Es noticia
Menú
El tándem Felipe y Leonor y la nueva normalidad monárquica
  1. Casas Reales
OPINIÓN

El tándem Felipe y Leonor y la nueva normalidad monárquica

La Corona española ha recuperado su velocidad de crucero en un escenario de convulsión política nacional e internacional

Foto: El rey Felipe junto a la princesa Leonor. (Limited Pictures)
El rey Felipe junto a la princesa Leonor. (Limited Pictures)

Cuando 9 de cada diez consultados en la encuesta de IMOP Insights para Vanitatis dice tener la certeza de que Leonor de Borbón será reina de España, es que la monarquía parlamentaria ha superado la volatilidad institucional que le ha acompañado en dos períodos históricos. El más remoto, entre 1975 y 1978, el paréntesis durante el que Juan Carlos I recibió poderes totalitarios de Francisco Franco y que fue devolviendo a la soberanía del pueblo español hasta llegar a la Constitución democrática de hace ya 47 años. Fue un tiempo de zozobra durante el que el Rey consolidó otra certeza: la de que su verdadero propósito consistía en dotar al país de un sistema plenamente democrático.

El otro y más reciente tiempo de crisis de la monarquía parlamentaria fue entre 2012 y 2017. Ese lustro de desvarío institucional del titular de la Corona comenzó con el desastroso resultado del viaje de Juan Carlos I a Botsuana, siguió con su abdicación en 2014 y concluyó el 3 de octubre de 2017 con el discurso de Felipe VI con motivo de los hechos sediciosos en octubre de ese año en Cataluña. El actual Rey hizo converger en aquella intervención su legitimación de origen -su proclamación parlamentaria- con la de ejercicio, al desempeñar su papel constitucional como moderador de las instituciones y representante, simbólico pero permanente, de la unidad territorial de España.

placeholder La princesa Leonor, tras jurar la Constitución en el Congreso. (EFE)
La princesa Leonor, tras jurar la Constitución en el Congreso. (EFE)

La jura de la Constitución y de fidelidad a su padre de Leonor de Borbón y Ortiz en octubre de 2023, ha cerrado el ciclo virtuoso de recuperación de la solidez de la Corona. No es relevante, a estos efectos, que la monarquía parlamentaria del Estado sea objeto de polémica en abstracto. Lo es en todos los países con un modelo constitucional similar al español. Lo sustancial es la opinión de los ciudadanos cuando se les inquiere por el quién, el aquí y el ahora de la institución. Y si el horizonte de que la heredera española será reina se afirma como lo hace la encuesta que Vanitatis ofrece a sus lectores, es que la respuesta a determinadas preguntas es positiva.

¿Es el Rey útil como factor de certidumbre en el vértice del Estado?, ¿es el Rey digno y respetable en la proyección de la imagen de España en las relaciones internacionales?, ¿es un magistrado que merece confianza después de más de una década de reinado?, ¿han sido sus comportamientos acreedores a un alto grado de aceptación?, ¿está la heredera encaminada correctamente para encarnar en su momento la jefatura del Estado? Las repuestas de ratificación son ampliamente favorables para el Rey y la Princesa de Asturias, que forman el eje de la Corona al que asiste la Reina con su colaboración e, incluso, la infanta Sofía, segunda en el orden sucesorio, y hasta la proyección histórica de que dota a la Corona la reina Sofía que ya es reconocida, si bien con discreción, como una suerte de contrafigura de su marido, el Rey abdicado.

