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Rania de Jordania y su hijo, los grandes valores para una familia en horas bajas
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Rania de Jordania y su hijo, los grandes valores para una familia en horas bajas

El escándalo de Haya de Jordania, su cuñada, y la difícil situación de su país hacen que la prensa local se vuelque en subrayar sus grandes logros

Foto: Rania de Jordania, en una imagen de archivo. (Reuters)
Rania de Jordania, en una imagen de archivo. (Reuters)

No corre el mejor de los tiempos para la monarquía hachemita, lo que explica por qué se están potenciando desde hace un tiempo dos de las figuras clave de la familia: el príncipe heredero Hussein, que lleva este nombre en honor a su abuelo, y la reina Rania, que sigue desplegando una intensa agenda propia que cubren con gran entusiasmo y énfasis los medios locales.

Muy conscientes del poder de las redes sociales, los distintos miembros de la familia proyectan una impoluta imagen de sí mismos y, como ejemplo, valga la estudiada imagen que han publicado para felicitar las fiestas, todos ellos (Rania, de 49 años, con su marido, de 57, y sus cuatro hijos: Hussein, de 25; Iman, de 23; Salma, de 19, y Hashem, de 14) vestidos de un simbólico e impoluto blanco, luciendo las mejores de sus sonrisas.

Una imagen de serenidad y placidez que contrasta con el convulso 2019 que ha vivido el país. Jordania se encuentra inmersa en una tormenta en la que tiene un protagonismo inusitado la princesa Haya, hermana del actual rey Abdalá, envuelta en una batalla judicial de divorcio y custodia de sus dos hijos con el emir de Dubái que se dirime en el Reino Unido, a donde se fugó con ellos. Una situación delicadísima para su hermano, que durante todos estos meses ha guardado un elocuente silencio asediado también por las circunstancias propias, que no le son nada favorables.

placeholder La princesa Haya de Jordania, en una imagen de archivo. (Getty)
La princesa Haya de Jordania, en una imagen de archivo. (Getty)

Son muchas las variables a tener en cuenta en estos momentos, pero no es un asunto baladí la corrupción, ya que el marido de la princesa Basma, Walid Al Kurdi, tío del rey, está fugado también en Londres y condenado por un tribunal jordano a 37 años y medio de trabajos forzados en prisión y a pagar una multa de casi 400 millones de euros. Según el periódico israelí 'Haretz' publicaba hace unos meses, podría haber llegado a un acuerdo para que regrese a su país, en el que se buscaría un equilibrio "para preservar el honor del reino, en otras palabras, el honor del rey y no romper su famlia". Sin embargo, esa hipótesis no se ha materializado por el momento.

La misma publicación mantenía el pasado verano que "tanto él (el rey Abdalá) como familiares muy cercanos, incluyendo a su mujer, la reina Rania, son acusados de corrupción y de violar la Constitución". En este contexto, debemos entender por qué la reina a principios de año emitió un comunicado pidiendo a los medios que no frivolizasen con lo que supuestamente invierte en moda, ya que "Su Majestad la Reina busca representar a Jordania adecuadamente, así que intenta buscar un equilibrio entre la representación apropiada y un gasto moderado". Y, como si este gesto no hubiera sido suficiente, hubo un segundo denunciando una campaña de descrédito el pasado mes de octubre.

Un segundo comunicado

En esta ocasión, el asunto era de mayor calado pues se la acusaba de haber mostrado cierta pasividad ante la huelga de profesores que hubo en el país durante varias semanas con la pretensión de mejorar sus condiciones económicas. Se la señalaba a ella porque estaba muy involucrada en la Academia de Profesores, fundación creada por ella con el apoyo del Gobierno y la monarquía.

"Algunos me han retratado como una poderosa empresaria en posesión de cientos de millones, o como una figura con considerable influencia política en los asuntos del Estado. Esperaba que 26 años de servicio público (...) fueran suficientes para demostrar mis intenciones. Me he esforzado por dar lo mejor a nuestra Jordania y nunca dudé en hacer lo que pensé que era correcto", afirmó.

Con una tasa de paro cercana al 20% y todavía muy presentes en la memoria colectiva las masivas protestas del año pasado, cabe subrayar (o si se prefiere, 'justificar') que la labor de los reyes es vital para la supervivencia de la Casa Real hachemita, que atesora ya más de un siglo de historia. Rania goza de una enorme popularidad internacional y en las crónicas de sociedad, además de enfatizarse su elegancia, una cuestión sumamente accesoria, siempre se ha loado su compromiso con diferentes causas, aunque lo importante ahora es que el mensaje cale dentro de sus fronteras.

Por este motivo, la reina Rania, por ejemplo, deposita muchas esperanzas entre los jóvenes de su país, como dejó de manifiesto el pasado mes de agosto 'The Jordan Times' después de que mantuviera un encuentro con nuevos empresarios, activistas y miembros de la sociedad civil en Zarká, al este de Amán, la capital jordana. "La reina Rania se mostró orgullosa de la juventud jordana y su inventiva para superar los desafíos", suscribió, al mismo tiempo que realzaba el compromiso de Rania con la educación como herramienta transformadora.

Es habitual que la reina Rania mantenga este tipo de reuniones en distintas áreas de su país y que visite distintas comunidades para interesarse en primera persona por los logros, por ejemplo, de las mujeres junto a los retos que tienen que afrontar en sus vidas cotidianas. Consciente del poder de las redes sociales, mantiene muy alimentado su perfil de Instagram, en el que tiene cinco millones setecientos mil seguidores, mientras que su hijo y heredero, Hussein, cuenta con 2.200.000. Su último post hasta la fecha, su felicitación navideña. Y, por supuesto, una imagen muy cuidada y en la que la vemos, como siempre, impecable y perfecta.

No corre el mejor de los tiempos para la monarquía hachemita, lo que explica por qué se están potenciando desde hace un tiempo dos de las figuras clave de la familia: el príncipe heredero Hussein, que lleva este nombre en honor a su abuelo, y la reina Rania, que sigue desplegando una intensa agenda propia que cubren con gran entusiasmo y énfasis los medios locales.

Abdalá II
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