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De cómo Meghan Markle ha dinamitado el futuro de la Corona en 20 meses
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FAMILIA REAL BRITÁNICA

De cómo Meghan Markle ha dinamitado el futuro de la Corona en 20 meses

Tras una boda por todo lo alto en mayo de 2017, la pareja se ha marcado un Sussexit: se retiran de la familia real y comienzan una nueva vida entre el Reino Unido y Norteamérica

Foto: Los duques de Sussex, el día de su compromiso. (Reuters)
Los duques de Sussex, el día de su compromiso. (Reuters)

Cuando Harry y Meghan anunciaron su compromiso de boda en noviembre de 2017, la pareja se convirtió en el mejor filón para dar al encorsetado palacio de Buckingham ese aire de modernidad y globalización que tanto se lleva últimamente en las casas reales. Él era el príncipe rebelde y popular al que pueblo siempre le ha perdonado todo. Ella, la actriz, divorciada, tres años mayor que su prometido, de madre afroamericana, que aportaba a partes iguales aire fresco y el glamour de la alfombra roja de Hollywood que siempre ha encandilado a los británicos.

Pero el cuento de hadas apenas ha durado dos años. Tras una boda por todo lo alto en mayo de 2018 -donde la madre de la novia apareció con piercing en la nariz y el reverendo encargado del sermón puso una tablet en el atril para parafrasear a Martin Luther King-, la pareja se ha marcado un Sussexit: se retiran de la familia real británica y comienzan una nueva vida entre el Reino Unido y Norteamérica y en la que quieren ser económicamente independientes.

[LEER MÁS: No es por dinero... pero Harry y Meghan podrían hacerse (aún más) millonarios]

La pareja no consultó previamente su decisión con The Firm (como se conoce a la familia real). Palacio jamás habría comunicado una noticia de tal calibre sin tener todo absolutamente cerrado. Y las formas -sumamente criticadas- plantean ahora infinidad de dudas que los duques de Sussex intentan ir aclarando, cual principiantes en esto, a matacaballo a través de su recién estrenada website.

El caso del duque de Windsor

Francamente han estado mal asesorados (si es que se han dejado asesorar alguna vez) porque si apuestan ahora por ser económicamente independientes, no se entiende por qué asumen que su seguridad seguirá siendo financiada por el contribuyente, van a continuar haciendo uso de su casa en Windsor (propiedad de Isabel II y recientemente reformada con más de 2,5 millones de libras de las arcas públicas) y no aclaran si el príncipe Carlos va seguir financiando el 95% de los gastos de su oficina (tan solo han renunciado por el momento al 5% restante, que proviene del Sovereign Grant, el arca real de la que cobran todos los miembros de Casa Real).

En el palacio de Buckingham no se había vivido una 'dimisión' desde que el rey Eduardo VIII, tío de Isabel II, abdicara en 1936 para casarse con la socialite americana Wallis Simpson (dos veces divorciada). La decisión de Eduardo VIII nunca contó con el apoyo de la familia real. Y en ese ambiente es donde creció precisamente la pequeña Lilibeth.

placeholder Los duques de Sussex con Archie. (EFE)
Los duques de Sussex con Archie. (EFE)

Para la actual soberana, el compromiso con la Corona es algo vitalicio a lo que jamás se puede renunciar. De ahí que para ella, la decisión ahora de su nieto haya supuesto una auténtica “decepción”, tal y como recoge la prensa local. Bien es cierto que la retirada de Harry y Meghan no se puede equiparar a Eduardo VIII, ya que el príncipe, al fin y al cabo, no es rey y ocupa 'tan solo' el sexto puesto en la línea de sucesión. Sin embargo, sí tiene enormes repercusiones para el futuro de la monarquía británica.

Isabel II -muy popular entre los británicos- tiene 93 años. No se le pasa por la cabeza abdicar. Pero su hijo, el príncipe Carlos, ya cuenta con especial protagonismo y va diseñando a The Firm a su gusto para la nueva fase que comenzará una vez su madre ya no esté. El objetivo del príncipe Carlos siempre ha sido el de centrar la imagen de la familia real exclusivamente en su mujer, Camilla, sus hijos y sus nueras.

Quiere alejar del foco a todos los demás para transmitir el mensaje de que no se despilfarra dinero. Ante todo, quiere alejarse lo más posible de su hermano Andrés, ya 'despedido' el año pasado por su polémica amistad con el pedófilo Jeffrey Epstein y el gran escándalo de su supuesta relación sexual hace años con una menor. El príncipe Carlos es consciente de los obstáculos que tendrá a la hora de convertirse en rey. Ni es tan popular como su madre, ni tiene ahora una esposa, Camilla, tan querida como lo fue su primera mujer, Lady Di.

