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La arquitecta que eligió un vestido clásico con capa de encaje y sandalias negras para un look de novia rompedor
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La arquitecta que eligió un vestido clásico con capa de encaje y sandalias negras para un look de novia rompedor

Carmen Bistuer confió su traje de novia a Helena Mareque y la diseñadora gallega hizo realidad su sueño: un look único con movimiento y luz

Foto: La boda de Carmen e Ismael. (Fotos La huella que Dejas)
La boda de Carmen e Ismael. (Fotos La huella que Dejas)

Carmen Bistuer, arquitecta de 29 años, confiesa que "nunca me había imaginado mi vestido, solo tenía una idea, aunque no la había materializado: tenía en mi cabeza el movimiento y la luz de Sorolla". Un pensamiento que, en manos de la diseñadora Helena Mareque, cobró vida.

Combinando ingredientes clásicos y modernos, Carmen logró, no solo materializar su idea, también causar sensación con un look nupcial de lo más rompedor. Pero empecemos por el principio, por la historia de amor de la arquitecta e Ismael. "Los dos somos arquitectos y nos conocimos en la Escuela de Arquitectura estudiando en Pamplona. Compartimos juntos esos años emocionantes y ya en la etapa de estudiantes pudimos comprobar que nos complementamos muy bien, en la vida y en el trabajo", relata Carmen.

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placeholder La boda de Carmen e Ismael. (Fotos La huella que Dejas)
La boda de Carmen e Ismael. (Fotos La huella que Dejas)

"Aunque con la misma formación de partida, cada uno nos hemos ido especializando en diferentes campos. Hasta que nos casamos, yo estuve trabajando en Foster+Partners, un estudio realmente ilusionante y motivador en el que, de la mano de Lord Foster, he podido desarrollar proyectos de gran escala a nivel internacional. Después de la boda, tomamos la decisión de apostar por nuestro modo de entender la arquitectura y fundar nuestro propio estudio, Cantiera.estudio. Unirnos en lo personal y en lo profesional es emocionante", detalla la novia.

Por sorpresa, llegó la gran pregunta. "La petición de mano fue de una forma muy natural, en un viaje que hicimos en mayo de 2024 por la zona del Algarve. Aunque parezca mentira, después de 10 años juntos, no me lo esperaba y fue, sin duda, el atardecer más especial que hemos vivido juntos".

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La boda de Carmen e Ismael. (Fotos La huella que Dejas)

Con su compromiso matrimonial público, fijaron la fecha de boda: 22 de febrero de 2025 en Zaragoza. "La ceremonia fue en la Basílica de Santa Engracia, mi parroquia de toda la vida, una iglesia preciosa en la que se casaron mis padres y mis abuelos. Teníamos clarísimo que la celebración iba a ser en el Palacio de los Duques de Villahermosa, un sitio espectacular que conocíamos y nos encantaba. La Duquesa y el equipo de Guian Catering nos ayudaron a que todo saliera perfecto, y eso que lo planeamos todo con apenas 10 meses de antelación".

Precisamente, una de las coincidencias más curiosas fue la fecha elegida por los novios. "Estábamos condicionados por la disponibilidad de mi tío Juanjo, ya que es sacerdote y misionero en Panamá, y solo viene a España un mes al año. La casualidad quiso que la fecha final fuera el 22 de febrero, día en el que cumplíamos 10 años como pareja".

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La boda de Carmen e Ismael. (Fotos La huella que Dejas)

Ahora sí, Carmen se plantó en el taller que Helena Mareque tiene enclavado en el barrio de Salamanca, en Madrid, para que la gallega convirtiera en realidad su idea. "Seguía su trabajo desde hacía tiempo. Aunque hasta que no le conocí en persona y vi su atelier, no fui consciente de todo lo que hay detrás de esos vestidos maravillosos. Helena es una artesana como las que ya no quedan. Tiene unos referentes clásicos que se adaptan al momento actual y a la personalidad de cada una".

La arquitecta, enamorada del trabajo de Mareque, le dijo sí, y ahí comenzó el proceso de creación de su vestido de novia (bueno, de sus vestidos, al final fueron dos) y del de su madre. "Ella no me pidió ni imágenes de referencia, ni conceptos de vestidos. Durante una mañana solamente hablamos, nos conocimos y empezamos una relación basada en la confianza y en el amor por las cosas bien hechas. Diseñó mis vestidos y el de mi madre. Ver como ella entendía a la perfección lo que queríamos cada una, incluso antes de verbalizar la idea, es algo único".

