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Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, nueva vida en el campus de Princeton
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CAMBIOS EN LA VIDA DE LA 'SOCIALITE'

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, nueva vida en el campus de Princeton

La 'socialite' y el premio Nobel encaran para el último trimestre del año una etapa en Nueva Jersey, donde el escritor tiene comprometido un ciclo de cursos en la Universidad de Princeton

Foto: Isabel Preysler, en un fotomontaje realizado en 'Vanitatis'
Isabel Preysler, en un fotomontaje realizado en 'Vanitatis'

Las únicas declaraciones que han trascendido de Mario Vargas Llosa relativas a su noviazgo con Isabel Preysler son totalmente explícitas: “No voy a esperar otros 30 años”. Anunciaba que esta vez su enamoramiento iba en serio y así se lo dijo a sus amistades. Lo cumplió presentándose en sociedad en Nueva York y participando en la exclusiva de la revista ¡Hola! ante el asombro del mundo literario. “Mario es un hombre muy vanidoso, sabe que en las reuniones se convierte en el centro de atención, pero hasta ahora se había mantenido alejado de la prensa rosa. Decía que era una vulgaridad”, cuentan escritores españoles que le han tratado y a los que les sorprende este cambio de actitud, aunque no les llama la atención la separación definitiva de la que hasta ahora era su mujer, Patricia Llosa.

“Algún día tenía que suceder y ha sido Isabel la que lo ha conseguido”. Efectivamente una de las cualidades de la reina de corazones es su dedicación absoluta al hombre con quien comparta su vida en ese momento. Sucedió con el marqués de Griñón durante los cuatro años que duró la historia de amor y después con Miguel Boyer. “Les crea un mundo paralelo, un universo único donde lo único importante son ellos y esto es lo que ha sucedido con Mario. A cambio solo pide matrimonio”, aseguran a Vanitatis.

El escritor está dispuesto a cambiar por tercera vez de estado civil cueste lo que cueste. En su caso el tiempo corre en su contra. A punto de cumplir 80 años, no quiere perder este tren y por eso le ha pedido a su novia que cambie su vida y le acompañe en su periplo laboral, que ya tenía cerrado desde antes de que se hiciera público el romance.

Desde finales de septiembre y hasta diciembre, pasará un trimestre en Estados Unidos participando en un curso en la Universidad de Princeton. Al escritor ni le gusta estar solo ni está acostumbrado. Siempre le acompañaba Patricia, quien se encargaba de toda la logística. Ahora tendrá que ser Isabel la que ocupe ese lugar, porque el escritor “solo se dedica a lo suyo y la soledad le abruma”.

Una etapa con poca vida social

Para Isabel no sería un gran problema este cambio porque tanto Tamara como Ana seguirían viviendo en la casa familiar de Puerta de Hierro con el servicio a pleno rendimiento. Tendría más oportunidad de ver a Chábeli y a Enrique, que se mueve en su avión privado por Estados Unidos. En cuanto al lugar elegido para vivir, se barajaba Nueva York, a un par de horas de la Universidad de Princeton, o instalarse, como ha hecho habitualmente Vargas Llosa, en las casas de lujo que ofrece la universidad a sus profesores invitados en el propio campus. Teniendo en cuenta que en esas fechas los días son más cortos y las temperaturas bajan varios grados en Nueva Jersey, el viaje diario a Manhattan no sería recomendable. Y otro factor importante es la sociabilidad de Vargas Llosa, al que le gusta hacer vida universitaria con el resto de ponentes y profesores.

Sería un cambio radical en la vida de Isabel, que también podría aprovechar para acudir de oyente a algunas de las clases que imparta su novio. En el campus no hay vida social, pero en este punto de su vida la reina de corazones parece que no lo necesita. Como ella misma aseguraba en la inauguración de Porcelanosa: “Nos hemos hechos inseparables y no queremos perder ni un minuto”.

Los fines de semana tendrían la alternativa de trasladarse a Nueva York y participar en el ambiente del círculo de los editores del Nobel, que incluso podrían cederles un apartamento en Manhattan. El inmueble que tenía hasta ahora Vargas Llosa forma parte del patrimonio familiar y no está previsto que la situación con Patricia cambie en tan poco tiempo. De hecho cuando la pareja estuvo en Nueva York en la inauguración de Porcelanosa, Mario quiso visitar su domicilio y le comunicaron que “estaba ocupado”. No insistió.

Isabel tiene por delante varias semanas para reciclarse y organizar de nuevo su vida.

Las únicas declaraciones que han trascendido de Mario Vargas Llosa relativas a su noviazgo con Isabel Preysler son totalmente explícitas: “No voy a esperar otros 30 años”. Anunciaba que esta vez su enamoramiento iba en serio y así se lo dijo a sus amistades. Lo cumplió presentándose en sociedad en Nueva York y participando en la exclusiva de la revista ¡Hola! ante el asombro del mundo literario. “Mario es un hombre muy vanidoso, sabe que en las reuniones se convierte en el centro de atención, pero hasta ahora se había mantenido alejado de la prensa rosa. Decía que era una vulgaridad”, cuentan escritores españoles que le han tratado y a los que les sorprende este cambio de actitud, aunque no les llama la atención la separación definitiva de la que hasta ahora era su mujer, Patricia Llosa.

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