Sigue siendo Juan Carlos I un elemento de progresiva, pero menor erosión de la institución, aunque todavía su figura dispone de un alcance muy polémico. El padre del Rey es un gran personaje histórico y de trascendencia extraordinaria avasallado ahora por unos comportamientos que, en general, no se compensan con sus méritos políticos acumulados a lo largo de décadas decisivas para el país. Quizá sí en el futuro, porque la historia se escribe con perspectiva temporal, no con urgencias del momento.

placeholder Los Reyes se despiden de la princesa Leonor antes de partir en el buque Juan Sebastián Elcano. (EFE)
Los Reyes se despiden de la princesa Leonor antes de partir en el buque Juan Sebastián Elcano. (EFE)

En ese contexto, la educación de la princesa Leonor, y, a veces, también de su hermana, sirven para que la conversación pública regrese sobre la familia real. No hay nada sorprendente en el trayecto formativo de la heredera. Porque no consiste en educarse en lo que a ella le gustase, sino en lo que ella debe ser experta cuando le toque suceder a su padre. La formación castrense, anterior a la universitaria, ha sido una opción constante en la Corona española y distinta a la de otras monarquías. Leonor de Borbón, ya Reina, será la comandante suprema de las Fuerzas Armadas y a ese requerimiento responde su estancia en el Ejército, la Armada y pronto en el Aire, recorriendo las tres academias militares.

Aunque es sabida su inclinación por las ciencias, el conocimiento del derecho constitucional español, del europeo y occidental comparado, la historia de la monarquía, rudimentos de filosofía y, más consistente aún, de ciencia política, van a ser imprescindibles, y exigibles, en su transcurso en la universidad. Cabe la duda de si la princesa debe o no obtener una titulación académica completa o incursionar en estudios durante tiempos concretos en las áreas de conocimiento mencionadas. Teniendo en cuenta que no es verosímil una formación sin habilidades digitales, todas estas exigencias deben comprimirse en el tiempo para que, no más allá de los 22 o 23 años, Leonor de Borbón disponga de una secretaría personal y atienda a una agenda de representación de la monarquía por delegación de su padre. Es útil, para aquellos lectores que deseen internarse con más profundidad en los modelos de la formación de tres monarquías parlamentarias (la inglesa, la danesa y la española) consultar aquí el informe elaborado por tres expertos a instancia de la asociación REMCO.

placeholder La Familia Real en Sotres (Asturias). (EFE)
La Familia Real en Sotres (Asturias). (EFE)

La normalidad de la monarquía en un sistema de democracia liberal -que es la forma de Estado de los de mayor garantía democrática y superior progreso del bienestar social, como Noruega, Dinamarca, Suecia, Reino Unido, Países Bajos o Luxemburgo- remite a una aceptación funcional de la institución en la que no se registran, ni se precisan, entusiasmos, sino reconocimiento de su ejemplaridad y utilidad. Justamente ese punto de equilibrio es el que ha logrado Felipe VI, que no es, como fue su padre, un Rey fundacional del sistema, sino el primero que conduce la Corona tras el rodaje largo y sostenido de la institución. Por eso la discreción, la no detonación, el estar y saber estar de la familia real, capitaliza la monarquía parlamentaria y la sustrae de polémicas desestabilizadoras. Por eso también el tándem que forman Felipe VI y su hija y heredera, la princesa Leonor, está funcionando en una coyuntura, además, de convulsión política nacional e internacional en la que la crisis de representación tradicional es una evidencia. Pese a las turbulencias que azotan a los entramados institucionales de los países occidentales, la Corona española ha recuperado su velocidad de crucero.

Cuando 9 de cada diez consultados en la encuesta de IMOP Insights para Vanitatis dice tener la certeza de que Leonor de Borbón será reina de España, es que la monarquía parlamentaria ha superado la volatilidad institucional que le ha acompañado en dos períodos históricos. El más remoto, entre 1975 y 1978, el paréntesis durante el que Juan Carlos I recibió poderes totalitarios de Francisco Franco y que fue devolviendo a la soberanía del pueblo español hasta llegar a la Constitución democrática de hace ya 47 años. Fue un tiempo de zozobra durante el que el Rey consolidó otra certeza: la de que su verdadero propósito consistía en dotar al país de un sistema plenamente democrático.

Encuesta Monarquía Rey Felipe VI Casa Real Princesa Leonor
El redactor recomienda