En este sentido, contaba con que sus hijos, Guillermo y Harry, le echaran una mano. Los actos públicos protagonizados por Guillermo-Kate y Harry-Meghan siempre han sido un éxito. Se les llegó a bautizar como los Fab Four (los Fabulosos Cuatro). Pero la estampida ahora de los Sussex deja a la monarquía y la nueva imagen de Casa Real que estaba ideando el heredero completamente coja.

Meghan, ¿la culpable?

No han sido pocos los que consideran que tras la polémica decisión se encuentra Meghan. La prensa ya ha bautizado la retirada como Megxit. A la actriz parece que el papel de princesa se le quedaba grande. No son los mismos los focos que vienen inherentes con la profesión de intérprete que la prensión mediática que supone la Corona. Asimismo, le ha costado mucho cumplir con la neutralidad que se le presupone a la monarquía. Ella no quería ser una 'mujer sin voz', pero cada vez que manifestaba sus opiniones era criticada. Por otra parte, desde el principio parece que ha tenido más como referente a los Obama (y la 'marca' que han creado al abandonar la Casa Blanca) que a la propia reina.

Aunque al mismo tiempo puede que esto sea ahora lo fácil, echarle la culpa a ella, la 'outsider', cuando quizá lo que podría haber ocurrido es que Harry -que siempre ha sido más feliz en el ejército que en palacio- ha encontrado en su pareja el apoyo que necesitaba para tomar una decisión que, por sí solo, nunca se habría atrevido.

Sea como fuera, Meghan ha estado en el ojo del huracán desde prácticamente el momento que puso su pie en palacio. La boda ya estuvo rodeada de polémica por la sonada ausencia de su padre, el supuesto rifirrafe que tuvo con la monarca a la hora de elegir la tiara y la primera discusión con su cuñada, Kate, por una prueba de vestido de las damas de honor, donde estaba la pequeña Charlotte. Las malas lenguas dicen que la duquesa de Cambridge salió llorando. Entre las cuñadas parece que nunca existió química.

placeholder Harry y Meghan, en su última aparición. (Reuters)
Harry y Meghan, en su última aparición. (Reuters)

Los tabloides culpan también a la actriz del distanciamiento que ha tenido su marido con su hermano. El príncipe Harry y Guillermo eran uña y carne. Pero la llegada de Meghan a sus vidas lo cambió todo. Dicen que el recibimiento a la familia por parte de Guillermo no fue todo lo cordial que se esperaba. Posteriormente llegaron las dimisiones de varios de sus asesores y secretarios por un supuesto carácter complejo de una mujer que mandaba a sus trabajadores textos al móvil a las 5 de la mañana, cuando se levantaba a practicar yoga.

Luego vino la sonada -y supercara- babyshower que organizó en Nueva York con sus amigas cual celebrity, a la que viajó en jet privado cuando se supone que la pareja es gran defensora del medio ambiente. Y, por supuesto, todas las incógnitas del parto. Los duques no quisieron revelar ni cómo fue ni cuáles han sido los padrinos de su hijo Archie, que en mayo cumplirá un año.

El broche de oro llegó el pasado mes de octubre, cuando la pareja demandó a tres tabloides y se abrió por completo en un documental con ITV durante su viaje a Sudáfrica denunciando el acoso mediático.

“Cuando conocí al que ahora es mi esposo, mis amigos estaban felices porque yo estaba feliz. Pero mis amigos británicos me advirtieron que no debía casarme con él porque los periódicos iban a destruir mi vida -recalcó entonces Meghan-. He sido totalmente honesta con H, sobre que no es suficiente sobrevivir solamente. Eso no es el objetivo de vivir. Uno tiene que prosperar y ser feliz”, agregó.

Y es por eso por lo que comienzan ahora esta nueva etapa… excitante para ellos, pero cargada de incógnitas para una institución a la que ahora ponen en jaque.

Cuando Harry y Meghan anunciaron su compromiso de boda en noviembre de 2017, la pareja se convirtió en el mejor filón para dar al encorsetado palacio de Buckingham ese aire de modernidad y globalización que tanto se lleva últimamente en las casas reales. Él era el príncipe rebelde y popular al que pueblo siempre le ha perdonado todo. Ella, la actriz, divorciada, tres años mayor que su prometido, de madre afroamericana, que aportaba a partes iguales aire fresco y el glamour de la alfombra roja de Hollywood que siempre ha encandilado a los británicos.

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