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Cómo el duque de Windsor (al igual que el príncipe Andrés) evitó sentarse en el banquillo
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OPERACIÓN WILLY

Cómo el duque de Windsor (al igual que el príncipe Andrés) evitó sentarse en el banquillo

Sus devaneos con los nazis, por los que incluso podría haber sido acusado de traición a la Corona, generaron una de las mayores crisis que jamás tuvieron los Windsor

Foto: El duque de Windsor, en 1935. (Cordon Press)
El duque de Windsor, en 1935. (Cordon Press)

La reina Isabel II ha vuelto a hacerlo: ha salvado a la Corona del nuevo escándalo que la salpica, esta vez poniendo la increíble cifra de 14 millones de euros que su hijo Andrés deberá pagar para evitar ir a juicio contra Virginia Giuffre en un asunto turbio y feo relacionado con abusos sexuales. Sin duda, un varapalo para una mujer en la etapa final de su vida y que este año verá empañada la conmemoración del 70 aniversario como reina. Pero no es el único miembro de los Windsor que ha tenido esa 'suerte'. Porque el tío de la monarca, duque de Windsor, como Andrés, también evitó sentarse en el banquillo.

Si de algo sabe la reina de Inglaterra es de disgustos, de decepciones y de escándalos. Ninguno de sus hijos se ha librado de haber tenido alguno, pero sin duda este y el provocado tras la publicación de las conversaciones de Carlos con Camila se llevan el mérito de proporcionar a su graciosa majestad sus correspondientes 'annus horribilis'.

placeholder La reina Isabel y Andrés. (Reuters/Chris Radburn)
La reina Isabel y Andrés. (Reuters/Chris Radburn)

Pero uno de los mayores a los que tuvo que enfrentarse fue el salto a los medios del vergonzante comportamiento de los duques de Windsor una vez cruzaron la frontera francesa en dirección a España camino de su exilio tras la abdicación del rey Eduardo VIII. Sus devaneos con los nazis, que pusieron incluso en peligro la estabilidad de la Corona, generaron una de las mayores crisis que jamás tuvieron los Windsor.

El 30 de diciembre de 1936, Eduardo VIII anunciaba en la radio que dejaba el trono: "No puedo cumplir con mis deberes como rey como querría hacerlo sin la ayuda y el apoyo de la mujer". El mundo entero estaba emocionado con una gran historia de amor y en palacio estaban horrorizados, Jorge VI porque tenía que asumir el trono y su esposa, Elisabeth Lowes-Lyon, porque pasaba de una vida confortable como duquesa de York a ser la reina consorte, con todo lo que ello implica.

Si bien es verdad que cuando todo esto sucedía, Isabel era solo la heredera del trono, sí que tuvo que soportar ver el sufrimiento que los acontecimientos causaron a su padre. De hecho, tanto ella como su madre siempre vieron en esta historia del duque de Windsor el origen de la mala salud del rey, que moriría pronto, pero porque fumaba más de 3 cajetillas diarias, lo que le terminó por provocar un fulminante cáncer de pulmón.

placeholder El exrey Eduardo VIII. (Getty)
El exrey Eduardo VIII. (Getty)

Una vez formalizada la abdicación el rey, ahora duque de Windsor, se establecía con su esposa Wallis Simpson en el sur de Francia. Sin embargo, Europa no vivía momentos tranquilos, sino que sufría los terribles efectos de la II Guerra Mundial y en diversos campos de concentración se estaba cometiendo el exterminio de judíos por parte del Gobierno nazi, un Gobierno con el que los duques de Windsor no disimularon a la hora de mostrarse sus amigos y apoyando al führer. Sin embargo, esto no sería lo más grave de sus actos como todavía miembro de la familia real inglesa con respecto a su comportamiento para con Alemania, país contrario al suyo dentro de la contienda.

En el año 1940, concretamente el 20 de junio, los duques de Windsor cruzaban la frontera francesa con la española desde su idílico retiro de la Costa Azul. Europa estaba en plena II Guerra Mundial, empobrecida, con una población hambrienta y constantes movimientos de población. La lucha encarnizada entre los dos bandos trajo consigo millones de muertes que dejaron un continente diezmado. España, por su parte, a pesar de haber terminado su Guerra Civil, vivía en ese momento los terribles estragos de la posguerra: hambre, estraperlo, pobreza, desazón, etc. Con ese panorama llegaron los duques a Madrid para quedarse una temporada, concretamente un mes, alojados en el hotel Ritz. Lo que se traían entre manos puso en jaque a los servicios de espionaje del Reino Unido. Los duques estaban conspirando para arrebatar el trono a Jorge VI, recuperarlo para sí y ser un títere en manos de Alemania. Desde luego el apoyo no sería gratuito.

placeholder La boda del exrey Eduardo VIII y Wallis Simpson. (Cordon Press)
La boda del exrey Eduardo VIII y Wallis Simpson. (Cordon Press)

Ribbentrop, el poderosísimo ministro de Asuntos Exteriores del III Reich, con el apoyo del ministro Serrano Súñer, hombre fuerte del régimen franquista, puso en marcha la llamada 'operación Willy', con la inestimable ayuda de Miguel Primo de Rivera y de Ángel Alcázar de Velasco.

