La infanta Cristina sigue luciendo su alianza de casada: estos son los motivos

Estos días que la infanta Cristina ha estado en la India, quienes trabajan con ella en el país le hicieron decenas de fotos. En muchas de las imágenes, se puede ver cómo, en un gesto casi imperceptible, la hermana del rey Felipe VI esconde su mano izquierda. La mano en la que luce todavía su alianza de casada.

Este pasado verano, la pareja empezó a negociar un acuerdo de separación y en septiembre estaba todo encauzado. Pero ¿y el divorcio? Se dijo en su momento que sería “lento y tranquilo”. Y parece que la expareja se lo ha tomado al pie de la letra.

Hemos preguntado al círculo íntimo de ambos, de Cristina y de Iñaki, y todos apuntan en la misma dirección: por ahora todo está en paz, ellos están muy bien como están. Desde el entorno de Urdangarin aseguran que está “tranquilo y feliz” y desde el de la Infanta nos hablan de que “ha pasado página”.

Respeto y convicciones

Por eso, y por el respeto a su familia y a sus convicciones, Cristina de Borbón no se ha quitado el anillo de casada. Es una alianza de oro clásica que luce en la mano izquierda, puesto que se casó en Cataluña y en esta región los anillos de casados se llevan en esta mano como en Inglaterra.

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Se ha hablado de varios acuerdos entre el exmatrimonio, pero lo cierto es que desde Vanitatis no hemos tenido constancia de ninguno de ellos, ni de un acuerdo explícito sobre la custodia de los hijos, ni sobre un retraso en la firma del divorcio. Es más, no tenemos constancia de que hayan firmado algún documento escrito más allá del pacto inicial en el que detallaban que no seguían siendo pareja y poco más.

Empresas conjuntas

Hay que tener en cuenta que han sido casi 25 años de casados, que tienen cuatro hijos en común y solo uno de ellos (Irene) es menor de edad, y que, además, compartieron negocios que fueron después fiscalizados y motivo de condena. Porque, aunque la infanta Cristina saliera absuelta -solo fue condenada como responsable civil subsidiaria-, su nombre aparecía en todo el entramado del caso Nóos, lo que fue motivo de imputación.

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En estos momentos, en el entorno de ambos no se muestran demasiado preocupados por si van a divorciarse ni cuándo. El proceso hasta llegar a este punto de equilibrio ha sido largo y, sobre todo, tortuoso. “Para los dos”, insisten desde el lado Urdangarin, “ella lo habrá pasado mal, claro que sí, pero él ha sufrido muchísimo, es una víctima de todos y ahora necesita paz y su propio espacio”. En esas anda, con su nueva pareja, Ainhoa Armentia, buscando su lugar en el mundo, cosa que no es fácil.

Sin trabajo

Cuando salió de prisión con el tercer grado (sigue en el mismo régimen), buscó trabajo con insistencia. Tiró de contactos en el mundo del deporte y pensó que encontraría algo relacionado con el coaching deportivo, carrera para la que se formó en prisión. Pero no hubo forma y ni siquiera la que había sido su casa, el Barça, le dio un empleo. Unas prácticas sencillas fue lo máximo que consiguió.

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En aquellos días, sus amigos veían a un Urdangarin “derrotado”, con ganas de pasarlo bien pero con un peso encima. Incluso aseguraban que no tenía dinero ni para un café y que eran ellos quienes le invitaban a todo. Las cosas, tras el verano, han cambiado. Urdangarin se mueve con facilidad, viaja y se muestra tranquilo. “Vuelve a ser el de antes”, nos dicen. Y opinan que si no llegara el divorcio, no pasaría nada, las cosas están claras.

Nueva vida

Por parte de la infanta Cristina, la situación fue también muy difícil. La sorpresa y decepción fueron mayúsculas cuando vio las fotografías de su marido con otra mujer y, a partir de ese momento entró en una pendiente de la que parecía que no podría volver a subir jamás. “Estaba deprimida, enfadada y totalmente descolocada”, afirman desde su entorno íntimo. El papel de su padre en todo el proceso ha sido clave para que Cristina de Borbón llegara a una situación de aceptación.

Y sí, ahora “ha pasado página”, insisten, y prueba de ello es su dedicación a su trabajo y su actitud cálida y sonriente en sus apariciones públicas. También desde su círculo opinan que el divorcio ahora es lo de menos.

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Y en estas circunstancias, la Infanta sigue luciendo esa alianza de oro que lleva desde hace ya más de 25 años en su mano izquierda. El símbolo de una vida pasada que, señalan a este medio, ya no le pesa como hace unos meses. Veremos si finalmente termina por quitársela.