Motril homenajea a Balduino y Fabiola: cuando la infanta Pilar pudo ser la reina de los belgas

El 31 de julio fallecía el rey Balduino en Villa Astrida, el chalé familiar en Motril. Una casa que fue también el lugar de reunión durante el verano de los sobrinos de Fabiola de Mora y Aragón. A falta de descendencia directa, tuvieron una relación muy estrecha con ellos. La casa de la provincia de Granada era de puertas abiertas para la familia española de la que fue la cuarta hija de los siete que tuvieron los marqueses de Casa Riera. Una aristócrata por nacimiento y reina por casamiento. Cuentan que Balduino eligió el lugar por casualidad cuando sobrevolaba en helicóptero la zona.

Preguntó de quién eran los terrenos y resultó que eran del conde de Agrelo, Pedro Moreno. Vendió parte de la finca y el rey de los belgas se quedó con 26.000 metros cuadrados, donde mandó edificar la villa y plantar árboles hasta que se consiguió un microclima.

Cuando falleció la reina Fabiola, su paraíso pasó a formar parte de una fundación gestionada por los sobrinos, en los que Villa Astrida no tenía demasiado papel institucional. La decisión fue crear un museo que ha contado con la aprobación del Ayuntamiento.

Este lunes se conmemoraba el treinta aniversario del fallecimiento del monarca belga y doña Sofía ha querido estar presente en la inauguración de dicho museo, que a partir de este martes estará abierto al público. La Reina emérita mantuvo siempre una relación espléndida con Fabiola y, en varias ocasiones, los Príncipes de España recibieron la invitación para pasar unos días en Motril, una invitación que aceptaban cuando “no éramos nadie”. Así definía su situación doña Sofía al periodista Jaime Peñafiel en los tiempos en que aún no estaba muy definida la sucesión de don Juan Carlos.

Y hay otro nexo de unión entre los Borbón y el rey belga. En aquellos años en los que los matrimonios reales se apañaban, los condes de Barcelona pensaron que la infanta Pilar podía ser una buena candidata para el joven Balduino, al que, con veintiocho años, no se le conocían novias. Muchos años después se supo que el heredero había estado enamorado de su madrastra.

El primer encuentro de la primogénita de don Juan y doña María de las Mercedes había sido en el crucero Agamenón, organizado por la reina Federica. Ni hubo química ni atracción. Pero eso era lo de menos. Tiempo después, se retomó la 'conspiración' emocional, pero esta vez fue la reina Victoria Eugenia la que ejerció de celestina en Lausana. Fue un encuentro entre ambos que tampoco cuajó. El destino caprichoso hizo que Balduino se enamorara de la acompañante de doña Pilar, que era ni más ni menos que la joven Fabiola de Mora y Aragón. El flechazo fue mutuo y el resto forma parte de la historia de amor que mantuvo hasta su muerte el matrimonio real.

La hija de los condes de Barcelona también encontró a su príncipe azul en la figura de Luis Gómez-Acebo, con el que creó una familia estructurada y feliz.