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Jorge VI, el hombre tímido que salvó a la Corona británica de su mayor crisis
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70º ANIVERSARIO

Jorge VI, el hombre tímido que salvó a la Corona británica de su mayor crisis

El 6 de febrero se cumplen 70 años del fallecimiento de Jorge VI y, por tanto, 70 años de la llegada al trono de Isabel II

Foto: La coronación de Jorge VI. (Getty/Hulton Archive)
La coronación de Jorge VI. (Getty/Hulton Archive)

Es el 14 de diciembre de 1895, finca de York Cottage. Fuera hace el tiempo propio del invierno. Dentro, en una de sus habitaciones, la princesa María de Teck hace sus últimos esfuerzos para dar a luz al primero de los seis hijos que tendría con su marido, Jorge V de Inglaterra. No sabía en ese momento que el siguiente hijo se convertiría años después en Jorge VI, un hombre tímido pero que salvó a la Corona británica de su mayor crisis y que siempre estuvo rodeado de mujeres fuertes. Como ella.

En el momento en el que se convierte por primera vez en madre es duquesa de York, ni siquiera es princesa de Gales, título que ostentan los herederos al trono inglés y que posee su suegro, el heredero, porque la reina titular es Victoria, la monarca más longeva -hasta que fue superada por Isabel II- de la historia de Inglaterra.

María de Teck nació princesa por derecho propio y, de hecho, fue la última reina consorte con dicho rango en el Reino Unido. Con semejante pedigrí, la reina Victoria, reina de todas las reinas, la abuela de Europa -prácticamente todas las casas reales europeas, incluida la española y la griega, descienden de ella- enseguida le echó el ojo para desposarse con el heredero del heredero. Así sería. Con 24 años se comprometió con el príncipe Alberto Víctor de Clarence, hijo del heredero al trono, el futuro Eduardo VII y nieto, por tanto, de la reina Victoria. Sin embargo, una mini pandemia de gripe que asolaba ese año Inglaterra rompió las ilusiones, ya que el joven falleció víctima de una neumonía derivada de la gripe.

placeholder María de Teck. (Cordon Press)
María de Teck. (Cordon Press)

La reina Victoria no podía, sin embargo, dejar escapar la oportunidad de casar como es debido al que en su día recibiría la corona. Puesto que las bodas entonces -especialmente las de la realeza- se hacían por intereses claros, se comprometió a María de Teck con el hermano del fallecido; es decir, con el nuevo futuro heredero al trono. El pragmatismo inglés, unido al propio de una familia real reinante, ponía en marcha la maquinaria para la gran boda real.

La boda se celebró el 6 de julio de 1893 en la Capilla Real del Palacio de Sant James, mandado construir por Enrique VIII a primeros del siglo XVI y que actualmente sirve como residencia oficial en Londres de la princesa Ana, hija de Isabel II. Fue una boda por todo lo alto que contó con la presencia de prácticamente todas las casas reales europeas. Desde luego, su labor principal, la de dar un heredero a la corona (varón a ser posible) la cumplió con creces, ya que de los seis hijos que tuvo, cinco fueron hombres: Eduardo, nacido en 1894; Alberto, en 1895; María, en 1897; Enrique, en 1900; Jorge, en 1902; y Juan, en 1905.

placeholder El rey Jorge V y la reina María de Teck, en 1911. (Cordon Press)
El rey Jorge V y la reina María de Teck, en 1911. (Cordon Press)

María fue una madre cariñosa y atenta con sus hijos, aunque jamás se ocupó de ellos en el sentido que hoy entendemos. Como todas las damas de alta cuna de la época, los niños eran cuidados por las nannies, pero la Reina siempre buscó, tal y como contaría en sus diarios el segundo de sus hijos, momentos de esparcimiento y juegos con ellos.

Su hijo Eduardo dejó escrito en sus memorias lo siguiente: “Su voz suave, su mente cultivada, la acogedora habitación que desbordaba con los tesoros personales, eran todos ingredientes inseparables de la felicidad asociada a la última hora del día de un niño. Tal era el orgullo de mi madre por sus niños que todo lo que sucedía a cada uno era primordial para ella. Con el nacimiento de cada nuevo niño, mamá comenzaba un álbum en el que registró cuidadosamente cada etapa progresiva de nuestra niñez”.