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La boda de Carmen e Ismael. (Fotos La huella que Dejas)

Prueba a prueba y siempre acompañada de sus padres, "ellos siempre han sido mis referentes para todo", el vestido principal de Carmen fue cogiendo forma. "Todo hasta llegar a la combinación ideal. Una capa espectacular sobre un vestido ligero con unas mangas que eran un sueño. Puro movimiento".

En palabras de la diseñadora, "Carmen, con su mirada de arquitecta formada en el estudio de Norman Foster, soñaba con un vestido de líneas puras y movimiento sutil. Eligió una gasa de seda con encajes vintage y unas mangas únicas que bailaban con cada paso. Para la capa, buscó un tejido excepcional, como una segunda piel que envolviera la emoción del día".

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La boda de Carmen e Ismael. (Fotos La huella que Dejas)

El trabajo de Carmen y Helena Mareque no se quedaría ahí. "En la última prueba del vestido, se nos ocurrió hacer un vestido más corto, confeccionado con la misma tela de la capa y que me pudiera poner en la fiesta. A una semana de la boda, Helena y su equipo dieron forma a un vestido maravilloso confeccionado de manera artesanal, con el que bailé y disfruté toda la noche. Lo combiné con una chaqueta de lentejuelas de mi madre que puso el broche a un día en el que, ¡hasta salió el sol!", recuerda la novia.

La arquitecta y emprendedora escogió con mucho acierto los aderezos que acompañarían al vestido. Dos, los más originales: las sandalias negras y los broches en forma de constelaciones en el pelo. "Los zapatos eran de Jimmy Choo. Unas sandalias negras maravillosas, que le daban un punto rock que me chifla".

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La boda de Carmen e Ismael. (Fotos La huella que Dejas)

Sobre su recogido, "llevé nuestras dos constelaciones, la de mi marido y la mía. Las diseñé y contacté con Pilar de Magnolia Jewel Bridal para que les diese forma. Un trabajo hecho a mano, con mucho mimo y delicadeza. Un proceso realmente especial con un resultado espectacular".

Entramos en el apartado de las joyas. "Llevaba dos anillos. Uno de mi abuela materna y el anillo de pedida que no me he quitado desde que Ismael me pidió me casara con él. Los pendientes eran los mismos que llevó mi madre en su boda. Dos piezas de oro y diamantes que cuelgan ligeramente. Y por último, el collar. Me lo regalaron los padres de Ismael en la pedida de mano. Es discreto y elegante. Una combinación perfecta".

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La boda de Carmen e Ismael. (Fotos La huella que Dejas)

El ramo de la novia, así como toda la decoración floral, fue obra de Boogaloo. "Es un taller floral que lidera Pilar, con la que conectamos rápidamente. Ella es paisajista de profesión y nos entendimos enseguida. Tanto el ramo como el resto de elementos florales tenían como elemento principal el Delphinium azul claro. Una flor estilizada y delicada que representaba a la perfección lo que llevábamos en mente".

Por su parte, Ismael, apostó por un look de novio tradicional. "Clásico y elegante, pero delicado y con un toque. Chaqué de Sastrería Prats, corbata Ferragamo y zapatos Lotusse. Todo el proceso de creación del chaqué, de la mano de Joaquín, fue estupendo. Siempre es un placer ponerse en manos de profesionales que aman su trabajo", explica la novia.

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La boda de Carmen e Ismael. (Fotos La huella que Dejas)

El día de la boda, Carmen se arregló junto a sus padres. "Me maquilló Tamara Rodríguez Nadal. Nos entendimos desde el primer momento en todos los aspectos. Es una gran profesional, con una sensibilidad extraordinaria. El peinado fue un trabajo espectacular de Alejandro Buil del equipo de Goldwell. Llevo años poniéndome en sus manos y no podía ser de otra manera en un día tan especial". Una vez que estaba lista, "salí a la Iglesia con mi padre en un Rolls-Royce clásico de Jose Manuel Bernad Álvarez De Eulate, de Importauto. Un momento inolvidable".

"Queríamos que nuestra boda fuese un reflejo de cómo somos y, sobre todo, que los invitados (unos 280) disfrutaran. Conseguir, que al menos por un día, todo el mundo sonría, esté cómodo y rodeado de belleza. Al final una boda es un día en el que te rodeas de la gente que quieres y te quiere, y queríamos disfrutarlo a tope con ellos. Por eso y con la experiencia que tenemos dirigiendo proyectos y gestionando obras, nos metimos de cabeza a organizar la boda. El día de la boda, teníamos claro que no queríamos estar pendientes de organizar nada y el equipo de Guian estuvo a nuestro lado como wedding assistant. Son, sin duda, la mejor elección".

