio Nacional”, asegura.

Una novela que destila cine

El trayecto de Teresa Viejo desde periodista de éxito a autora adaptada a la televisión (su novela, La memoria del agua fue una de las grandes miniseries rodadas por Televisión Española) ha sido paulatino y el hecho de que prefiera el mundo literario es evidente desde el momento en el que se le pregunta por su libro, que nació de un “No”, el que le dio Miguel Morayta, el centenario español, ya fallecido, que se había convertido en director de éxito en México tras emigrar al país del tequila. “Yo salía llorando de allí cuando él decidía no recibirme. Vivía en La Condesa, una zona de artistas relativamente cercana al bullicio de México DF. Salí en medio de todo el tráfico y me di cuenta de que tenía la novela y que no tenía por qué ofuscarme”.

La novela nació rindiendo homenaje a muchas de las personas que habían hecho lo mismo que Morayta, irse a México para cambiar de vida, para encontrar un destino que acabaría materializándose en el mundo del cine, refugio de expatriados que acabarían haciendo historia. Haciendo el libro he metido cameos como por ejemplo el de Emilia Guiú, una actriz que nace en Barcelona, que fue ignorada en España y que a partir de su emigración a México se convierte en una de las grandes estrellas del cine del país. Se convirtió en una mala de película con una apariencia muy similar a la de Lana Turner. ¿Por qué nunca hemos hablado de toda esa gente?”, se pregunta a sí misma.

¿Podría ocurrir lo mismo hoy en día? Si tan mal está la profesión periodística y muchas otras… ¿por qué no abundan las historias de triunfo en países extranjeros? “El problema de nuestra sociedad es la apatía. Tenemos la percepción de que nada va a cambiar el escenario en el que estamos. Ellos tenían la seguridad de que la vida no podía ir a peor y cuando está todo por ganar es fantástico. Se encontraron con un país emergente, efervescente, feliz y ambicioso”. Ella misma fue corresponsal de Televisa en sus años mozos, recién salida de la facultad de periodismo. Ante la posibilidad de viajar a México para trabajar una temporada allí, dijo “No”. Hoy en día, se arrepiente. “Me acomodé y me acostumbré. Me arrepiento de no haber pasado por la experiencia de vivir un tiempo fuera de España”. Parafraseando uno de sus programas, Cambio radical, nunca se sabe cuál será nuestro destino. El de Teresa Viejo, por ahora, parece estar lejos de las cámaras, de los Interviú y más cerca de las páginas de libros que a ella, le han cambiado la vida.

Televisión versus literatura. Medios de comunicación versus editoriales. Teresa Viejo, que antaño fuese un rostro habitual de la pequeña pantalla, se esconde ahora tras la radio y tras los libros. Si hay mujeres con cierto renombre mediático en España, está claro que ella es una de ellas. Tiene su propio programa de radio, ha sido directora de la revista Interviú y no es fácil saber quién es, ya que no comulga demasiado con el periodismo rosa. Solo se sabe que cuando estaba en Antena 3 lo pasó muy mal y que en Interviú tuvo acceso a información confidencial a la que nunca volverá a tener acceso en su vida. Hoy día, prefiere evitar las declaraciones polémicas y las preguntas excesivamente personales. “Nunca me han preguntado preguntas relacionadas con el mundo del corazón. De hecho, en mis programas trato de evitarlo porque no me siento cómoda con esos contenidos”. Las satisfacciones a ella le llegan por la vía literaria y no por la televisiva o la de los medios de comunicación. Tras el éxito de La memoria del agua, vuelve a su faceta de novelista al publicar Hasta que el tiempo nos encuentre, donde pone escenario a los españoles que se fueron a México para participar en la Edad de Oro de su cinematografía. Su lengua es afilada a la hora de opinar sobre los engranajes del periodismo actual, del que ella sabe bastante después de una carrera que ha tocado todos los palos (radio, prensa y televisión) desde hace más de veinte años. “En este momento de mi vida, la televisión me da mucha pereza”, confiesa a Vanitatis.

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