La encerrona de Constantino de Grecia a su cuñado, el rey Juan Carlos
La entrevista de Selina Scott accediendo a la intimidad del rey ocasionó mucho malestar en la prensa española y fue orquestada por el hermano de la reina Sofía
En agosto de 1992, una periodista de la cadena privada británica ITV, Selina Scott, conseguía entrevistar al rey Juan Carlos en la intimidad sin ningún tipo de veto. La excusa era la celebración de la Exposición Universal de Sevilla para mostrar a un jefe del Estado cercano y campechano. El documental se grabó durante dos meses y presentaba momentos únicos, como un viaje en helicóptero pilotado por don Juan Carlos o un paseo marítimo por la bahía de Palma en el Fortuna, un yate regalado por la familia saudí. Años después llegaría otro megabuque obsequio de empresarios españoles que consideraban que el anterior se había quedado obsoleto. Esta embarcación pasaría a depender de Patrimonio Nacional una vez que el hoy rey emérito lo cedió para que el organismo público se hiciera cargo de su explotación y mantenimiento.
Eran tiempos donde la prensa española se tenía que contentar con participar en viajes institucionales donde nada de la intimidad que se vivía junto al monarca se podía contar. No cumplir el 'off the record' y, por lo tanto, romper las reglas no escritas era motivo de destierro informativo. Esta manera de funcionar la conocían los medios y, por supuesto, los periodistas y se cumplía porque nadie quería abandonar esa primera fila donde el rey era campechano, pero hasta cierto punto. Si alguien se salía del guion establecido, desaparecían las acreditaciones hasta nuevo aviso. Ya conté hace una semana en este blog cómo se prohibió la entrada a la catedral de Palma a unos fotógrafos el día de la boda de Kyril de Bulgaria y Rosario Nadal, porque en la Casa Real se sospechaba que habían fotografiado al rey tomando el sol desnudo en la cubierta del barco.
Por eso, la entrevista de Selina Scott accediendo a la intimidad real no solo llamó la atención, sino que además ocasionó un mosqueo monumental. En aquel momento era Sabino Fernández Campo quien recibía las quejas, pero no había nada que hacer. Estaba de acuerdo en que la figura del jefe del Estado no era la perfecta, pero cerraba el asunto con la frase que utilizó en muchas ocasiones: “Donde hay patrón, no manda marinero”.
Se presentaban situaciones tan chuscas como no saber encender su BMW o enseñar a Selina una daga bizantina con incrustaciones de piedras preciosas. Don Juan Carlos no tuvo reparo en contar que se habían sustituido las esmeraldas, rubíes y topacios por cristales. En el documental también participaron el entonces príncipe Felipe, las infantas y hubo escasas apariciones de la reina Sofía, a la que Selina hizo preguntas inconvenientes. No se la veía a gusto ante la mucha confianza que demostraba su marido con la periodista, que formaba parte del círculo más cercano de su hermano Constantino.
Lo llamativo era que el exrey de Grecia había gestionado el encuentro entre su amiga Selina y su cuñado Juan Carlos. Cuando se descubrió el nexo de unión, también se dijo que el hermano de doña Sofía habría recibido una importante suma de dinero por esa intermediación. Una comisión que en aquel momento se suponía que desconocían tanto doña Sofía como don Juan Carlos. Al rey le interesaba salirse del guion habitual que funcionaba en el palacio de la Zarzuela y si se podía coquetear con la periodista, mejor.
Ahora, con la emisión en La Sexta del documental 'Los Borbones, una familia real', esta historia que en su día fue motivo del enfado y el mosqueo de la prensa española vuelve a ser actualidad. La traición de Constantino a su cuñado, pero sobre todo a doña Sofía. Una encerrona que tenía también su componente emocional. Selina y el exrey de Grecia compartían demasiadas cosas y eso tampoco lo sabía el cuñado real.
En agosto de 1992, una periodista de la cadena privada británica ITV, Selina Scott, conseguía entrevistar al rey Juan Carlos en la intimidad sin ningún tipo de veto. La excusa era la celebración de la Exposición Universal de Sevilla para mostrar a un jefe del Estado cercano y campechano. El documental se grabó durante dos meses y presentaba momentos únicos, como un viaje en helicóptero pilotado por don Juan Carlos o un paseo marítimo por la bahía de Palma en el Fortuna, un yate regalado por la familia saudí. Años después llegaría otro megabuque obsequio de empresarios españoles que consideraban que el anterior se había quedado obsoleto. Esta embarcación pasaría a depender de Patrimonio Nacional una vez que el hoy rey emérito lo cedió para que el organismo público se hiciera cargo de su explotación y mantenimiento.
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