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Lo que Putin no podrá quitarle al mundo
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HISTORIA & MODA

Lo que Putin no podrá quitarle al mundo

En las horas más bajas de Rusia analizamos la influencia que el país ha tenido en la moda, demostrando que el lenguaje del arte sí que nos une

Foto: Balmain 2012, look inspirado en los huevos de Fabergé (Getty/Pascal Le Segretain)
Balmain 2012, look inspirado en los huevos de Fabergé (Getty/Pascal Le Segretain)

La visita del zar Nicolás II a París en 1896 hizo que la ciudad de la luz quedara fascinada por la riqueza y boato de la corte Romanov. Como consecuencia de aquello, la piel se puso más de moda que nunca y los diseñadores del momento comenzaron a mostrar su interés por las martas cibelinas, el visón o el astracán. Las noticias que nos llegan a diario sobre la guerra y la invasión de Ucrania por parte de Vladímir Putin hacen que esta admiración por Rusia resulte en estos momentos extraña, pero lo cierto es que la moda occidental siempre ha sentido fascinación por ese país. La voluntad y el capricho de una persona pueden volver el mundo del revés y, lo que es peor, provocar víctimas inocentes. La contestación interna puede ser reprimida y encarcelada, queriendo transmitir la imagen de un apoyo férreo cuando lo cierto es que cada día se le abren más costuras. Con todos estos ingredientes, no resulta raro que nos choque encontrar inspiración en el país de Putin, pero no debemos olvidar que esa es también la patria de Anton Chejov, Fiódor Dostoyevski o Vasili Kandinsky. Como afirmaba el coreógrafo ucraniano Vik White esta semana en el programa de Ellen de Generes: “Esto no es una guerra de Rusia contra Ucrania, es una guerra de Putin contra Ucrania”.

placeholder La familia Romanov.
La familia Romanov.

Por este motivo, queremos repasar lo que ha supuesto este país. En la historia de la moda es imprescindible recordar siempre los ballets rusos de Diaghilev. Fundados en 1909 (al mismo tiempo que Fortuny patentaba el Delphoss), no solo sus coreografías revolucionaron Europa. Los diseños de Léon Bakst para Sheherezade (1910) supusieron una liberación en color y siluetas de las que tomarían nota creadores como Paul Poiret. Y no solo él: Juan Gris, Pablo Picasso o José María Sert tampoco supieron decir que no a la invitación para trabajar en esta compañía.

En 1924, Coco Chanel colaboró con Pablo Picasso en la creación del vestuario para la obra ‘Le train bleu’ de los ballets rusos y cuatro años después volvería a repetir la experiencia con ‘Apollo’. La diseñadora francesa, de hecho, también supo reflejar en sus creaciones la liberación del cuerpo que buscaba Diaghilev, algo que plasmó gracias a los bordados de Kitmir, la firma creada por la gran duquesa María Pavlovna para poder trabajar con la fundadora de la casa de la camelia tras la caída del zar (su primo carnal) ante los comunistas. Los bordados rusos en esos momentos fueron tan importantes que hasta nuestro Museo Nacional de Artes Decorativas adquirió algunas muestras que hoy en día forma parte de su colección.

placeholder Las estrellas del Ballet del Teatro Bolshoi de Moscú, en homenaje a los ballets rusos de Diaghilev. (EFE/Pepe Torres)
Las estrellas del Ballet del Teatro Bolshoi de Moscú, en homenaje a los ballets rusos de Diaghilev. (EFE/Pepe Torres)

La revolución soviética provocó el exilio de la nobleza a París, una ciudad que veía cómo veinte años después de ‘enamorarse’ del zar era el destino principal escogido por la aristocracia para intentar salvar sus vidas. Sin el respaldo económico del que habían gozado hasta entonces, fueron muchos los que acabaron trabajando en la moda. Además de Pavlovna, podemos mencionar Irfé, la firma fundada por la sobrina de Nicolás II, Irina, y su marido, Félix Yusupov, descendiente de una de las familias más acaudaladas de ese país continente. Llegaron a abrir boutiques es otras ciudades como Londres o Berlín. Afincada en Roma, Irene Galitzine, por su parte, fundó en 1946 una de las casas de moda más importantes de Italia, fundamental para entender el diseño italiano en los 50 y 60. Y no podemos olvidarnos tampoco de Natalie Paley. Prima también del último zar, su belleza le consiguió un hueco entre las tops del momento e, incluso, fue pareja de Lucien Lelong (con quien se formó Christian Dior).

