Tu cara me suena: los parecidos de Leonor, Sofía, Charlotte y otros royal con sus antepasados
La genética hace de las suyas en las familias reales, donde los rostros se van repitiendo de generación en generación
Estos días en los que nos reunimos con la familia (por partes) será muy común escuchar entre nuestros más mayores el parecido que ese hijo nuestro guarda con el abuelo al que nunca conocieron. En el caso de las familias reales, todos nos convertirmos en jueces al disponer de testimonio gráfico en las hemerotecas para valorar si tal o cual princesa es el vivo retrato de otra de una o dos generaciones anteriores. Es un juego divertido y, a veces, sorprendente, porque la genética se empeña en devolver una y otra vez a la historia los mismos rostros repetidos.
Hoy mismo es noticia el pequeño Archie Mountbatten-Windsor, el hijo de los duques de Sussex, porque a medida que va haciéndose mayor más nos recuerda a su padre cuando era un niño. En este caso, sus padres son especialmente celosos de su intimidad y apenas disponemos de un puñado de imágenes del pequeño. A pesar de eso, el pequeño ya ha asomado el característico pelo pelirrojo del príncipe Harry, su sonrisa pícara y su amplia sonrisa.
Desde que nacieron, a Leonor y Sofía se les ha buscado un referente en algún antepasado. En el caso de la Princesa de Asturias hay división, ya que unos dicen que se parece a su padre y otros que es idéntica a su madre. En el de la Infanta, siempre se dijo que se parecía a su tía Cristina de pequeña. Pero unas fotos oficiales distribuidas por la propia Casa Real revelaron el verdadero parecido de la adolescente con uno de los miembros más discretos de su familia.
Hablamos de la princesa Irene de Grecia, hermana de la Reina emérita y por lo tanto tía abuela de la pequeña Infanta. Irene, que vive en Zarzuela desde hace décadas, siempre ha cultivado un perfil sencillo y alejado de los oropeles propios de una familia real.
Si cogemos una foto de Irene durante su juventud y la comparamos con las fotografías oficiales de la Familia Real, veremos que entre la tía Pecu, como la llama Felipe de forma cariñosa por sus peculiaridades, y la infanta Sofía existe cierto parecido. Ambas tienen la misma sonrisa amplia y una dentadura casi calcada. Asimismo, comparten una graciosa nariz respingona y ojos miel.
La princesa Leonor no se ha librado tampoco del juego de los parecidos. Los ojos azules son de su padre, el rostro anguloso de su madre, como su amplia sonrisa. Pero si tiramos de árbol genealógico, encontramos a una mujer que es la viva imagen de la Princesa de Asturias. Se trata de Victoria Luisa de Prusia, la madre de la reina Federica de Grecia y, por tanto, abuela materna de la reina Sofía, a la que la joven se parece de forma muy llamativa. Victoria se casó con Ernesto de Hannover en 1913. Como regalo de boda su padre le entregó la tiara prusiana, que lucieron posteriormente tanto la reina Sofía como la reina Letizia en sus bodas.
Esta es Victoria Luisa de Prusia. Nació en 1892 y fue la única hija de Guillermo II de Alemania. Victoria Luisa es la abuela de Sofía de Grecia, nuestra Sofía.
— Olivia Rama🇪🇸💚VOX💚🇪🇸 (@RamaSnchez) October 21, 2020
Y es la tatarabuela de la princesa Leonor
De hecho dicen que se parecen... y les doy la razón🇪🇸 pic.twitter.com/8nj394eC89
El caso de la pequeña Charlotte, la hija mediana de los duques de Cambridge, es paradigmático. No hay nada que guste más a los fanáticos de la realeza británica que encontrarle parecidos a esta pizpireta princesita de 5 años. La pequeña ha dejado de ser un bebé y se está convirtiendo en una niña que ya deja asomar su propia personalidad, que muchos expertos reales han comparado con la de su bisabuelo, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, por su carácter travieso, e incluso con la de su bisabuela, Isabel II, por la gran determinación y seguridad que a tan pronta edad ya muestra.
Con la reina Isabel, de hecho, mantiene un gran un parecido físico. Pero no es la única. A menudo se la ha comparado con Lady Kitty Spencer, sobrina de la fallecida Lady Di. Fue la propia Lady Kitty quien hace un par de años compartió en redes sociales una instantánea de ella en su primer día de colegio. Pocos minutos después, sus seguidores se percataban de lo evidente: Charlotte y Kitty se parecían mucho en las imágenes en las que las dos tienen la misma edad.
Princess Charlotte aged 5 on the left and Lady Sarah Chatto aged 5 on the right. Lady Sarah (Princess Margaret's daughter) is celebrating her 56th birthday today, May 1st. pic.twitter.com/J8QEdN8NxQ
— Victoria Arbiter (@victoriaarbiter) May 1, 2020
Sin embargo, una periodista de CNN desveló a quién se parecía realmente Charlotte. Se trata de Lady Sarah Chatto, hija de la princesa Margarita y sobrina de Isabel II, quien además cumple años tan solo un día antes que la hija de los Cambridge. Lady Sarah Chatto acaba de cumplir 56 años, pero su imagen con 5 años de edad es el vivo retrato de Charlotte, dos gotas de agua.
Pintora de profesión, casada desde 1994 con Daniel Chatto y madre de Samuel y Arthur, nacidos respectivamente en 1996 y 1999, la hija de la princesa Margarita es una de las sobrinas más discretas de la reina. En el caso de los hermanos de Charlotte, George y Louis, parece que la genética ha tomado partido por los Middleton, y los parecidos hay que buscarlos más en esa rama de la familia.
En esto de los parecidos razonables, no se libra nadie. Del príncipe Harry se dice que es la viva imagen de su abuelo, el duque de Edimburgo, a su edad. Su hermano el príncipe Guillermo se parece más a la familia de su madre. La joven Alexandra de Hannover tiene un aire innegable a Federica de Grecia. Y el parecido más sorprendente es el que relaciona a Victoria de Marichalar con el mismísimo Alfonso XII, aunque los primos Gómez-Acebo Borbón tienen un aire más cercano.
Estos días en los que nos reunimos con la familia (por partes) será muy común escuchar entre nuestros más mayores el parecido que ese hijo nuestro guarda con el abuelo al que nunca conocieron. En el caso de las familias reales, todos nos convertirmos en jueces al disponer de testimonio gráfico en las hemerotecas para valorar si tal o cual princesa es el vivo retrato de otra de una o dos generaciones anteriores. Es un juego divertido y, a veces, sorprendente, porque la genética se empeña en devolver una y otra vez a la historia los mismos rostros repetidos.