La muerte del emir de Abu Dabi, amigo del emérito: la diplomacia española, en jaque
España no debe enojar a Emiratos Árabes cuando envíe a un representante a mostrar sus condolencias. Debería ser un miembro de la Casa Real, pero podría cruzarse con el emérito
La sombra del rey Juan Carlos en Abu Dabi persigue al presidente Pedro Sánchez con una suerte inaudita. Cuando apenas han pasado tres meses del viaje del presidente Sánchez a Dubái con motivo de la Exposición Universal, ahora un nuevo acontecimiento obliga a España a mirar detenidamente a Abu Dabi.
En esta ocasión, el acontecimiento incómodo que obligará al gobierno de Sánchez a medir sus pasos es el relevo del que fuera presidente Jalifa bin Zayed Al Nahayan, fallecido ayer, viernes 13 de mayo, tras una larga enfermedad y enterrado esta madrugada, como manda la costumbre islámica. El emir de Abu Dabi era el más alto miembro en el sistema de monarquía federal que gobierna en Emiratos Árabes. Era el presidente de un país donde cada emirato está encabezado por un 'rey'.
La tradición indica que deberían ser el rey Felipe VI y la reina Letizia quienes acudieran a Abu Dabi a presentar sus condolencias, como recientemente ocurrió en la ceremonia por el funeral del duque de Edimburgo, y a saludar al nuevo presidente del país cuando sea nombrado sucesor.
Emisario, ¿rey o político?
Una vez más, el gobierno de Pedro Sánchez tendrá que optar entre enviar a Abu Dabi al rey Felipe VI o delegar la representación de España en él mismo o en su ministro de Asuntos Exteriores. Incluso así, sin duda que muchas miradas estarán pendientes por si se produce un encuentro con el rey Juan Carlos.
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La decisión que tome el gobierno de España no puede volver a incomodar en Emiratos Árabes, un país en el que Pedro Sánchez puso muchas expectativas durante su visita durante la Expo por “su fortaleza inversora”.
La Expo, como precedente
Con aquella visita a la Exposición Universal de Dubái en el Día de España, Sánchez ya se vio obligado a romper la tradicional asistencia de los reyes a las Expos. Había que evitar una situación embarazosa, con un Felipe VI a menos de 100 kilómetros de don Juan Carlos. Y desde Moncloa explicaron el cambio por “el gran potencial inversor del país”.
Con una cabeza que da más vueltas de las que muchos querrían, el rey emérito azuzaba el fuego unos días antes del viaje oficial a través de sus amigos en España. Juan Carlos aconsejaba que fuera Felipe VI quien acudiera a Emiratos, ya que conseguiría mejores “inversiones en la Expo de Dubái”. A ojos de un extraño, se trataba sólo de la estrategia de un padre que lucha por reencontrarse con su hijo.
En un país musulmán, donde los gestos tienen mucho más valor que las palabras, la sustitución de Felipe VI por Pedro Sánchez no fue tan bien recibida como se esperaba.
La respuesta de Emiratos Árabes tampoco llegó en forma de palabras, sino los gestos. Sánchez no consiguió una foto oficial cercana ni con el primer ministro del país ni con su presidente. El príncipe heredero de Emiratos, Mohammed bin Zayed Al Nahayan (MBZ), anfitrión del rey Juan Carlos en Abu Dabi, se entrevistó con Sánchez como obliga el cargo público. Pero no permitió durante ese encuentro el acceso a la prensa española ni a los reporteros gráficos. Tan solo una pequeña mención unos días después, en la página oficial del gobierno emiratí, acompañada de una fotografía en la que apenas se vislumbraban las caras de ambos mandatarios.
Qué gran diferencia con respecto a otros recibimientos oficiales llenos de fotografías calurosas de MBZ con los lideres de Francia, EEUU, Israel, Bélgica, Rusia o China, por poner algunos ejemplos. Fotos llenas de sonrisas de un príncipe heredero influencer al que le encanta retratarse y publicarlo en su cuenta de Instagram, en la que tiene 2,7 millones de seguidores.
Ese mismo príncipe heredero, Mohammed bin (hijo de) Zayed Al Nahayan, considerado presidente de facto del país, es el amigo íntimo del rey Juan Carlos y será quien, casi con toda probabilidad, releve a su hermano Jalifa bin (hijo de) Zayed Al Nahayan.
Mohamed bin Zayed, a quien comúnmente se lo denomina MBZ, lleva gobernando de facto el país desde 2014, cuando su hermano, Jalifa bin Zayed Al Nahayan, presidente desde 2004 (y también de facto desde 1966), sufrió un infarto/derrame que lo retiró de la vida política.
Jalifa bin Zayed Al Nahayan da nombre al rascacielos más alto del mundo, la Torre Jalifa, el Burj Khalifa. Este cambió de nombre -iba a llamarse Burj Dubái- como agradecimiento o condición por su rescate financiero, que a punto estuvo de parar su construcción tras la crisis de 2008.
Cuando el rey Juan Carlos I visitó Emiratos Árabes por primera vez en 1981, conoció al primer presidente de Emiratos Árabes, un país que se constituyó oficialmente en 1972, tras la salida del imperio británico de los territorios. Ya en aquella visita, el rey Juan Carlos condecoró con una medalla al entonces presidente Zayed bin (hijo de) Sultan Al Nahayan y entabló buena amistad con sus hijos Jalifa y Mohamed.
Entre las pocas fotografías que el rey Juan Carlos ha hecho públicas durante su vida en Abu Dabi, hemos podido verle en el porche de su casa posando amistosamente con el futuro presidente de Emiratos Árabes, Mohamed bin Zayed Al Nahayan. Un presidente responsable por ley de la política internacional del país, la defensa y el Consejo Supremo del Petróleo.
Un gobernante que, desde su puesto de príncipe heredero, ha modernizado el país manejando a la perfección sus leyes internas y las relaciones internacionales. Aliado de Estados Unidos y de Europa, se ha abierto en los últimos años a las inversiones de China, Rusia e Israel. Una mezcla explosiva que, sin embargo, de momento sólo ha traído prosperidad en Emiratos Árabes.
La sombra del rey Juan Carlos en Abu Dabi persigue al presidente Pedro Sánchez con una suerte inaudita. Cuando apenas han pasado tres meses del viaje del presidente Sánchez a Dubái con motivo de la Exposición Universal, ahora un nuevo acontecimiento obliga a España a mirar detenidamente a Abu Dabi.
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