Madrid era en esa época un lugar apasionante dentro del mundo del espionaje y tanto los que trabajaban para el Gobierno inglés como para el alemán se reunían de manera constante en el ya desaparecido Embassy del paseo de la Castellana. La operación Willy, consistente en derrocar a Jorge VI, se cocinaba en Madrid aunque, afortunadamente, fracasó.

Que Eduardo era simpatizante de Hitler no había sido ningún secreto. Siendo rey, incluso, felicitó vía telegrama al führer y, una vez abandonada la Corona, viajó a Alemania en compañía de su esposa para encontrarse con el líder nazi. Famosas son las imágenes grabadas en vídeo de los tres en el idílico paisaje de Berchtesgaden. La propaganda nazi, en manos de Goebbels, era buenísima y de esos días se desprende la imagen de un matrimonio feliz y enamorado que disfruta de la naturaleza y ama a los animales. Todo muy bucólico mientras Hiltler y el nazismo cometían una de las mayores atrocidades de la historia de la humanidad.

placeholder Los duques de Windsor, el día de su boda. (EFE)
Los duques de Windsor, el día de su boda. (EFE)

El libro de Javier Suárez 'Conspiración en Madrid', de editorial Doña Tecla de 2017, explica todos los pormenores de esa estancia en el hotel Ritz, evitando así estar fuera del alcance de los espías de Churchill. La operación fue un fracaso y gracias a esto no pasó a mayores. Durante la breve estancia de los duques en Madrid, la historia podría haber cambiado de no ser porque todos los planes salieron mal. El embajador alemán en Madrid, Eberhard von Stohrer, diplomático de carrera, comenzó a establecer conversaciones con Ribbentrop y se puso en marcha la operación Willy; esto es, retener a los duques en España en su estancia de camino hacia Portugal, para provocar el derrocamiento de Jorge VI y la restauración de Eduardo en el trono bajo la órbita, eso sí, de los nazis. Un plan descabellado que, de haber funcionado, hubiera cambiado por completo la historia de Europa.

La mayoría de los historiadores coinciden en señalar que Hitler estaba preparado para reinstaurar al duque de Windsor como rey, eso sí, 'su' rey, un monarca al servicio del III Reich, un monarca nacionalsocialista en su lucha contra el comunismo. Nada salió según lo esperado y finalmente los duques dirigieron sus pasos hacia Portugal, donde, antes de partir a Bahamas, el duque ejercería el cargo de gobernador, y donde fueron alojados y agasajados por la familia Espíritu Santo. Para Churchill era vital que se alejara lo máximo posible de Europa pudiendo así ejercer menos poder e influencias negativas.

placeholder Los duques de Windsor, en 1947. (Cordon Press)
Los duques de Windsor, en 1947. (Cordon Press)

Tras la firma del armisticio, el duque admitió en sus memorias que admiraba al pueblo alemán pero negando ser nazi, algo que no cuadra con sus diarios donde dice: “El Fürher me pareció una figura un tanto ridícula con sus posturas teatrales y sus pretensiones grandilocuentes”.

La historia no pasó a mayores y los duques finalmente recogieron sus bártulos y enfilaron sus pasos hacia Portugal, desde donde viajaron a Bahamas. Comenzaba el largo exilio que siempre estuvo marcado por una profunda deslealtad del duque hacia su sobrina, la reina Isabel, quien no descansó hasta que por fin murió. Y ni siquiera eso ya que, a la hora de llevar a cabo su entierro y funeral, se le plantearon serios problemas a la monarca, que tuvo que acceder a la petición de entrada al país de Wallis Simpson, aunque fue solo por unas horas.

Pero todo lo que hizo el duque de Windsor no se supo hasta 1995, cuando la policía portuguesa de la dictadura de Salazar, la PIDE, desclasificó documentos que no dejaban lugar a ninguna duda sobre las pretensiones del que fuera rey británico durante menos de un año. El duque había fallecido en 1972, por lo que ya no pudo ser acusado de alta traición al monarca, librándose así de un juicio que quizás lo hubiera sentado en el banquillo.

Sin duda, estos días la reina Isabel estará pensando en no repetir la historia y dañar la monarquía más de lo necesario evitando el juicio a Andrés, quien, de manera indirecta, al haber llegado a un acuerdo, admite de una forma u otra su culpabilidad.

Gema Lendoiro es periodista y doctoranda en Historia Moderna por la Universidad de Navarra.

La reina Isabel II ha vuelto a hacerlo: ha salvado a la Corona del nuevo escándalo que la salpica, esta vez poniendo la increíble cifra de 14 millones de euros que su hijo Andrés deberá pagar para evitar ir a juicio contra Virginia Giuffre en un asunto turbio y feo relacionado con abusos sexuales. Sin duda, un varapalo para una mujer en la etapa final de su vida y que este año verá empañada la conmemoración del 70 aniversario como reina. Pero no es el único miembro de los Windsor que ha tenido esa 'suerte'. Porque el tío de la monarca, duque de Windsor, como Andrés, también evitó sentarse en el banquillo.

Príncipe Andrés Isabel II
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