Sin embargo, toda esa calidez que mostró con sus hijos durante la infancia se tornó en una tremenda frialdad hacia su primogénito, Eduardo, cuando siendo ya rey abdicó de la corona para poder casarse con su amada, la dos veces divorciada norteamericana Wallis Simpson. La reina María jamás pudo comprender ni perdonar a su hijo y consideró su acto como una traición a la Corona que a punto estuvo de destruirla.

placeholder Wallis Simpson y Eduardo. (Cordon Press)
Wallis Simpson y Eduardo. (Cordon Press)

La madre del futuro rey tuvo una larga vida y murió en el año 1953, sobreviviendo a su hijo el rey, motivo por el cual vio ascender al trono a su nieta Isabel. Fue, sin duda, una de las mujeres más influyentes en la vida de su hijo.

Pero volvamos hacia atrás para conocer la historia de las otras mujeres importantes en la vida de nuestro protagonista, el rey Jorge VI, padre de la actual monarca Isabel II, y de cuya muerte se cumplen 70 años este 6 de febrero. Su nacimiento fue un motivo de disgusto para sus padres porque coincidió con una fecha amarga para la reina Victoria: el aniversario de la muerte de su amado esposo, el príncipe Alberto de Sajonia Coburgo-Gotha. Nadie se atrevía a comunicárselo a la veterana reina que, efectivamente, en un principio se disgustó. Sin embargo, para que la tristeza fuera menor, decidieron que su primer nombre fuese Alberto, aunque todos lo llamarían Bertie.

La infancia de Bertie no estuvo, en modo alguno, enfocada a recibir una educación como heredero, ya que no lo era. Sí recibió la formación propia de un duque de York y su entrega al país fue tal que participó como un ciudadano más defendiendo a Inglaterra en la Gran Guerra contra Alemania.

Su matrimonio

Que no estuviese, en principio, destinado a reinar no significaba que no tuviera que cumplir, en teoría, con un casi 'deber': el de buscar esposa y tener herederos. Así que Bertie pronto se enamoraría de la que sería su mujer, aunque no fue nada fácil para él que le diera el sí. La elegida fue Isabel Bowes-Lyon.

placeholder Retrato de Jorge VI y su esposa. (Cordon Press)
Retrato de Jorge VI y su esposa. (Cordon Press)

Isabel era la novena y última hija del XIV conde de Strathmore y Kinghore (de origen escocés) y de Cecilia Cavendish-Bentinck. A pesar de sus orígenes nobles, su pedigrí no era el más apropiado para el hijo de un rey, pero como en principio Bertie no era el heredero, tampoco supuso un escándalo. De hecho se consideró un signo de modernidad. Es interesante recordar al lector que en historia conviene siempre entender lo que ha sucedido teniendo siempre presente el contexto de la época. Cuando Isabel y Bertie se casaron, en 1923, Europa vive los felices 20. Acaba de pasar la I Guerra Mundial, así como la pandemia de gripe española. Acontecimientos que no solo diezmaron la población sino que, además, dejaron una sensación de agotamiento del que todos enseguida quisieron salir.

Los tiempos empezaban a cambiar y las mujeres lograban por fin en Inglaterra el voto en 1928 sin tener que ser mayores de 30 años y tener una propiedad (algo impensable para la mayoría).

Las vanguardias triunfaban, especialmente el surrealismo, se experimentaba una sensación de modernidad entre la población en general y, aunque los verdaderos cambios tardarían décadas en llegar, los primeros pasos ya se habían asentado. El siglo XX caminaba seguro hacia el progreso y, sobre todo, aunque con lentitud, al fin de las grandes diferencias entre las clases sociales. Esto en parte fue debido a que pronto Estados Unidos, sin tradición de realeza ni nobleza, tomó el testigo de Inglaterra en cuanto a gran potencia. El gran sueño americano, el hombre hecho a sí mismo y las nuevas fortunas empezaban a convivir y desbancar al estilo hasta entonces conocido.

placeholder Jorge VI, con su esposa y sus hijas, el día de su coronación, en 1937. (Cordon Press)
Jorge VI, con su esposa y sus hijas, el día de su coronación, en 1937. (Cordon Press)

Bertie y Elisabeth tuvieron dos hijas: Isabel y Margarita. Vivían felices ejerciendo su papel como duques de York, apoyando a la corona en aquello que necesitara, pero sin la presión de ser los herederos al trono. Eran años felices hasta que sucedió lo que nadie podría haber imaginado.

Abdicación y subida al trono

Llevando en el trono 326 días, Eduardo VIII decidió abdicar. Antes de su reunión semanal en Buckingham Palace, el rey había propuesto al primer ministro Stanley Bandley su idea de contraer matrimonio con Wallis Simpson. La idea cayó como un jarro de agua fría en todos los ámbitos: en su propia familia, en la nobleza y, desde luego, en el Gobierno. No debemos obviar que desde Enrique VIII, el soberano inglés es el jefe de la Iglesia anglicana y, como tal, debe dar ejemplo. El anglicanismo no es que no aceptara el divorcio, sino que no permitía que un divorciado volviera a contraer matrimonio por la iglesia.

