El rey Juan Carlos vuelve a su rutina: cacería y buena gastronomía entre amigos
El Rey emérito ha vuelto a su rutina de hombre jubilado tras la pérdida de su hermana. La semana pasada volvió a retomar su agenda cinegética
Don Juan Carlos ha vuelto a su vida cotidiana tras la muerte de la infanta Pilar. Su hermana mayor ha sido su confidente y apoyo en los peores momentos, cuando se hizo pública la cacería de Botsuana y su relación con Corinna Larsen. También fue un nexo de unión con la reina Sofía, quien acudía siempre al rastrillo de Nuevo Futuro. Doña Pilar le pedía ropa a su hermano que luego se subastaba y cuyo fin era el mantenimiento de los hogares de la ONG.
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En varias ocasiones, al preguntar Vanitatis a la duquesa de Badajoz por esta relación fraternal, la infanta Pilar era muy explícita: “Siempre nos ha cuidado mucho”, decía refiriéndose a ella y a la infanta Margarita.
Su fallecimiento ha dejado descolocados a los hermanos Borbón y Borbón. A don Juan Carlos se le pudo ver muy triste tanto a la entrada como a la salida del chalet de Puerta de Hierro, donde los hijos organizaron la capilla ardiente y un responso en memoria de la que, por ser primogénita, podía haber sido reina de España. En este sentido, doña Pilar se mostraba muy clara: “Me educaron para servir a España y a la Corona, y es lo que he procurado hacer toda mi vida”. Testigos presenciales aseguraban a Vanitatis que en más de una ocasión, durante la liturgia, don Juan Carlos tuvo que enjugarse las lágrimas.
Tras el entierro en la cripta familiar de los Gómez-Acebo y a la espera del funeral en la basílica de El Escorial, la vida continúa para todos y el monarca saliente ha vuelto a su rutina de hombre jubilado. Ya no tiene que participar en actos institucionales y, por lo tanto, ocupa su ocio con uno de sus aficiones que más le gustan. La semana pasada volvió a retomar su agenda cinegética.
Se desplazó hasta la finca La Flamenca, en Aranjuez, a cuarenta y cuatro kilómetros de Madrid. Este coto está considerado como uno de los mejores de Europa para el ojeo de perdiz roja. Es propiedad de Manuel Falcó y Anchorena, duque de Fernán Núñez. La explotación corre a cargo de otro buen amigo del monarca, Javier Corsini Freese. El Rey fue uno de los invitados ilustres, junto con el príncipe Tchokotua y el duque de Calabria (fallecidos ambos), en su boda con María Teresa Prado y Eulate en 1981.
En La Flamenca le esperaban su grupo de amigos cazadores formado por empresarios como Amador Suárez, José Manuel Pardo, Carlos Cutillas y Vicente Boluda. Con este último, expresidente del Real Madrid, mantiene una buena relación. Tanto es así que en junio de hace dos años acudió a la inauguración de su casa de campo en Navajas (Castellón).
Don Juan Carlos ya no participa en monterías, pero sí en ojeos de perdices con puesto fijo, algo que le permite no caminar. En su caso, el traslado se produce en un vehículo todoterreno hasta el lugar desde donde comienza la jornada cinegética. Después del percance doméstico del pasado noviembre, al tropezar con una mesa y herirse en la frente y en la rodilla, donde le implantaron una prótesis hace dos años, no hace esfuerzos fuera de control.
La finca, con sus 40.000 hectáreas, está considerada como uno de los cotos privados más privilegiados,con más de 60 ojeos diferentes, ofreciendo todo tipo de variedades de vuelo. Situado en la Vega de Aranjuez, cuenta con una casa palacio que se alquila para eventos. Una vez terminada la cacería, el monarca jubilado y sus amigos disfrutaron de la gastronomía que brinda el restaurante del palacete.
Don Juan Carlos ha vuelto a su vida cotidiana tras la muerte de la infanta Pilar. Su hermana mayor ha sido su confidente y apoyo en los peores momentos, cuando se hizo pública la cacería de Botsuana y su relación con Corinna Larsen. También fue un nexo de unión con la reina Sofía, quien acudía siempre al rastrillo de Nuevo Futuro. Doña Pilar le pedía ropa a su hermano que luego se subastaba y cuyo fin era el mantenimiento de los hogares de la ONG.