placeholder Retrato de la Princesa Irina Alexandrovna de Rusia (1895-1970), llevando una pieza de la Maison Irfé. (Getty)
Retrato de la Princesa Irina Alexandrovna de Rusia (1895-1970), llevando una pieza de la Maison Irfé. (Getty)

Dejando de lado a la corte de los Romanov, otra creadora que también rindió -a su manera- su homenaje a Rusia fue Elsa Schiaparelli. En 1935 fue invitada por Moscú a visitar la ciudad y un año después presentaría una colección inspirada por los paracaidistas comunistas con unos diseños que daban la sensación de flotar conforme las mujeres andaban con ellos. Aquel fue el punto de partida para sus creaciones surrealistas.

placeholder Exposición de Yves Saint Laurent. (Cortesía)
Exposición de Yves Saint Laurent. (Cortesía)

Y la italiana no ha sido la única que ha cogido la inspiración de la Madre Rusia. En 1976, Yves Saint Laurent presentó una de sus colecciones más recordadas, 'Opéras - Ballets ruses', donde mezclaba su pasión por Diaghilev y Bakst con una idealización de los tiempos de los zares y la ópera: “No fue seguramente la más exitosa de mis colecciones, pero fue muy bien recibida en un momento en el que el mundo condenaba la opulencia… y aquello era opulento”, reconocía el creador a la revista 'Elle' ese año. Tiempo después, en 1992, el 'New York Times' afirmó: “Fue una colección revolucionaria que cambió el curso de la moda en el mundo”.

Foto: Yves Saint-Laurent, en las oficinas parisinas. (Getty)

Aquella colección tomaba elementos de los trajes populares del país, una cultura que también inspiró al mundo de la joyería. El antiguo tocado ruso ‘kokoshnik’ sirvió como base para crear uno de los tipos de tiaras más importantes que podemos contemplar en la actualidad. Catalina la Grande los puso de moda durante la segunda mitad del siglo XVIII, pero no fue hasta el matrimonio de Eduardo VII con Alejandra de Dinamarca cuando la tiara ‘russe’ arrasaría en el viejo continente. La reina británica era hermana de la zarina María Feodorovna, a quien la joyería Garrad ‘copió’ el diseño para producir este modelo regalado a la reina inglesa por los pares británicos en el 25º aniversario de su boda.

placeholder Detalle del maquillaje de Eugenia de York el día de su boda con Jack Brooksbank. (Getty)
Detalle del maquillaje de Eugenia de York el día de su boda con Jack Brooksbank. (Getty)

A partir de ahí, la fiebre por este tipo de tocados llegó a todas las monarquías y así, hoy en día, podemos ver el modelo de aguamarinas de Suecia, el de acero ennegrecido de Cartier para María de Rumanía o el de esmeraldas que lució la princesa Eugenia de York en su boda. En 2019 la línea de alta joyería de Chanel volvía a reivindicar la importancia de este diseño presentando dos modelos que seguían esta línea y demostrando que Rusia sigue siendo una fuente de inspiración… por muchos que algunos lo pongan difícil.

La visita del zar Nicolás II a París en 1896 hizo que la ciudad de la luz quedara fascinada por la riqueza y boato de la corte Romanov. Como consecuencia de aquello, la piel se puso más de moda que nunca y los diseñadores del momento comenzaron a mostrar su interés por las martas cibelinas, el visón o el astracán. Las noticias que nos llegan a diario sobre la guerra y la invasión de Ucrania por parte de Vladímir Putin hacen que esta admiración por Rusia resulte en estos momentos extraña, pero lo cierto es que la moda occidental siempre ha sentido fascinación por ese país. La voluntad y el capricho de una persona pueden volver el mundo del revés y, lo que es peor, provocar víctimas inocentes. La contestación interna puede ser reprimida y encarcelada, queriendo transmitir la imagen de un apoyo férreo cuando lo cierto es que cada día se le abren más costuras. Con todos estos ingredientes, no resulta raro que nos choque encontrar inspiración en el país de Putin, pero no debemos olvidar que esa es también la patria de Anton Chejov, Fiódor Dostoyevski o Vasili Kandinsky. Como afirmaba el coreógrafo ucraniano Vik White esta semana en el programa de Ellen de Generes: “Esto no es una guerra de Rusia contra Ucrania, es una guerra de Putin contra Ucrania”.

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