Eduardo no se rindió fácilmente y llegó a proponer un matrimonio morganático; esto es, desigual, sin otorgar a su futura esposa el título de reina y con una condición de lo más extraña y contraria a una monarquía: que los hijos nacidos de esta unión no fuesen herederos al trono. Estaba provocando con su terquedad la mayor crisis de la historia contemporánea de la monarquía británica.

placeholder La boda del exrey Eduardo VIII y Wallis Simpson. (Cordon Press)
La boda del exrey Eduardo VIII y Wallis Simpson. (Cordon Press)

Lógicamente, nada de esto fue aceptado y finamente abdicó; según algunos, por amor, según otros, por irresponsabilidad. El caso es que su decisión trajo consigo lo que hoy llamaríamos en jerga coloquial como un 'marrón' para Bertie, su hermano, ya que inmediatamente le tocó recibir la Corona, algo que no aceptó de buen grado. Subió al trono con el nombre de Jorge VI en un claro gesto de recuerdo hacia su padre y quizás para intentar contentar a una atribulada madre, la reina viuda María de Teck, profundamente disgustada y decepcionada por la decisión de su primogénito.

El papel de Isabel Bowes-Lyon

Si a Bertie no le entusiasmó la idea de reinar, a su mujer, menos. La hasta entonces duquesa de York fue coronada como reina consorte de Inglaterra el 12 de mayo de 1937. Faltaba poco para que estallara la II Guerra Mundial y Hitler ya estaba poniendo en práctica sus terribles planes de exterminio de judíos, así como su idea de expansión como imperio de Alemania. Las cosas volvían a ser convulsas en la vieja Europa y empezaban a sonar tambores de guerra. Un conflicto que terminó estallando en 1939 y que, como la anterior contienda, tuvo a Inglaterra enfrentada con Alemania, aunque en esta finalmente llegarían a intervenir países no europeos como Estados Unidos y Japón.

Los reyes mantuvieron una actitud ejemplar frente a la adversidad y, pese que a sus hijas sí las enviaron a Windsor, ellos permanecieron en Londres incluso cuando la ciudad fue bombardeada. Famosas son las imágenes de la entrañable y sonriente reina paseando entre los escombros para dar al pueblo esperanza, confianza y apoyo. Aquel gesto hizo que se ganara el cariño de los británicos hasta el día de su muerte, ya en el año 2002 con 101 años.

placeholder Los Reyes, tras un bombardeo en Londres en 1940. (Cordon Press)
Los Reyes, tras un bombardeo en Londres en 1940. (Cordon Press)

El papel de esposa fue también ejemplar, demostrando un arrojo y personalidad fuerte al buscar un logopeda para tratar de paliar el tartamudeo de su marido. Algo que se logró haciendo que éste pudiera incluso dar discursos en público.

Sus días como reina consorte llegaron a su fin con la muerte de Bertie el 6 de febrero de 1952, causada por cáncer de pulmón. Para la reina, a partir de ese día la Reina Madre, en parte fue un alivio dejar de serlo aunque lo cierto es que quedarse viuda tan joven la sumió en una profunda tristeza.

Subida al trono de Isabel II

Las monarquías basan su razón de ser en la continuidad, así que si 'el rey ha muerto' toca expresar el 'God save the king'; en este caso, the queen, la reina Isabel de Inglaterra, que con 26 años subió al trono -fue coronada meses más tarde- y desde entonces es la soberana. No por corta en el tiempo fue menos intensa la relación con su padre. Isabel lo admiraba y quería profundamente y le dio tiempo a prepararse, aunque no tan bien como ambos hubieran querido, para el futuro papel de reina.

La cuestión es que Bertie, o el rey Jorge VI, fue un hombre amado por las mujeres de su vida: su madre, su esposa y sus dos hijas. Y aunque su reinado duró poco, siempre será recordado por la sacrificada labor de aceptar el trono sin rechistar cuando su hermano, el duque de Windsor, puso en jaque una de las coronas más queridas y respetadas del planeta.

Gema Lendoiro es periodista y doctoranda en Historia Moderna por la Universidad de Navarra.

Es el 14 de diciembre de 1895, finca de York Cottage. Fuera hace el tiempo propio del invierno. Dentro, en una de sus habitaciones, la princesa María de Teck hace sus últimos esfuerzos para dar a luz al primero de los seis hijos que tendría con su marido, Jorge V de Inglaterra. No sabía en ese momento que el siguiente hijo se convertiría años después en Jorge VI, un hombre tímido pero que salvó a la Corona británica de su mayor crisis y que siempre estuvo rodeado de mujeres fuertes. Como ella.

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