El legado de quilates de la reina Federica a Sofía: una tiara, un broche de flor de lis...

Hace hoy 40 años la reina Federica de Grecia fallecía en Madrid. La tarde de ese 6 de febrero de 1981, la familia real partió a Baqueira Beret para disfrutar de unos días de nieve mientras la madre de la reina Sofía era sometida a un tratamiento quirúrgico de poca importancia. Acompañada en todo momento por el marido de la infanta Margarita, el doctor Carlos Zurita, la operación fue éxito, pero después de la anestesia general sufrió un infarto fulminante que acabó con su vida a los 63 años.

Princesa de Hannover de nacimiento y reina de Grecia por matrimonio, la madre de la reina Sofía contaba con ascendentes como la reina Victoria del Reino Unido y el rey Christian IX de Dinamarca. Con este entorno, tuvo acceso a un envidiable joyero de gran valor y significancia dinástica. Como es debido, las joyas ligadas estrechamente a la Corona griega fueron delegadas a su hijo, el rey Constantino, y a la mujer de este, Ana María.

Sin embargo, Federica quiso legar piezas importantes a sus dos hijas, Sofía e Irene. Desde bien joven, la ahora Reina emérita utilizaba joyas de su madre, como la cruz de trinidad de diamantes y rubíes, que la reina Federica lució el día de su boda en 1938 y que su primogénita llevaría en los bautizos y primeras comuniones de sus tres hijos: Elena, Cristina y Felipe.

Ese collar es solo una de las muchas piezas que la Reina heredó de su madre. Quizás la más conocida es la icónica tiara Prusiana, un regalo del káiser Guillermo II a su única hija, la princesa Victoria Luisa de Prusia, abuela de la emérita. Llegaría a la entonces princesa Sofía como regalo de boda de su madre. Con esta pieza también debutaron las infantas Elena y Cristina, y además doña Letizia la seleccionó para su boda con el entonces Príncipe de Asturias.

En el gran lote de joyas recibidas también destacan dos pares de broches gemelos de rubíes, dos grandes broches de zafiro con una orla de brillantes, clips de rubíes y zafiros, cuatro pulseras de oro amarillo rematadas con un chatón en los extremos de diamantes, zafiros, rubíes y esmeralda, más un pendentif con un rubí cabujón. Esta última la solía usar con frecuencia la reina Federica, y doña Sofía la suele reservar para eventos de trascendencia familiar, como la histórica proclamación del rey Felipe.

Es evidente el aprecio que doña Sofía tiene por este legado, no solo por el valor o la calidad de las gemas, sino por su origen e historia. Está el caso de un broche floral de jade, no tiene esmeraldas ni rubíes, pero su apego es tal que lo seleccionó para eventos familiares como el matrimonio de su sobrino el principe heredero Pablo de Grecia y la primera comunión de su nieta Victoria Federica.

Asimismo, la madre del rey Felipe ha lucido desde la década de los 80 un broche de flor de lis de diamantes, símbolo heráldico de la familia Borbón. Pieza ideal para una Reina de España, por lo que se puede relacionar fácilmente con el joyero de la familia real, pero no. El broche llegó a doña Sofía a través su madre. Es uno de sus accesorios predilectos para los eventos 'white tie' para sujetar la banda. Esta joya es tan borbónica que se relacionaba con la reina Isabel II de España, pero su primera propietaria fue la reina Federica de Grecia.

Todas estas joyas son de carácter personal y tienen gran valor sentimental. Al no estar ligadas a la Corona es posible que doña Sofía repita la acción de su madre y las delegue a sus hijas: Elena y Cristina; aunque existe también la opción de que siga el ejemplo de su antecesora, la reina Victoria Eugenia, armando un lote de joyas que deberá pasar de reina a reina. Solo el tiempo confirmará a quien le traspasará estas apreciadas piezas.