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Ángela Montero, el obstáculo en los planes de futuro de David Muñoz y Cristina Pedroche
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Ángela Montero, el obstáculo en los planes de futuro de David Muñoz y Cristina Pedroche

La pareja quiere contraer matrimonio con la mayor brevedad posible. Pese a su discreción, la exmujer del cocinero tiene la llave para que sus sueños se cumplan

Foto: David Muñoz entre sus dos mujeres
David Muñoz entre sus dos mujeres

Quien calla otorga, y el silencio de Ángela Montero es muy valioso para David Muñoz. Después de que Cristina Pedroche afirmara que se quiere casar "cuanto antes" con el cocinero, parece que la exmujer del chef sería el gran obstáculo de los novios. El cocinero triestrellado y su exmujer, con la que mantuvo una relación desde 2003 hasta finales de 2013, son más que una pareja que se separó en su día. Por el sueño del creador de Diverxo, Ángela aparcó su carrera de bailarina y se centró en su novio. La historia del sacrificio que hicieron para abrir su restaurante es archiconocido: vendieron su piso, se hipotecaron y durmieron entre los fogones.

Durante años, Ángela y David formaron el dúo perfecto: él en la cocina y ella como jefa de sala. Pero todo se terminó el día que el cocinero se cruzó con Cristina Pedroche en un showroom y la crisis que atravesaba con su mujer se convirtió en ruptura. Pero solo sentimental.

Ángela sigue siendo la mitad de David, por lo menos en lo empresarial. Tal y como se puede ver en las notas simples del Registro, ella aún es la apoderada de Dukes Road S.L, la empresa bajo la que operan los restaurantes del chef. No solo posee la mitad, sino que también está capacitada para representar a David en la toma de decisiones empresariales.

Y es que los padres de Ángela se implicaron hasta el fondo en el restaurante. De hecho, en 2011, tal como consta en el balance, los socios aportaron 212.400 euros, un dinero que podría formar parte de una donación de los padres de Montero.

En un segundo plano

“No tengo nada que decir, pero muchas gracias”, esa es la respuesta tipo que Montero contestaba hace unos meses, cuando se conoció la relación de su ex con Pedroche. Entonces ella seguía al frente de la sala de Diverxo, pero eso también ha cambiado.

Montero ha dejado de ser la jefa de sala y, tal y como se puede ver en las redes sociales, está volcada con el baile. “Sin ella el servicio es peor”, cuentan a Vanitatis fieles comensales de Diverxo.

Sin embargo, pese a todo, la otrora pareja sigue teniendo una cordial relación. Aunque de puertas para adentro cuentan que ella no le ha puesto nada fácil al chef los papeles del divorcio, de puertas para fuera prefiere no decir nada que pueda afectar a su exmarido. “No tengo nada que aclarar. Muchas gracias”, responde Ángela a Vanitatis con suma educación.

Y es que, según publicaba Diez Minutos esta semana, para cumplir los deseos que tiene Pedroche de casarse con el cocinero, David ha tenido que negociar con su ex un divorcio que ella no le ha puesto fácil. Disolver su matrimonio ha sido complicado emocionalmente y también en lo profesional, ya que trabajan codo con codo y en común tienen muchas cosas que liquidar.

En cualquier caso, su ruptura no será carne de las portadas. Al menos, por el momento. Ella prefiere mantenerse en un segundo plano, y aunque en su entorno todos saben que la nueva faceta de personaje rosa de David no es lo que más le fascina a Ángela, la copropietaria de Diverxo debe asumir que ella y su ex siguen siendo un tándem. Pero, eso sí, Montero aún tiene el poder contra Muñoz en lo que a su próxima boda con Pedroche se refiere. No hay que subestimarla.

Quien calla otorga, y el silencio de Ángela Montero es muy valioso para David Muñoz. Después de que Cristina Pedroche afirmara que se quiere casar "cuanto antes" con el cocinero, parece que la exmujer del chef sería el gran obstáculo de los novios. El cocinero triestrellado y su exmujer, con la que mantuvo una relación desde 2003 hasta finales de 2013, son más que una pareja que se separó en su día. Por el sueño del creador de Diverxo, Ángela aparcó su carrera de bailarina y se centró en su novio. La historia del sacrificio que hicieron para abrir su restaurante es archiconocido: vendieron su piso, se hipotecaron y durmieron entre los fogones.

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