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La boda de Carmen e Ismael. (Fotos La huella que Dejas)

La ceremonia religiosa estaba a punto de arrancar. "Teníamos claro que queríamos encontrarnos en la entrada antes de entrar a la Iglesia. Fue un momento muy especial. Los dos juntos en la puerta de la Iglesia, solamente con nuestros padres y dos amigas. Un abrazo que fue el comienzo de un día maravilloso", señala.

"Recuerdo emocionarme de camino al altar al ver de frente las caras de tantos amigos y familiares, tanta gente querida. La sensación de que todo el mundo a tu alrededor sonría sin parar, felicidad plena y cariño a raudales. Que mi tío oficiase la ceremonia es algo que no se puede explicar. Él también casó a mis padres en la misma Iglesia, algo muy especial para mi familia. Toda la grabación y producción del video la hizo la productora de una de mis mejores amigas (Arde Visual), me encantó vivir ese día a su lado. Que tus amigos crezcan personal y profesionalmente a tu lado, es una de las cosas más bonitas que te pueden pasar".

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La boda de Carmen e Ismael. (Fotos La huella que Dejas)

Convertidos en marido y mujer, Ismael y Carmen, y todos sus invitados, cambiaron de ubicación para celebrar sus nupcias en el Palacio de los Duques de Villahermosa. Allí, la decoración, versó alrededor de la figura de Sorolla. "La luz de su pintura es algo que nos da paz y nos maravilla a partes iguales. Aunque nos casábamos en invierno, queríamos intentar transmitir esa luz y la calma que esta transmite a nuestros invitados. Tuvimos la gran suerte de que saliera el sol y, pese a no tener los reflejos del agua del mar, el entorno nos permitió conseguir una atmósfera similar (o eso sentimos nosotros)".

Más detalles. "Diseñamos nosotros toda la papelería. Desde las invitaciones, pasando por los misales, meseros, los menús y unos jarrones de papel que dibujamos a mano. Queríamos que fuera un diseño sobrio, con algún guiño a nuestra profesión y hecho de manera artesanal. Para la materialización de todo ello contamos con el trabajo de Bárbara de Mixerica Design. Diferentes tipos de papel y telas, sobre las que se imprimió todo con una calidad excepcional".

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La boda de Carmen e Ismael. (Fotos La huella que Dejas)

Toda la comida que se sirvió en su boda fue de Guian Catering. "Un equipo de profesionales con los que esperamos seguir trabajando en futuras ocasiones. En el aperitivo, además del cóctel, quisimos poner una barra de gildas y encurtidos. Todo el mundo disfrutó de este momento que culminó con los el maravilloso grupo Silver Monkeys. Fue todo un espectáculo el concierto que dieron y que puso a todo el mundo a bailar desde el primer minuto".

Ya en las mesas, como entrante, vieiras asadas con patata parmentier, ajada gallega, picada de cebolla, jamón, langostino y pan de cristal; de principal, solomillo de ternera acompañado de Café de París con patatas fritas y tomatitos asados, y por último, el postre, la tarta favorita de los novios, tarta rota de limón con merengue italiano.

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La boda de Carmen e Ismael. (Fotos La huella que Dejas)

Para abrir el primer baile, escogieron dos canciones seguidas. "Primero el vals, 'Married Life', de la banda sonora de 'Up', y acto seguido, 'LOVE', de Nat King Cole.

Como consejos para futuras novias, "ser muy disfrutona, que hagan todo lo que les apetezca hacer ese día, porque todo va a salir genial. Y que organicen todo lo que quieran organizar hasta el día de antes. Ese día, que deleguen el 100% de toda la gestion y organización de lo que pase a su alrededor y solo piensen en disfrutar el uno con el otro y con todos los invitados. Nosotros contamos con el equipo de Guian y fue la mejor decisión que pudimos haber tomado. Y que se miren el uno al otro, ahí siempre esta la calma".

Carmen Bistuer, arquitecta de 29 años, confiesa que "nunca me había imaginado mi vestido, solo tenía una idea, aunque no la había materializado: tenía en mi cabeza el movimiento y la luz de Sorolla". Un pensamiento que, en manos de la diseñadora Helena Mareque, cobró vida.

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